Aquel día de lágrimas a orillas del Pisuerga
El 18 de mayo de 2014, `Los 300 de Pucela´ celebraron una permanencia agónica a costa de un Valladolid que acabó descendiendo
El Granada jugará mañana en el `José Zorrilla´ ante el Valladolid un nuevo compromiso de liga. Con la mentalidad también puesta en el próximo jueves para intentar conseguir una heroicidad en Manchester, el conjunto de Diego Martínez quiere estrenar su casillero de victorias a domicilio en el campeonato doméstico en 2021. La batalla se librará en una plaza que será por siempre especial para los aficionados nazaríes, sobre todo para aquellos valientes que la leyenda les acabaría encumbrando como `los 300 de Pucela´.
A primera hora de la mañana del 18 de mayo de 2014, un nutrido grupo de fieles tiñeron de rojiblanco la esquina del `Nuevo Los Cármenes´ donde estaban situadas las antiguas taquillas. Un largo viaje en autobús hasta Valladolid les esperaba por delante, aunque la ocasión bien merecía el tremendo esfuerzo. El Granada había llegado a la última fecha de la temporada 2013/14 jugándose una permanencia en la que había sumidos varios equipos. La derrota anterior en casa frente al Almería hizo que el equipo, dirigido entonces por Lucas Alcaraz, afrontara un duelo dramático ante otro de los involucrados en la pelea, el Real Valladolid. Los visitantes debían vencer para no depender de otros resultados, mientras que a los locales había casos en los que, incluso, no les valdría ni el triunfo.
La caravana granadinista pisó tierra en la ciudad castellano leonesa unas dos horas antes del encuentro y tuvo tiempo para dar una calurosa bienvenida a sus jugadores. Ya en el partido, desahogaron sus nervios a flor de piel con el gol en propia puerta de Mirotic en el minuto 44, tras una jugada ensayada. La esquina donde estaban situados los aficionados procedentes desde la ciudad de la Alhambra enloqueció, no sin suspense, ya que el árbitro Clos Gómez tardó en decretar el tanto por las dudas que existían sobre si el balón había traspasado o no la línea de portería.
El gol dio cierta tranquilidad a los 300, incluido a Marcos `hooligan´, quien hizo más kilómetros entre subidas y bajadas de los escalones que los propios futbolistas durante el partido. Pero, una agónica espera de 45 minutos para el comienzo de la segunda parte por la caída de una valla en el Osasuna – Betis volvió a poner la incertidumbre a flor de piel.
Finalmente, después de un ejercicio defensivo tremendo, el 0-1 no se movió y las lágrimas de felicidad fueron granadinas, contrastando con el llanto blanquivioleta por el descenso. También pudo celebrarlo Ramón, un octogenario aficionado que subió a uno de los autobuses sin entrada y con la gran duda de si podría presenciar el choque en el estadio. La gestión por parte de los medios de comunicación que había presentes en su vehículo hizo posible que el guardameta Roberto Fernández consiguiera una entrada para él.
A la vuelta, con más de 600 kilómetros por delante, el cansancio hizo mella en los rostros de los valientes, aunque no pudo borrar sus sonrisas de oreja a oreja. Un éxtasis de bienestar, a pesar que al día siguiente muchos tenían que volver a sus vidas laborales, sin apenas dormir. También los hubo quienes fueron a casa velozmente, coger la mochila del instituto y estar en sus centros educativos a las 8:15 horas para realizar un examen. Pero, todos y cada uno de ellos, con el recuerdo imborrable de un estadio que siempre se les vendrá a la memoria cuando su equipo, el Granada, juegue en el `José Zorrilla´.
@Francalvo1996
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