HISTORIAS: Cuarta liguilla, por José Luis Ramos Torres

La llegada de Felipe Mesones supuso una remontada importante (ARCHIVO)
La llegada de Felipe Mesones supuso una remontada importante (ARCHIVO)

El parón navideño de la 99-00 supone la destitución de Chaparro. Su sustituto es un viejo conocido del granadinismo, Felipe Mesones, que se hace cargo del equipo a partir de la jornada diecinueve y con él se trae a Aitor Huegún y Paco García. Además fichan también dos sub-23, Nacho Azcona y De María. A cambio reciben la baja Amoako y Santaella, y se recupera la ficha de Cervián. Arturo y Nandi se quedan pero con ficha suspendida.

Mesones introduce algunas variaciones en el once titular con respecto al que venía siendo alineado por Chaparro. La principal es la de pasar a Jubera del centro de la defensa a la zona ancha para liberar al gran Capi de tareas de contención y formar una gran pareja de pivotes con Pascual que permite al de Camas jugar más cerca de las porterías contrarias. Con los retoques de Mesones el Granada tiene un aire completamente distinto y mejora muchísimo pues las veinte jornadas que quedan hasta final de liga se van a saldar con catorce victorias, cinco empates y sólo una derrota, en el campo del Polideportivo Almería. Cuando llegó Mesones, jornada dieciocho, andaban los rojiblancos en el octavo puesto y a siete puntos del cuarto, el Dos Hermanas de Lucas Alcaraz. Pero la liga finaliza en la jornada treinta y ocho con el Granada de campeón del grupo IV de 2ª B y clasificado para liguilla de ascenso varias jornadas antes. Ha sido una segunda vuelta sensacional y esta vez se intuye que este gran Granada, el mejor de todos cuantos hemos podido ver mientras su categoría ha sido la 2ª B, va a realizar un gran papel en la liguilla que empieza el domingo siguiente. La mano de Mesones se notó mucho en el equipo y éste, con su espectacular remontada, volvió a llenar las gradas de Los Cármenes.

Una nueva liguilla para intentar decir adiós de una santa vez al tercer escalón del fútbol. Los rivales son Burgos, Mensajero y Murcia. El primer partido es a domicilio, con visita al Burgos de los Dani Pendín y Peragón. El 21 de mayo de 2000, en la capital burgalesa el Granada realizó un serio partido en el que se adelantó a poco de comenzar con gol de Ismael. Pero en la segunda parte los castellanos consiguieron el definitivo empate a uno por medio de Peragón. En la segunda jornada se vence (2-0) con autoridad al Mensajero (que venía con Oti y Nando) en Granada, con dos goles de Jubera. La vuelta en la isla de La Palma casi trae la primera derrota, cosa que evita en el último suspiro el magnífico disparo en golpe franco de Navarro, con el que empatamos a uno.

 

De Canarias nos traemos un punto para seguir con opciones, pero a la vez sufrimos la baja por sanción para los tres partidos que faltan del argentino Moya, expulsado por dar un codazo a un contrario. Su baja en el centro de la defensa será bien cubierta por el refuerzo de invierno Paco García. Mientras tanto un Murcia de influencias federativas, que acababa de reforzarse con los fichajes de Viña y Loreto, vencía al Burgos y se distanciaba algo en la cabeza.

La cuarta jornada depara la visita del Burgos. La afición, volcada con el equipo, abarrota las gradas del nuevo Los Cármenes, donde no cabe un alfiler, y disfruta de un nuevo triunfo granadinista. A poco de iniciarse el partido se adelantaba el Granada al aprovechar Ismael un saque de esquina que peinó Huegún en el primer palo. Con mucho sufrimiento se pudieron aguantar los embates castellanos hasta el descanso. Pero en la segunda parte consiguió el Burgos el empate de penalti por medio de César Esteban. Menos mal que al poco aquel gran futbolista que era Jubera volvió a poner por delante a los rojiblancos. De nuevo gran sufrimiento y nervios a flor de piel, en el terreno y también en las gradas, con numerosas interrupciones y pérdidas de tiempo. Pero se pudo aguantar el resultado y sumar una nueva victoria con la que comparecer con muchas posibilidades de ascenso en los dos últimos enfrentamientos, ambos ante el Murcia.

Este partido, cardiaco como él solo, se caracterizó por las numerosas interrupciones y las mil y una brusquedades y acciones antideportivas de unos y otros, de jugadores y también de público, con continuos lanzamientos de balones desde las gradas al terreno, e incluso con una agresión de un aficionado que vistiendo una camiseta rojiblanca surgió del fondo del marcador y atravesando todo el terreno dio un empujón al jugador burgalés Idiákez, que exageró la nota y se dejó caer. La victoria fue importantísima, pero la acción de ese energúmeno pudo muy bien perjudicar al Granada y privarlo de usar su terreno y con eso de la consiguiente recaudación en el partido que todavía quedaba.

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