PASE AL HUECO

El Puma, las manos y el señorío

Santiago Martos  |  14 de enero de 2021
Santiago Martos (GRJ)
Santiago Martos (GRJ)

El Puma

Puestos a poner motes, que tanto gustan por ciertos lares, pienso que no le va mal a nuestro Luís Suárez poder apodarlo El Puma, pese a que haya habido algún jugador que otro ya con ese pseudónimo en la historia. Su juego, su disposición y su oportunismo bien le podrían venir que ni pintado pues guarda bastantes similitudes con el felino en cuestión.

El gol marcado al Osasuna es buena muestra de ello. Un balón que “caza” y lo embolsa en la portería a base de reflejos, rapidez extrema y determinación. Un “depredador” de América del Sur que además posee una “arrancada letal” que deja en la cuneta a cuantos le quieren parar. Con un trote que a veces da la sensación de ser algo desgarbado, prepara sus “emboscadas” con un análisis en frío de las posibilidades de éxito. El contrario, por su parte, se ve sorprendido en muchas situaciones por los “ataques sorpresivos” del colombiano cuyo perfil marcado por unas profusas patillas le afilan el rostro y dejan entrever unos ojos felinos que siempre están calculando la situación, pendientes del paso en falso del adversario, listo para dar el “zarpazo” y liquidar a su “presa”. Se adapta a distintos “hábitats” dentro de su “territorio” pudiendo ser un “cazador solitario” en punta, partir desde la banda o defender. No se considera aún al Puma como un gran felino pues no ruge, como lo haría el Tigre (Falcao) o el León (Batistuta), pero qué duda cabe (pues el Puma lo que hace es “ronronear”) que ello no le inhabilita para poder llegar a ser una estrella. Decía el Puma con la pureza puesta por bandera delante del micrófono tras acabar el encuentro frente a los navarros, que ni él ni el equipo tienen techo, y vaya que si no lo tienen. Vaya fichajazo. Que siga la “cacería”.

 

Las manos

Anda el mundillo futbolero metido en harina con el tema de las manos, el var y ciertas decisiones arbitrales que, para el espectador, rescatan la vieja y también actual sensación de que son más fáciles de pitar a unos que a otros. Parte de esa apreciación tiene su origen, por no decir la culpa, en los medios nacionales obcecados en cada detalle de los partidos de los, normalmente, dos grandes del fútbol español. Moviolas interminables donde los movimientos, choques y demás vicisitudes del juego son analizadas y debatidas hasta tal punto, que sólo los forofos blancos y culés son capaces de aguantar semejantes bodrios infumables, donde el fútbol y su esencia caen en feos extremismos al más puro estilo de cierta prensa rosa.

Para el resto del público y aficionados de clubes mortales las realidades son las de siempre. Al Granada ya le llevan dos decisiones más que discutibles que, como digo, sólo atañen a los que vivimos o tenemos nuestras almas al pie de la Alhambra por lo visto. Ya con el Valencia sufrimos un gol cuyo origen de la jugada estaba marcada por una acción meridianamente penalizable de los ché justo cuando minutos antes nos anularon uno por esa misma cuestión. Algo que quedó zanjado de inmediato por un análisis de sendas jugadas, llevadas a cabo por los entendidos del asunto, en las que una quirúrgica y absurda diferencia de criterio documentaba el acierto arbitral….y del var. O la mano de Busquets en el encuentro frente al Barcelona en el que, de nuevo, la valoración de anular el resultado final de la jugada que supuso gol, se encomendó a una poco entendible justificación de criterio. Parece apropiado aplicar normas y criterios más generalistas para que los agravios no se aprecien de esta manera, a primera vista, clara. Elevar al rango de normas lo que son, o pueden ser, excepciones, conducen al arbitraje a un entramado enrevesado donde los agravios comparativos en jugadas muy similares son una constante.

El señorío

Cabe destacar de todo esto, por si no lo había dicho nadie antes, la elegancia y nobleza que desprendemos con estos representantes de rayas horizontales con los que nos ha tocado convivir. En una suerte de “todos a una como en Fuenteovejuna”, jugadores y técnicos entonan los mismos acordes truene o haga sol. Así el lema “nosotros siempre respetamos las decisiones arbitrales” conforma el único y escueto resumen de que todo lo que ha pasado en el campo ahí se queda. Una acertadísima y loable decisión por cierto. Muchos entrenadores rajan más o menos de forma abierta de las actuaciones arbitrales en resultados adversos en el marcador en sus ruedas de prensa. Eso a veces enrarece el ambiente en el vestuario donde se llega a percibir desde la cúpula técnica un peligroso mensaje en plan “con lo bien que lo hacemos y nos lo quitan” que poco ayuda en estas situaciones en el colectivo. Esta premisa de los rojiblancos es de gran ayuda también cuando se percibe que alguna decisión polémica del partido se decante a favor, pues el mensaje sigue siendo el mismo. A veces da vergüenza ajena ver a algunos entrenadores en ruedas post-partido dejar constancia de su malestar y en la siguiente con viento en popa, justificar polémicas a favor que no se las creen ni ellos. Todo un acierto como digo y un ejemplo.

 
 
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