Paquillo Fernández, olímpico de leyenda

Ramón Ubric/ Guadix  |  24 de julio de 2012
Paquillo recuerda con cariño sus tres participaciones olímpicas
Paquillo recuerda con cariño sus tres participaciones olímpicas

Es el deportista granadino más laureado en los Juegos Olímpicos con tres participaciones (Sidney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008), y una plata olímpica en Atenas. El TAS le ha dejado sin sus cuartos Juegos en Londres

 

Las 9:28 de la mañana del 20 de agosto del 2004 pasarán a la historia como el momento en que el único granadino, ganador de una medalla en unos Juegos Olímpicos, cruzó la meta de la prueba de los 20 kilómetros marcha en Atenas 2004 colgándose la medalla de plata. Ese hito, del que nunca se olvidará, lo consiguió el marchador accitano Francisco Javier Fernández Peláez “Paquillo” (Guadix, 6 de marzo 1977) que, además, tiene dos diplomas olímpicos con su séptimo puesto tanto en Sidney 2000, como en Pekín 2008. Es una auténtica leyenda olímpica granadina y, tan solo, una controvertida decisión del TAS tras el recurso de la IAAF, le ha dejado sin la posibilidad de participar en sus cuartos Juegos Olímpicos.

A pocos días de que comiencen los Juegos de Londres 2012, quedamos con Paquillo en su tienda de Run 04 en Guadix. Nada más entrar en la tienda, uno se lleva la sorpresa de poder contemplar la medalla de plata olímpica en Atenas 2004 y múltiples recuerdos de aquella efeméride como su dorsal 1578 o una gran fotografía con el instante de rabia en el que Paquillo celebraba la plata, solo superado en los últimos metros por el italiano Brugnetti. La tiene bien guardada en su cajoncito como un auténtico tesoro y la tienda está repleta de recuerdos de aquel día en que su mentor Manuel Alcalde, fallecido ese mismo año, le hizo que sus piernas marcharan más rápido y consiguiera una medalla que guardará siempre y para la historia.

- Se acercan los juegos de Londres 2012 donde podrías haber estado, ¿qué sensaciones tienes estos días?

Es todo diferente. En los últimos tres Juegos Olímpicos he estado preparando al cien por cien la prueba de 20 kilómetros, pero no por ello voy a perder la ilusión de verlos por televisión y de estar apoyando a todos los españoles y a muchos amigos míos que van a esos Juegos Olímpicos (en referencia al marchador irlandés, Robert Heffernan) y que, además, formo parte de su preparación.

- Viviste ya el Europeo de Barcelona 2010 desde tu casa y ¿cómo vas a vivir estos Juegos de Londres desde tu domicilio acostumbrado a estar en ellos?

Creo que van a ser raros, porque en los tres últimos Juegos estaba en ellos. Cuesta adaptarse porque me hubiese gustado ir a los Juegos de Londres y haber conseguido mi segunda medalla olímpica, pero las circunstancias que todos sabemos no me han permitido estar y ahora lo que quiero es verlos por televisión, disfrutar de ellos y ver muchos amigos míos que tienen también bastantes posibilidades de conseguir éxitos y animarlos también por whatsap que es la moda ahora.

- Paco, sinceramente, ¿se te ha pasado ya la decepción de no poder participar en Londres, porque hubieras hecho aún más historia?

Sí, las cosas se ven diferentes conforme más edad tienes y creo que tengo una edad en la que he vivido muchas cosas buenas y también otras cosas no tan buenas. Tengo 35 años y la edad me ha hecho sabedor de saber aceptar las cosas como vienen y saber que en la marcha no se acaba la vida, que hay muchísimas más cosas y que, por suerte, tengo otras muchas cosas más.

- Una pasada poder participar en tres Olimpiadas, ¿qué se siente al haberlo conseguido y más en estas fechas?

Participar en unos Juegos Olímpicos es el sueño de cualquier deportista. Cuando yo empecé en la marcha era mi sueño y cuando empiezas a hacer deporte lo que te dicen los maestros y los entrenadores es si te gustaría participar en unas Olimpiadas. Evidentemente, es el sueño de cualquier deportista, yo lo conseguí con tan solo 23 años en Sidney 2000, para mí fue alucinante, una enorme satisfacción de saber que podía ir. Conseguir una medalla ya se complica demasiado, pero cuando lo consigues eres el deportista más feliz del mundo. Si no tuviese medalla olímpica, yo cambiaría todas mis medallas europeas y de mundiales, por una medalla olímpica. El conseguir algo grande en los Juegos Olímpicos es muy difícil, porque tienes que mantener un nivel muy alto durante cuatro años y llegar al cien por cien a unos Juegos y sacar una medalla es difícil, porque la próxima posibilidad la tienes cuatro años después y eso se hace el colmo de la complicación.

