Gato negro

CONTRACRÓNICA | El infortunio parece perseguir al Granada en las últimas jornadas

Jorge Azcoytia |  |  
23 de febrero de 2025
El Granada se volvió a quedara con uno menos (JOSÉ M. BALDOMERO)
El Granada se volvió a quedara con uno menos (JOSÉ M. BALDOMERO)

La tarde de sábado apuntaba a fiesta en ‘Los Cármenes’; el equipo se había sobrepuesto a los obstáculos y, después de mucho tiempo, iba a dormir en zona de playoffs, pero el destino tenía preparada una jugarreta más para los rojiblancos, que en dos minutos de zozobra vieron como el Zaragoza se encontraba con un empate que ni ellos mismos esperaban, añadiendo una muesca más a la serie de catastróficas desdichas que persiguen a los de Escribá en las últimas semanas.

Después de dos triunfos, el Granada parecía lanzado, dispuesto a activar la velocidad de crucero, solo quedaba doblegar al Mirandés para completar la ecuación, pero las cosas se torcieron y la falta de puntería, con varios palos incluidos, condenó a los rojiblancos, que se tuvieron que conformar con un empate en un duelo que además se saldó con la lesión de Brau y la quinta amarilla para Williams, lo que dejaba la retaguardia mermada.

En Huesca, el equipo dejó en el vestuario las posibles excusas y dominó la primera parte, en una actuación a la que solo le faltó el gol. La victoria parecía estar cocinándose, pero el guion cambió con la expulsión de Ricard, que poco antes había saltado al terreno de juego en lugar de Neva. En inferioridad numérica, los locales se adelantaron en el marcador y aun así los granadinos lograron recomponerse para firmar un empate de mucho mérito.

 

Después de las dos últimas ‘cornadas’, el Granada parecía listo para volver a sonreír, la victoria en Los Cármenes no se podía escapar. Todo iba según el plan trazado, por delante en el marcador y llevando el mando del encuentro, pero otro lance desafortunado desembocó en la expulsión de Villar, dejando al equipo de nuevo en inferioridad numérica. Como en ‘El Alcoraz’, el equipo apretó los dientes y fue capaz de marcar el segundo, acariciando una victoria que se disipó como un espejismo en pleno desierto, dejando otra vez un gesto de incredulidad en el rostro del vestuario y la parroquia rojiblanca.

A tenor de lo acontecido en los últimos encuentros, el Granada bien se podría haber cruzado con un gato negro, haber derramado sal sobre la mesa o cruzar por debajo de una escalera, pero en el fútbol, como en la vida, la suerte se trabaja y los rojiblancos parecen estar en la buena dirección, solo falta que la fortuna no conspire en su contra para reencontrarse con la victoria.   

 
 
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