La afición sí fue al derbi para luchar
AMBIENTE | La parroquia rojiblanca recibió al autobús del equipo como en las grandes citas. Ambiente de fraternidad con los amarillos que solo quedó salpicado por un hecho puntual en la previa del encuentro
Un Granada - Cádiz siempre es sinónimo de fiesta entre dos grandes aficiones y un ambiente de hermandad total. El Día de Andalucía invitaba, además, a que esa fraternidad se incrementara, independientemente de que los dos equipos se jugaban algo más de tres puntos en la noche del lunes. Los hinchas aparcaron lo futbolístico durante las horas previas al encuentro del ‘Nuevo Los Cármenes’ y fluyeron con total amistad durante la mayor parte de la tarde en los alrededores del estadio, respirándose esa magia de los derbis por cada esquina y cada bar en los que se asentaron.
La afición nazarí sabía de la importancia capital del partido. Por ello, brindó un recibimiento como el de las grandes citas a los suyos. El autobús del equipo apenas podía avanzar entre la muchedumbre al entrar en Pintor Maldonado rumbo al parking del estadio. Esos escasos metros se hicieron eternos y un sinfín de cánticos y bufandas al aire alentaron a los hombres de Robert Moreno. El Cádiz también fue objeto de esa bienvenida, aunque a la inversa, fruto de la rivalidad deportiva que rodeaba al duelo.
Poco antes, se sucedió el único momento de crispación entre las dos aficiones. Mientras los rojiblancos esperaban la llegada de su equipo, decenas de radicales amarillos hacían su desembarco sin medidas de seguridad alguna, como “Pedro por su casa”. Lo que parecía, en principio, una tónica amena pasó a ser una batalla de insultos entre aislados seguidores de un lado y otro, con lanzamiento de alguna botella de cristal incluido. Fue ahí cuando las fuerzas de seguridad aparecieron y se llevaron del lugar a los aficionados cadistas, desafiantes ante las cámaras de los medios de comunicación.
Un ambiente totalmente distinto al que se vivió en la sede de la Peña ‘Los Cármenes’. Allí, Juan Daniel y su abuelo Juan, los dos seguidores gaditanos que se hicieron virales por su gesto de deportividad con unos cromos en el partido de ida, recibieron un merecido homenaje. Habían viajado hasta Granada en los autobuses dispuestos por la federación amarilla, y la homónima rojiblanca les hizo entrega de dos entradas para el derbi, tal y como se les había prometido.
Con casi 15.000 personas dentro del estadio, de las cuales más de un millar procedían de la Tacita de Plata, el ambiente fue espectacular, sobre todo cuando los jugadores saltaron al verde. El himno a capella vino acompañado de un tifo preparado por la Grada 1931 en la zona de preferencia, en el que se podía leer “Granada, venimos a luchar”. Mientras tanto, los ocupantes de la zona visitante intentaban hacerse oír a ritmo de “Me han dicho que el amarillo” del gran Manolo Santander.
La actuación del equipo no invitó a un gran colofón final, aunque los ánimos no cesaron hasta el minuto 93. En el descuento, los cánticos de “Robert vete ya” se escucharon prácticamente al unísono, aunque algunos no compartían la postura de que se produjesen antes de finalizar el encuentro. Peor aún lo hizo el energúmeno, claramente falto de educación y respeto en su casa, que increpó al futbolista visitante Carlos Akapo gesticulando como un mono y siendo, también hay que decirlo, parado por otros espectadores que sí son aficionados. Como dijo el bueno del ecuatoguineano, ese “gilipollas” no representa a una afición que estuvo de diez, antes y durante el envite.
@Francalvo1996
francalvo@granadaenjuego.com
El técnico tiene a su disposición a seis jugadores para utilizar en la zona central del campo
La idea del club es ser más accesible para su masa social