- ¿Qué diferencia hay entre una carrera de marcha en unos Juegos Olímpicos a una prueba de un Mundial o un Europeo?

A priori, para nosotros es un campeonato más, van los mejores del mundo, nos conocemos todos los rivales, pero hay algo más, hay una chispa que no la tienen los Campeonatos del Mundo y es el ser Juegos Olímpicos. Eso quiere decir mucho, la preparación es más exigente, has estado cuatro años esperando ese momento, has podido ser segundo del mundo el año anterior, pero en los Juegos la motivación es extra, los patrocinadores te apoyan más, sales más en los medios de comunicación,… Se forma un circo más grande y eso hace que muchos deportistas sepan superarse muchísimo más y es algo especial.

- Desde pequeño, creo que tu máxima aspiración era participar en unos Juegos Olímpicos, ¿no?

Participar en los Juegos es lo máximo y, a partir de ahí, todo lo que consigas, bienvenido sea.

- Curiosamente, te sigue los pasos Alberto Amezcua que ha estado a punto de participar ya en estos Juegos de Londres, ¿cómo lo ves? Alberto ha hecho una gran temporada, creo que va a ser el futuro de la marcha española, conozco su actitud y va a estar ahí. Todo dependerá de que no se lesione, que le apoyen que es muy importante en estas edades, pero no ha podido ser todavía. No es ninguna decepción no poder estar en los Juegos. Es muy joven, tiene muchísimos campeonatos por delante y estoy seguro que, si nada se tuerce, va a estar en unos Juegos Olímpicos. Alberto va a ser un gran campeón y lo más importante es que hay que apoyarle en todo, en lo bueno y en lo malo.

- Con 23 años participas en tus primeras Olimpiadas, en Sidney 2000 donde logras ser séptimo, ¿qué recuerdos tienes?

Recuerdo cómo llegué a Madrid donde cogí el traje para el desfile, pero finalmente no desfilamos porque estábamos entrenando en Adelaida. Recuerdo que estaba con Manuel Alcalde, mi entrenador de toda la vida. Allí vi deportistas que solo había visto por la tele, el equipo de fútbol, de balonmano,… me acuerdo de ver a muchísima gente que me sorprendía el verla de cerca y comiendo conmigo en el restaurante. Había una gran villa olímpica, donde fue impresionante convivir allí con los deportistas por el buen ambiente que había. Y también recuerdo los nervios de participar en unos Juegos Olímpicos al ser mi primera vez.

- ¿Sentiste mucha presión por parte de la prensa española, porque venías de ser bronce en Budapest 98 con solo 21 años?

Pienso que sí, yo me cargué a mis espaldas a la marcha española con 21-22 años, ya que Massana y Daniel Plaza prácticamente se estaban retirando y faltaba alguien que recogiera el testigo, lo que hice siendo tercero de Europa en Budapest. Eso te hace llevarte la marcha española a tus espaldas y llevarla un niño con 21 años era difícil, porque la marcha en nuestro país tiene historia y nombres importantes. Sí que es verdad que tuve que superar a demasiados medios de comunicación que yo no estaba acostumbrado a eso y decían que yo era el favorito de la marcha española,… Fue un poco todo que tuve que digerirlo bien y, poco a poco, fui aceptándolo, aunque sí noté las excesivas ganas de que la marcha no parara y de que Paquillo Fernández, ese niño que venía, que consiguiera medalla.

- ¿Cómo te sentó la séptima plaza en Sidney 2000? Fue un resultado muy bueno, importantísimo.

En el 98 fui tercero de Europa, en el Mundial de Sevilla 99 pinché y en Sidney 2000 ya se me catalogaba como que parecía que tenía que sacar la chapita. Yo creo que tampoco eran mis Juegos Olímpicos, porque había mucha gente que se retiraba y ésa era su competición. Quizás hubiese podido conseguir el cuarto o quinto puesto con algo más de confianza y quitándome las pasadas de los nervios que, a veces, te juegan malas pasadas en la competición, pero la medalla era muy difícil. Contento porque sabía que no eran mis Juegos Olímpicos y luego demostré que los míos eran los de Atenas 2004.

