Félix Campo: "Sabía que el Granada acabaría en Primera, pero lo de ahora es una pasada"

El que fuera portero del Granada durante dos temporadas atendió a nuestro medio una década después de su retirada, y recordó todo lo que vivió en aquella convulsa etapa para el club

Fran Calvo  |  21 de diciembre de 2020
Félix Campo, mítico guardameta del Granada, durante un entrenamiento en su etapa como futbolista en la ciudad de la Alhambra
Félix Campo, mítico guardameta del Granada, durante un entrenamiento en su etapa como futbolista en la ciudad de la Alhambra

Cuando se oye el nombre de la `pantera rosa´ del Granada CF, todo aquel aficionado rojiblanco que empezara a seguir al equipo a partir de los éxitos, desde el ascenso a Segunda o Primera División, seguramente tenga a Roberto Fernández en su cabeza. El guardameta de Chantada lució la característica equipación de dicho color durante las cinco temporadas que se defendió el arco nazarí, y pasó a ser ya habitual en los cancerberos granadinistas. Sin embargo, el mencionar ese apodo puede suponer para los nostálgicos, los que no abandonaron, rememorar a Félix Campo Alonso, un salmantino nacido en 1979 y que comenzó a poner el rosa como una seña de identidad en la portería del `Nuevo Los Cármenes´.

Félix Campo se reconfirmó en la ciudad de la Alhambra como uno de los mejores de toda la Segunda B en su puesto, algo que ya había demostrado en el Baza, y vivió con la elástica nazarí desde una casi clasificación a los Play Offs de ascenso a la categoría de plata, hasta un arrodillamiento por impagos, en una época en la que la entidad estuvo al borde de la desaparición. Sólo fueron dos campañas (2007/08 y 2008/09), pero la intensidad de esos dos años, para todos los que estuvieron en primera persona, hace que aún sea uno de los porteros con mejor recuerdo en la retina de los seguidores rojiblancos.

Hoy en día, con el cartel de futbolista ya dejado atrás desde hace una década, ocupa su trabajo dedicado al mundo de los animales, pero no olvida su pasado con los guantes en las manos. El ex jugador del Granada, entre otros, hizo un pequeño alto en su vida diaria para atender una llamada telefónica de un servidor no apta para melancólicos desde su Salamanca natal, donde se encuentra localizado su agricentro de mascotas.

 

“Mi vida ha cambiado mucho, imagino que como la mayoría de los jugadores cuando dejamos el deporte. Ahora me dedico a los animales, y en lo que respecta al fútbol sigo al Granada y poco más, y sólo he vuelto a pisar un estadio cuatro veces desde mi retirada, dos de ellas para ver a mi ex equipo” comenzó contando Félix, en relación al ritmo de sus últimos años.

Su etapa en el Granada CF

En el plano futbolístico, arrancó ese aspecto hablando sobre “cuando me ofrecieron la posibilidad de ir al Granada, tenía claro que ese era mi sitio. Sabía que tarde o temprano iba a ascender. Era una entidad con un gran apoyo detrás, y eso acaba siendo un plus para el futbolista, porque muchas veces no sólo importa el tema económico”.

Su primera temporada como granadinista “fue en la más futbolista me sentí. Al principio comenzamos algo dubitativos, con mucha gente nueva, pero cuando el equipo arrancó y emezó a funcionar todo fue mucho mejor, hubo partidos con unos 10.000 aficionados en `Los Cármenes´, que empujaban de una manera tremenda. Fue un recuerdo fantástico de aquella temporada, a pesar de que nos quedáramos fuera del ascenso en el último minuto de la última jornada”.

Precisamente, prosiguió sus palabras refiriéndose a aquella última fecha en `Linarejos´ y lo que ocurrió en el Baza – Mérida que se jugaba en el `Constantino Navarro´, donde un 2-1 a favor de los locales a falta de 6 minutos le valía al Granada para alcanzar la fase de ascenso, incluso el empate servía, pero el cuadro provincial acabó sucumbiendo por 2-4 en unos últimos instantes algo inexplicables. Sin embargo, “no soy de los que echan la culpa a terceros. Si hubiésemos sacado algún punto más los deberes estarían hechos. Además, estoy convencido de que, si hubiéramos entrado en Play Off, ascendemos seguro, porque veníamos muy fuertes”.

“En el autobús de vuelta se habló poco. La sensación era de haber defraudado, por no haber conseguido nuestro objetivo, pero el depender de terceros tenía estas cosas. Siempre queda la opción de la pataleta, aunque yo más bien le di mil vueltas a puntitos que nos dejamos por el camino” añadió.

La siguiente campaña, su última como jugador del Granada, “fue un año gris. Para mí, todo lo malo empezó en el día en que echaron a Óscar Cano tras el partido ante el Écija. Estaba yendo a mi casa, lo escuché por la radio, y pensé que era broma. Con él todo funcionaba bien, sabíamos lo que queríamos hacer, y a partir de ahí llegó un técnico con una manera diferente de hacer las cosas, que no encaja bien en el vestuario. Después, vinieron los problemas extradeportivos, y se juntó todo”.

