El banquillo de Los Cármenes, una trituradora de entrenadores
15 técnicos han pasado por el cargo en ocho años
Convertirse en entrenador del Granada se ha convertido en una profesión de riesgo, un reto del que es muy complicado salir indemne. Desde que la propiedad asiática desembarcará en el club, hace ya ocho años, 15 entrenadores han pasado por el banquillo de Los Cármenes y sólo Diego Martínez ha sido capaz de completar una temporada.
Esta nueva era comenzaba en el conjunto nazarí con Paco Jémez asumiendo la dirección del equipo, en un año cargado de inestabilidad que se iban a convertir en lo habitual desde entonces. El entrenador canario, como Abascal ahora, duró seis jornadas en el cargo y tras su salida llegaron Planagumá, Alcaraz y Tony Adams, tres entrenadores que no fueron capaces de reconducir la situación y evitar el descenso.
En Segunda, el club apostó por José Luis Oltra, una decisión que parecía la acertada por la experiencia del técnico en la categoría, pero los resultados no acompañaron y la dirección deportiva terminó por cesar al entrenador, pecando de impaciencia. Pedro Morilla y Miguel Ángel Portugal asumieron, sin fortuna, la responsabilidad de lograr el ascenso.
Para afrontar la temporada 2018-19, el Granada se decantó por Diego Martínez. El gallego dio con la tecla y exprimió la mejor versión del equipo nazarí, logrando en tres años un ascenso, unas semifinales de Copa y pasear por primera vez en la historia el nombre del Granada por Europa, entre otros hitos. Un periodo de bonanza que terminó convirtiéndose en un oasis dentro de años de turbulencias.
Diego Martínez se marchó tras desavenencias con la propiedad y para cubrir su vacío se contrató a Robert Moreno, un entrenador sin apenas bagaje real en un banquillo de Primera, apuesta que, a pesar de dejar algunos tramos esperanzadores, terminó engullida por las expectativas. Para intentar salvar el año, la entidad dejó la responsabilidad en Torrecilla, primero, y Karanka después, algo que no evitó el descenso en una última jornada agónica.
Karanka se mantuvo en el puesto para tratar de devolver al Granada a la élite, pero los resultados volvieron a dictar sentencia y fue cesado, una decisión tras la que llegó a Los Cármenes Paco López, que con un final de temporada sobresaliente logró de forma inesperada el pasaporte a Primera.
Con Paco López al frente, la estabilidad parecía de regreso al conjunto nazarí, pero el club volvió a caer en la precipitación y destituyó al técnico tras 14 jornadas para colocar en el cargo al Cacique Medina, un entrenador sin experiencia en Europa que fue un total fracaso. Asumiendo el error, Matteo Tognozzi recurrió a Sandoval como solución de emergencia, pero los milagros rara vez ocurren en el fútbol y el descenso fue inevitable.
Tognozzi no aprendió de lo ocurrido, y para el proyecto en Segunda volvió a coger la misma piedra para tirarla a su propio tejado, entregándole los mandos del equipo a Guille Abascal, un entrenador joven y sin experiencia en la categoría que ha durado seis jornadas en el cargo, cerrando un ciclo de inestabilidad y malas decisiones.
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