- Pasan los años y en Atenas 2004 consigues el mayor éxito de tu carrera deportiva con la medalla de plata, ¿qué recuerdas de la preparación porque hubo un hecho que a ti te marcó profundamente?

El año 2004 fue un año desastroso por donde lo mires. Mi entrenador Manuel Alcalde tenía una enfermedad que llevaba tres años con ella y las cosas se estaban poniendo feas. Después yo me lesioné en el cuarto metatarsiano y estuve parado desde febrero hasta el 1 de mayo, solo haciendo gimnasia, piscina y poco más. El 24 de abril fallece mi entrenador, que era casi mi padre, mi amigo y mi confidente en todos los momentos de mi carrera deportiva. A partir de ahí, no tenía muchas ganas, pero, al final, con la ayuda de todos mis amigos, decidí preparar los Juegos Olímpicos, me curé bastante bien la lesión, empecé a entrenar y llegué a los Juegos falto de forma, pero con muchas ganas de competir y de demostrar que podía ser campeón olímpico. Yo creo que esa chispa que me faltaba la tenía en la cabeza y como el 50% es la cabeza y el 50% lo físico, pues estaba muy bien compensado. No estaba al cien por cien físicamente, porque no había tenido tiempo y llegué con mucha confianza y, al final, pude conseguir una medalla de plata que estuvo a punto de ser de oro y fue el mayor éxito de mi carrera deportiva y algo importantísimo en un año muy difícil, lo que hizo que la medalla no fuera solo mía, sino también de mi entrenador Manuel Alcalde.

- 20 de agosto de 2004 en Atenas, ¿qué recuerdas de ese día, cómo te levantas, con quién compartes habitación,…?

Comparto habitación con Juan Manuel Molina y David Domínguez. Los compañeros que he tenido en la Selección Española siempre nos hemos llevado muy bien. Ellos sabían que yo había pasado un año difícil, que venía con muchas ganas y quería conseguir un éxito importante y que esa era mi Olimpiada, porque, o cogía ese tren, o no sabes ya si vas a volver a competir. Nos levantamos y nos decimos lo típico “hoy es el gran día y tenemos que hacerlo lo mejor posible porque son unos Juegos Olímpicos”. Nos miramos y ya sabemos lo que tenemos que hacer cada uno porque ya estamos curtidos en este tipo de competiciones. Nos vamos a desayunar y siempre estás concentrado pensando en la competición, intentas pasar una noche lo más digna posible, por la mañana tomas tu café, tu tostada,… Es una situación que lo pasas un poco mal, pero que es bonita, con unos nervios diferentes a los de la primera Olimpiada. Son una sensación de saber que vas a salir a una pista de atletismo y vas a intentar sacar una medalla para ti, para los tuyos, sabiendo que España entera te va a estar mirando. Son sentimientos bonitos y que son únicos.

- ¿Tenías alguna superstición antes de la carrera ese día o dentro de la misma, porque eras de los que te gustaba tomar la cabeza de la prueba desde el primer kilómetro?

Siempre que he competido me ha gustado llevar el timón de la carrera, llevar la cabeza y sentirme el jefe, el que mandaba, el que llevaba el ritmo, el que te respetaran los rivales,… De todas maneras, he intentado cambiar en algunas ocasiones y tampoco se me ha dado mal, pero si me gustaba estar adelante en el grupo, no el primero, pero sí desahogado, mandando en la carrera, era un tío que siempre me ha gustado llevar las riendas de la carrera, porque creía que era una buena decisión. Las mejores carreras que he hecho ha sido desde el principio salir y ganar. Los Juegos de Atenas fueron diferentes, estuvimos en grupo, no me podía arriesgar a irme tan adelante, porque, al final, las competiciones son diferentes y los Juegos Olímpicos son otra historia.

- En Atenas, estuviste a un pasito del oro, porque no se esperaba que el italiano Ivano Brugnetti iba a marchar también y ese día estuvo colosal.

