Duelo
CONTRACRÓNICA | El Granada y el granadinismo superaron la marcha de Uzuni con una victoria redonda y un nuevo 'amor'
El amor es eterno mientras dura, ha debido de pensar en las últimas semanas gran parte de la afición rojiblanca, que ha visto como en un instante el idilio con Uzuni se hacía añicos, sin saber muy bien cómo ni porqué, igual que cuando una ola te revuelca y asomas la cabeza, aturdido, esperando que el horizonte siga en su sitio.
En cualquier ruptura, al igual que cuando se pierde a un ser querido, se suele vivir un duelo, atravesando distintas fases, un camino lleno de obstáculos y recovecos que ha tenido que transitar la hinchada rojiblanca hasta recuperar la ilusión.
Todo comenzó con la negación, incrédulos ante la posibilidad de que el albanés abandonará en el barco en mitad de la travesía, algo que muchos no querían creer. La rebeldía de Uzuni llevó a la ira, no entendiendo la actitud de un futbolista que hasta nada era el héroe de Los Cármenes.
Posteriormente, se dio paso a la negociación, racionalizando la situación, sopesando que su marcha a cambio de 12 millones no sería algo tan catastrófico. Contra el Burgos apareció la depresión, el equipo parecía perdido sin el de Berat sobre el césped; y, finalmente, ante el Levante brotó la aceptación tras tocar fondo, Uzuni ya no estaba y tocaba remar para revertir la situación.
La visita del Sporting iba a suponer un nuevo amanecer. La grada de Los Cármenes arrancó el choque recelosa, con miedo a un nuevo revolcón, pero con el paso de los minutos el temo se disipó y volvió a aparecer la chispa en los ojos de la gente, una sensación acrecentada con la irrupción de Stoichkov, un flechazo en toda regla para el granadinismo.
Como afirma con acierto el acervo popular, una mancha de mora con otra se quita, una frase que debe haber hecho suya Matteo Tognozzi, que afrontó el problema con decisión, reclutando a Stoichkov para tapar el vacío. El nuevo amor es más apuesto que el anterior, incluso sus mechas brillan más, el futuro ya no parece tan oscuro y la afición se ha vuelto a ilusionar, sin reparos, a pecho descubierto, como la primera vez, como si hace una semana no le hubiesen roto el corazón rojiblanco.
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