Justamente esa temporada puso fin a una racha como titular que abarcaba todos los minutos posibles de la anterior. Primero, una pequeña lesión le hizo quedarse fuera al comienzo del campeonato, y después, con la liga algo más avanzada, una decisión técnica del entrenador Pedro Braojos le relegó al banquillo en favor del panciverde José Antonio Campaña. Sobre ese hecho, explicó que “yo me enteré de mi suplencia en el campo del Granada 74. Tenían que entrar al vestuario sólo los titulares, porque era pequeño, y yo, desde mi confianza, me dispongo a entrar cuando Braojos me dijo que no, que me quedaba fuera, y mi cara fue de póker, aunque el entrenador es quien decide”.

“No soy partidario de cambiar a los guardametas, salvo tragedia. Ni para José Antonio ni para mí fue una situación cómoda, y la sensación que teníamos era la de que, en cuanto se perdieran puntos, habría relevo en la portería. Pienso que intentó matar moscas a cañonazos” aclaró.

Despedida del club y retirada

Casualmente, el choque donde perdió la titularidad por unas jornadas sería, pero en la segunda vuelta, su último como jugador del Granada CF, aunque “no tenía ni idea de que sería mi último partido. Es más, me quedaban dos años más de contrato, y en ningún momento tuve la sensación de que me iba a marchar. Sin embargo, llegaron los problemas económicos y los jugadores que teníamos una ficha alta éramos un lastre para el club, por lo que nos invitaron u obligaron a salir”.

Al término de esa temporada aterrizó en la ciudad Quique Pina, quien le hizo un lavado de cara por completo al club durante el verano, y uno de las numerosísimas salidas en la plantilla fue la del portero. “En Granada, Quique me comentó que no contaba conmigo, que ya tenía a un portero de su confianza. Las negociaciones se dilataron, poco a poco se me fueron cerrando puertas, y estaba dispuesto a quedarme, aún sin ficha. Salió algo de Lorca, pero sólo hablé una vez con ellos el año anterior, y no sé quién se sacó esa noticia de la manga” argumentó sobre su marcha de la entidad nazarí.

Su destino final fue el Zamora, donde “me rompí el ligamento de un dedo de la mano en pretemporada, y decidí probar juntándome dos dedos y cosiendo los guantes, pero jugué con unos dolores tremendo. Allí teníamos un buen once, pero con una plantilla corta, así que salvamos la categoría y gracias”.

Y, después de esa difícil campaña en el cuadro zamorano, se produjo su inesperada retirada a los 30 años, la que para muchos es la mejor edad para un guardameta. El salmantino fue claro, y resumió esa decisión en un hecho que parece muy simple, pero que, para cualquier ámbito de la vida, es fundamental: “Perdí la ilusión. Entre las cosas que me prometí cuando empecé mi carrera fue que no me arrastraría por los campos, y que no seguiría cuando no tenga la motivación suficiente”.

El día que fue visitado por un trabajador del Betis que portaba un reloj más caro que su coche

Félix Campo completó prácticamente toda su carrera profesional en Segunda B, a pesar de tratarse de un cancerbero con cualidades sobradamente demostradas para dar el salto a una categoría superior. Y, no sólo a Segunda, sino a un equipo que, en aquellos años, luchaba en Europa: “Tengo una espinita que llevaré siempre. Mediada mi primera campaña en Baza, que me salió bastante bien, me llama un representante diciéndome que me vendrán a ver del Betis en un partido contra el Córdoba, y cuelgo pensando que era una broma”.

Ese mismo domingo descubrió si la “broma” era tal, o si, por el contrario, se trataba de la mayor oportunidad de su vida. “Sin embargo, cuando acabó ese encuentro, me paró un hombre que llevaba un reloj más caro que mi coche, que trabajaba para el Betis, y me preguntó que si quería jugar para ellos. Mi respuesta fue que, si me indicaba la carretera, iba caminando” relató con cariño.

Pero, cuando ya existía un precontrato, ocurrió algo que, hasta ese momento, parecía imposible de prever, la dimisión de `Don Manué´: “Me querían para ser tercer portero, me pidieron los datos y negociamos, unos 65.000 euros que era en aquel entonces el sueldo mínimo profesional. Casualidades de la vida, Lopera y Serra Ferrer salieron del Betis, llegó Irureta y sólo deseaba dos guardametas”.

Las desdichas en ese frustrado fichaje continuaron cuando “accedí a tener ficha con el filial, aunque no me hiciera mucha gracia, pero iba a estar con el primer equipo igualmente. Pero, a los días me llamaron, y me dijeron que, al haber nacido el 18 de noviembre y no el 1 de enero, no cumplía los requisitos de edad para estar en el filial”.

Sobre ese tema, añadió que “me pidieron que, por favor, fuera muy discreto, ya que la operación se podía romper. Fui hermético a más no poder. Y, al final, se me quedó cara de tonto”.