Habíamos competido muchísimo juntos. Yo lo conocía, pero tampoco tenía mucha información de cómo había estado entrenando. Nunca me había ganado ni en un 20, ni en un 10 y fue una sorpresa impresionante. Brugnetti hizo una carrera muy buena, en la que aguantó muy bien y en los Juegos Olímpicos hay favoritos, pero siempre hay una sorpresa en las medallas que, en este caso, fue Brugnetti. Jefferson Pérez estaba ahí y, al final, se quedó cuarto y fue una sorpresa para lo malo. Brugnetti no era el favorito, sino que era Jefferson Pérez.

- ¿Ha sido el ecuatoriano Jefferson Pérez el rival que más has temido en tus tres Olimpiadas?

Fue más bestia negra en los Mundiales, porque en Sidney 2000 Jefferson fue cuarto y yo aún no estaba preparado. En Atenas sí fue el referente, porque habíamos sido primero y segundo en el Mundial de París 2003 y después en Pekín éramos también Jefferson y yo los favoritos.

- Ante una de las fotografías de la celebración de la plata olímpica que posee en su tienda Run 04 en tamaño gigante, Paquillo define su gesto de rabia y de mirada al cielo así:

Es un gesto de rabia, estaba muy contento por conseguir la medalla y en otras fotos se me ve mirando al cielo brindándole la medalla a Manolo, porque ahí sentía mucha rabia por lo que había pasado durante todo el año y había logrado un éxito deportivo que nunca lo había soñado. Sabía que era muy difícil y estaba pasándolo mal entre comillas, es una rabia emocionante. Mi primer abrazo fue con Ivano Brugnetti y en cuanto llegué al aeropuerto me recibió mi familia. Cuando ya llegas aquí ha pasado un par de días y todo se ve diferente, todo cambia y luego me recibieron en el Ayuntamiento y mis amigos. Es muy bonito un éxito en la vida y en el deporte más aún, porque te lo reconocen públicamente medios de comunicación, familia, amigos, gente que ves por la calle y eso se multiplica por mucho.

- Paquillo aún guarda el dorsal 1578 de Atenas 2004, las gafas y la equipación de la Selección Española de aquel mágico día.

La equipación, el dorsal y las gafas las guardo en casa, además del crespón negro por Manuel Alcalde. También tengo las zapatillas porque al sacar una medalla olímpica lo guardas todo, fue realmente alucinante y sacar una medalla para mí fue impresionante.

- Con la medalla de plata entre las manos ocho años después, Paquillo recuerda lo que se pasaba por la cabeza durante la ceremonia de entrega de la misma.

Eso es un poco más parecido a lo que sientes por ganar otras medallas. Llegar y conseguir una medalla en cualquier campeonato, te acuerdas de todo lo que has entrenado, de lo que han sufrido todos tus amigos, tus familiares, tu entrenador,… de los malos momentos que has pasado, pero sientes una satisfacción muy grande porque dices que, con todo lo que has pasado, consigues un premio que es tuyo, pero también de mucha gente que ha sido partícipe de este éxito. Yo tenía un fisio, un médico, una psicóloga, un entrenador, tenía gente que cuidaba de mi salud, de mis piernas, de mi cabeza y todo eso solo no se puede conseguir. Te acuerdas de que hay mucha gente detrás de ti y que a toda esa gente le debes un trocito de esta medalla.

- ¿Cuántas veces te has levantado y has observado la medalla de Atenas diciendo, de verdad lo he conseguido yo?

Las medallas tengo una pequeña oficina en mi casa y las tengo guardadas en una estantería. Yo siempre decía lo mismo, cuando ganaba una medalla la guardaba y, si quería ganar más, no las miraba, porque mirar una medalla si quieres ganar otra es cosa de conformismo. Hacía como si no tuviera ninguna para intentar ganar otra. Hoy cuando me la ha traído mi sobrina ha sido el primer día que la he mirado desde hacía muchísimo tiempo, aunque es muy bonito. Espero que con 50 años lo haga y se la enseñe a mis hijos y a mis nietos, pero nunca me ha gustado vivir de recuerdos, por lo que siempre las guardaba y las miraba cuando iba a hacer algún reportaje.

- A los Juegos Olímpicos siempre te han acompañado muchos amigos y supongo que con ellos habrás pasado multitud de anécdotas.

Lo hemos pasado fenomenal y el hecho de que fuese alguien de Guadix a verme a las Olimpiadas, gente como Paco Garzón, Jacinto o Juan Luis Balboa es algo muy importante para mí, el acabar la competición y tener alguien cercano allí. A lo mejor en la de Pekín quedar séptimo sí fue una decepción para mí y tener gente de tu alrededor que te apoye es algo único y se lo agradezco muchísimo porque ellos siempre han estado apoyándome.

