La primera gran alegría

CONTRACRÓNICA | El esfuerzo defensivo del Granada tuvo su justo premio, a la octava jornada, del tan ansiado triunfo

Fran Calvo / GRANADA  |  4 de octubre de 2021
Granada explotó de alegría con la primera victoria de su equipo en liga (JOSÉ M. BALDOMERO)
Granada explotó de alegría con la primera victoria de su equipo en liga (JOSÉ M. BALDOMERO)

Se hizo esperar. Demasiado. Había ya excesiva ansiedad por conseguir la primera victoria en el Granada CF, tanto para el equipo como para la afición. Todo apuntaba a un nuevo ciclo desastroso en la historia nazarí, más similar al vivido en la campaña 2016/17 que a las tres últimas. Pero, a base de paciencia, garra y lucha, la eterna lucha, el conjunto rojiblanco supo anoche lo que es ganar esta temporada en Primera División.

El Sevilla no se presentaba a la fiesta como la más bonita para invitarla a bailar. Un rival que llegaba invicto al ‘Nuevo Los Cármenes’ y con solo dos goles encajados en liga. Aunque, en la ciudad de la Alhambra ya saben por años anteriores lo que es resurgir frente al cuadro hispalense. Y, más aun cuando el coliseo del Zaidín apoyó como lo hizo ayer, no desde el primer minuto, sino desde dos horas antes con un recibimiento al autobús digno de una gran cita. De un derbi en el que los locales se jugaban mucho más que tres puntos.

Robert Moreno varió de sistema con respecto a la derrota en Vigo y regresó al habitual 4-3-3. A destacar, la pareja de centrales formada por Víctor Díaz y Luis Abram, dos hombres que apenas habían gozado de protagonismo durante el inicio doméstico. Arriba, llamó la atención que Soro repitiese titularidad, como ya hiciera en ‘Balaídos’.

 

Quien también salió como titular fue Rubén Rochina. El saguntino no entró bien al partido, con muchas dudas, pero pronto se encargó de disiparlas. Concretamente, 25 minutos. Ese tiempo fue suficiente para sacar a lucir el primer Rochinazo de su segunda etapa. Con un latigazo envenenado desde la frontal, el extremo festejó con rabia un golazo que, a la postre, valdría oro. Se trata de un futbolista que promete irregularidad, pero cuando hace las cosas bien, no las puede hacer mejor.

 
(JOS M. BALDOMERO)
(JOSÉ M. BALDOMERO)

No estaba siendo un duelo eléctrico, pero si alguno merecía inaugurar el marcador ese era el Granada. A partir de ahí, lo de Barcelona se quedó en mera anécdota comparado con el trabajo defensivo que realizaron los hombres de Robert Moreno. El Sevilla poco pudo hacer en los últimos metros, siempre topándose con algún rojiblanco horizontal. Y, cuando lo conseguía, ahí estaba Maximiano. Su paradón en el mano a mano ante Munir, ya en la segunda mitad, fue clave.

Esta vez los últimos minutos fueron benévolos con el sacrificio nazarí. No hubo que lamentar daños, tampoco en los tres minutos de añadido que le parecieron pocos a Julen Lopetegui y eternos a los más de 11.500 granadinistas que apoyaron desde la grada. Un estadio que explotó de júbilo cuando Alberola Rojas soltó aire de sus pulmones y decretó el final del encuentro.

Parecía que todo retornaba a su sitio. La comunión entre equipo y afición fue la de siempre. Un portero que te da puntos. Quini y Neva colosales. Dos centrales seguros por arriba y por abajo. Un tridente en el centro del campo que da gusto ver con y sin balón. Y una parcela ofensiva que sabe cómo ayudar en la retaguardia ante el acoso del rival. Todos a una.

Si había algún día para lograr el primer triunfo ese era el de ayer. Robert Moreno no pudo agotar más factores emocionales y todo acabó dando sus frutos. Quizás llegar al estadio en autobús no era tan mala idea. Y, posiblemente, recuperar las esencias del pasado cercano tampoco.

@Francalvo1996

francalvo@granadaenjuego.com

 
 
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