 
En la imagen se ve al exguardameta en un acto relacionado con su actual vida laboral, dedicada a los animales
En la imagen se ve al exguardameta en un acto relacionado con su actual vida laboral, dedicada a los animales

Un Granada muy diferente al que él vivió

Dejando de lado aquella anécdota, entre comillas, de su firma con el Betis, volvió a centrarse en el que fuera su antiguo equipo y que hoy disfruta por los estadios del continente. “Esperaba que el Granada algún día iba a ascender, pero, no imaginaba que llegara hasta ese nivel. Es una pasada. No sólo por el tema de la Europa League, sino porque, juega contra el Real Madrid o el Barcelona y, hoy en día, sabes que no van a pasar la tarde, sino que el equipo va a plantar cara” aseguró Campo.

De su anterior etapa como miembro del plantel presidido, por aquel entonces, por Paco Sanz, “hablo de vez en cuando con el preparador físico de mi época, José Alfonso Morcillo. Precisamente, mi amistad con él ha conllevado a los dos partidos que he podido ver del Granada hasta ahora, uno en Salamanca y otro en Valladolid el día de la permanencia, por proximidad, y siempre con nuestra afición”.

“Comentamos cómo han cambiado las cosas. Las circunstancias son muy distintas, el club se ha profesionalizado muchísimo, y eso hace que determinados problemas dejen de serlos, y que los jugadores estén centrados en lo que tienen que estar” destacó el ex guardameta.

Rememorando de nuevo su etapa como granadinista, afirmó sin titubeo que su mejor momento fue “el partido contra el Ceuta en casa en la penúltima jornada de mi primera temporada, que ganamos 1-0 con gol de Carlos Ruiz. Vino mucha gente al estadio, a pesar de toda la lluvia que cayó, y tuvimos la sensación de que nada nos iba a parar de cara al ascenso”.

Mientras que, por el lado contrario, “el peor fue a mi llegada, ya que pensé que sobraba y que no era mi sitio. A pesar de venir de hacer dos campañas muy buenas en Baza, todo el tiempo eran comparaciones con Gustavo en pretemporada. Él pudo ser fantástico durante varios años, pero no se podía comparar a ese Gustavo con el Félix Campo de su primera pretemporada. Durante las primeras semanas tuve dudas, pero luego me sentí muy a gusto”.

En el seno nazarí, para los que vivieron esos años, aún se recuerda como hecho curioso el ver a Félix Campo sobre el césped de `Los Cármenes´ durante la temporada 2008/09 enfundándose la camiseta con una apariencia distinta al resto de sus compañeros. Y es que, en la parte trasera, su nombre y dorsal lucían mostrando un “efecto espejo”, al revés, como si de una escritura árabe se tratara: “Fue un simple error de imprenta. Incluso, leí que era por superstición, y lo que pasó es que la situación económica del club no permitía pedir más camisetas, así que aquella era la que había, y con la que tendría que tirar toda la temporada. Que vino del revés, pues así se quedaría”.

Una `Puerta de los filipinos´ y las camisetas de Pepe, Paula y Lucía

Concluyendo la conversación, quiso enviar un mensaje “a toda la afición que aguantó en Tercera, cuando lo más fácil hubiera sido abandonar, les estoy agradecido. Tuve la oportunidad de jugar en el Granada gracias a ellos, porque no se vendieron a otro club”.

“Leí la semana pasada que a Diego Martínez le habían puesto una puerta en su honor. Pues, no estaría mal que también se buscara un hueco para recordar a toda esa gente, porque lo que hicieron sí que es meritorio” reseñó, con mucha razón, el ex portero de Baza y Granada.

Además, quiso contar un suceso que le hizo recordar aquellos momentos, y que guarda en su retina con mucho aprecio: “Hace un par de años, me llegó un paquete desde Granada a mi trabajo. Era de Pepe, un granadinista de pro ya jubilado, y a quien le regalé una camiseta cada año que jugué en el club. Dentro de ese paquete estaban esas mismas dos camisetas, con la serigrafía del nombre de mis hijas Paula y Lucía debajo del dorsal. Es el gesto más bonito que han tenido hacia mí y, a pesar de que no guardaba camisetas, ya que las regalaba todas, me hizo una ilusión increíble”.

Puso fin a la charla esperanzado de poder volver pronto a Granada, y es que su deseo es que “mis hijas vean `Los Cármenes´ algún día”. Seguro que, cuando el Coronavirus lo permita, las pequeñas de Félix Campo podrán vivir en primera persona el ambiente del coliseo del Zaidín que un día, hace algo más de una década, idolatraba a su padre. A buen seguro será, bien en un partido de Primera División, o bien de Europa League, quedando ya lejos la época en el barro, pero que, de no haber sido por los que sobrevivieron en él, la historia del Granada CF se contaría hoy de una forma muy distinta. Y no anda equivocado cuando dice que en las puertas honoríficas del estadio debería haber un espacio para todos aquellos que lo hicieron posible. Uno de ellos fue la primera `pantera rosa´ que tantos goles evitó para los suyos, que tantas alegrías dio, y que tantos momentos dejó para los románticos de aquel Granada de Segunda B.

@Francalvo1996

francalvo@granadaenjuego.com

 
 
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