- En Pekín 2008, ya con Robert Korzeniowski de entrenador, se apostaba porque la medalla era prácticamente fija y terminaste séptimo, ¿con qué sabor te quedaste?

Si tuviese que firmar una medalla ese día no la hubiera firmado, porque yo estaba para ganar, había ganado la Copa del Mundo en el mes de mayo en Cheboksary y le había ganado a Borchin que después ganó los Juegos. Estaba que me salía de forma, había preparado Pekín súper bien, quince días antes había hecho mejor marca mundial sobre 10 kilómetros en Tenerife, estaba para mí intratable. Pero llegué a los Juegos Olímpicos y los días antes recuerdo que tampoco es que estuviese entrenando muy bien, había llegado un poquito pasado, el calor me estaba mermando,… En ese momento no lo ves porque piensas que es el calor, pero ahora yo sí lo veo. Pasados unos años, ese año las ganas de una competición tan importante como los Juegos te puede hacer pasar una mala pasada. Estaba para ganar los Juegos Olímpicos, para pódium segurísimo, pero no me encontré bien y desde el principio ya iba con el gancho, cosas que no las puede explicar, porque cuando no salen las cosas algo ha ido mal. En ese momento físicamente iba roto, pinché y llegué séptimo. Estaba para ganar y fue una decepción personal y para mi equipo, porque yo estaba muy bien, pero todo el mundo tenemos culpa y ahí la cosa no funcionó bien y me quedé sin otra medalla.

- ¿Te dio tiempo a ver algo de las ciudades, de Sidney, de Atenas o de Pekín?

Veo cosillas, pero ten en cuenta que el atletismo en unos Juegos Olímpicos es la última semana, la marcha es el primer día y luego a los dos días te vas. Vas haciendo turismo y después te quedan cosas de las ciudades que te gustaría volver a ver. A mí me gustaría viajar a Atenas, porque es donde hice mi mayor éxito deportivo.

- Guadix ha sido conocido por Paquillo y tú siempre en la primera entrevista dedicabas el triunfo a tus paisanos.

Yo he sido y soy muy accitano. Cuando obtenía triunfos decía que soy de Guadix porque me siento muy de Guadix. Nací en Guadix, mi familia es de aquí y tengo mi casa, además de que quiero mucho a Guadix. Para mí no era un esfuerzo, sino que me salía espontáneamente porque lo sentía así igual que cuando te acuerdas de tu familia. Siempre me acordaba de Guadix, porque me ha apoyado mucha gente de mi ciudad y tengo que estar contento de su gente.

- Paquillo, la marcha atlética no tiene edad, en Río de Janeiro 2016 tendrías 39 años, ¿habría posibilidad de verte como a García Bragado en los 50 kilómetros?

Ahora mismo te diría que no y espero decirte que no también el año que viene. Brasil ya es para otros, toca motivarte en otras cosas en la vida. Este año tenía muchas ganas de ir a los Juegos de Londres, luchando por estar entre las medallas y, si no la hubiese conseguido, estar cerca en otra distancia (los 50). Pero las cosas se tuercen y al final las cosas no han salido, pero sí te puedo asegurar que en Brasil no, porque no tengo ya la motivación suficiente ni creo que la tenga ya como la tuve años atrás. El estar ahí siempre arriba, intentar sacar medallas y ser el mejor de España y del mundo, conlleva otras cosas que tienes que dejar de lado y yo tampoco quiero dejar cosas de lado en mi vida que también quiero disfrutar.

- A partir de diciembre, podrías volver a competir a nivel internacional, ¿te planteas la vuelta?

Te diría que no, lo mismo después digo que sí y no sé a qué nivel lo haría. La marcha atlética ha sido una forma de vida para mí y he vivido bien, he estado a gusto y el no correr ni entrenar por la mañana es difícil, pero también soy una persona muy activa que tiene muchos proyectos, que sé cambiar el chip y soy una persona muy viva, que siempre he estado que no paro. Por lo tanto, no sé lo que haré, pero lo que sí está claro es que el nivel que conseguí una vez no lo voy a conseguir ya, porque no me voy a dedicar tanto como años atrás.

 
 
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