Una temporada para el olvido
En otro curso con tres entrenadores, el Granada siempre estuvo por debajo de las expectativas
Tras digerir otro doloroso descenso, el Granada trató de recomponerse y logró moldear una plantilla competitiva, que sobre el papel, tras retener a varias de las piezas clave, parecía preparada para luchar por el ascenso directo, pero todo resultó ser una ilusión que nunca estuvo a la altura de las expectativas.
Después de fallar con Alexander Medina, Tognozzi trató de colgarse una nueva medalla de visionario apostando por Guille Abascal, un entrenador sin experiencia en la categoría, descartando otras opciones que parecían más lógicas y evidentes, un movimiento que resultó ser catastrófico.
El técnico hispalense arrancó el curso con un único triunfo en seis jornadas, incapaz de ganar en 'Los Cármenes', dejando escapar un buen puñado de puntos, minando la confianza del grupo y de la afición. Tras el evidente fiasco, el club no tardó demasiado en reaccionar y decidió destituir a Abascal, dándole las riendas del proyecto a Escribá.
El cambio de fórmula la sentó bien al equipo, que reaccionó de forma brillante, encadenando cuatro triunfos consecutivos que le permitieron escalar posiciones, volviéndose a enganchar al pelotón de cabeza. Cuando todo parecía miel sobre hojuelas llegó una inesperada derrota ante el Levante y un nuevo tropiezo contra el Zaragoza, dos varapalos que despertaron de nuevo las dudas.
Tras esas turbulencias, el Granada parecía que se recomponía, pero desde entonces no encontró la regularidad, intercalando buenos resultados con decepciones como contra el Almería, el Oviedo o el Levante, una inconsistencia que mantuvo a los rojiblancos fuera de los puestos de privilegio.
Esta tendencia se mantuvo en el tiempo, pero tres empates consecutivos coronados con la goleada encajada ante el Córdoba, y todo aderezado con reproches públicos por parte de Escribá hacia algunos jugadores hizo que algo se rompiese en el vestuario, que parecía haber dejado de creer en el mensaje del técnico valenciano.
El 5-0 en el Arcángel no supuso la destitución de Escribá, que siguió algunas semanas más en el alambre. A pesar de las dudas, el equipo consiguió encadena tres victorias consecutivas ante Almería, Albacete y Cartagena, con una reacción que llegaba en el momento justo y que parecía la definitiva, pero todo quedó en un mero espejismo.
La buena dinámica se truncó ante el Elche, con un empate al que le siguieron dos derrotas frente al Málaga y Eibar que terminaron por sentenciar a Escribá, más por cómo llegaron esos tropiezos, con un equipo desdibujado y sin alma, que por los resultados negativos.
Lejos de buscar un bombero para intentar salar el curso, el Granada realizó el primer movimiento coherente en meses, logrando incorporar a Pacheta como primera piedra para el proyecto del próximo curso, con independencia de lo que ocurriese en las tres últimas jornadas, en las que revertir la situación se antojaba muy complicado.
A pesar de los obstáculos, Pacheta le cambió el semblante al equipo, que reaccionó imponiéndose en 'Riazor' y el Castellón para llegar a la última jornada dependiendo de sí mismo. Finalmente, el Granada no aprovechó dicho privilegió y sucumbió en 'El Sardinero', rubricando un epitafio a la altura del despropósito de la temporada.
En total, el Granada ha estado únicamente siete jornada entre los seis primeros, sumando 37 puntos en su estadio, cifras que evidencian el curso tan deficiente que ha completado el equipo, que no merecía una plaza en los playoff. Ahora queda aprender de los errores, hacer autocrítica para construir un equipo competitivo y con hambre que devuelva la ilusión al grnadinismo.
Afirma que lo del domingo fue una de las decepciones "más grandes" que ha tenido