HISTORIAS: Kalmar. El mágico magiar (y II), por José Luis Ramos Torres
El Granada de sus buenos años primerdivisionistas mereció en más de una ocasión el meramente honorífico título de equipo revelación. Pero el equipo rojiblanco a pesar de realizar algunas buenas campañas en Primera no pudo nunca darse a conocer fuera de nuestras fronteras en competición oficial. El gran Granada de Kalmar, subcampeón de España de la temporada 58-59 tampoco. Y es que de nuestro Granada se puede decir que hasta cuando lo hace bien no le acompaña la misma buena estrella que a otros a los que, desde nuestra óptica de forofos, creemos que con menos méritos no se les niegan cosas que al nuestro sí.
En 1959, al quedar subcampeón de Copa y dado que el Barcelona ya había ganado la liga, es decir, estaba clasificado para Copa de Europa, el subcampeón debería haber accedido a otro torneo organizado por la UEFA. Pero para nuestro infortunio faltaban todavía dos años para la instauración de la Recopa, desaparecido torneo internacional que disputaban los campeones europeos de copa en sus distintos países. Sí se disputaba por entonces la que se llamó Copa de Ferias, equiparable y antecesor de la actual Copa de la UEFA, pero los criterios de clasificación de los participantes no eran como ahora, no la determinaba exclusivamente lo deportivo. Del mismo modo, las dos mejores clasificaciones de la historia rojiblanca, sextos en 71-72 y en 73-74, no supusieron disputar competición internacional porque entonces el sexto se quedaba fuera. Quiere todo esto decir que si en lugar de hace cincuenta años (o treinta y ocho), las mejores prendas del registro granadinista hubieran ocurrido en estos tiempos (y si no que le pregunten a Valencia y Bilbao), el Granada se habría ya asomado a Europa al menos en tres ocasiones.
Jeno Kalmar, por su brillantísimo final de temporada 58-59 fue renovado y con él y casi la misma plantilla el Granada logró la permanencia en la 59-60 sin tener que disputar siquiera promoción. Lo que ocurre es que el equipo empezó bien pero fue bajando en juego y resultados, cosa normal para una plantilla bastante veterana, para acabar salvando la máxima categoría de forma agónica en la última jornada en Los Cármenes ante el Valencia, al que se pudo derrotar merced a un solitario gol de penalti transformado por Benavídez. Terminada la liga se inició la copa, y en esta ocasión no se pudo repetir ni de muy lejos la hazaña de un año atrás, siendo eliminados a las primeras de cambio por el Huelva, de segunda. El presidente Jiménez Blanco “barrió” a casi todos los veteranos de la plantilla y también al míster, que para entonces todavía no había aprendido ni una palabra de español y lo habían cateado en el curso de entrenadores (¡el gran Kalmar teniendo que recurrir a chuletas!). Su no continuidad bien que la íbamos a lamentar a lo largo de la nefasta 60-61.
Hay un segundo capítulo de Kalmar en rojiblanco. Y también en esta ocasión fue muy afortunado su paso por el banquillo. En 1965 lo contrata José Bailón y logra ensamblar un gran equipo de hombres más que de nombres con el que el Granada se sitúa enseguida en el liderato del grupo Sur de Segunda para después cederlo al Hércules pero sin abandonar en ningún momento los puestos altos de la tabla. Hasta llegar a la última jornada en la que el Granada queda segundo y se clasifica para la promoción de ascenso. Ascenso que se ganó en La Rosaleda al Málaga. A pesar de que todo lo aportado por el húngaro a la historia granadinista es sobresaliente, el ascenso de Málaga supone también su adiós definitivo al Granada.
Kalmar se fue al poderoso Español de Vila Reyes, donde también triunfó, consiguiendo un tercer puesto en la 66-67. Era el equipo de la famosa delantera de “los cinco delfines”: Amas, Marcial, Re, Rodilla y José María. Otras aficiones que guardan buen recuerdo del magiar son las del Oporto, Valladolid, Hércules y Málaga (a pesar de lo de 1966). En Málaga se afincó una vez retirado de los banquillos y al club boquerón volvió a prestar sus servicios poniendo su carnet para que Viberti pudiera dirigir al equipo y devolverlo a Primera en la 78-79. En Málaga falleció y allí descansan sus restos.
En 1985 fue entrevistado Jeno Kalmar para Ideal por José Luis Entrala en su domicilio malagueño, y en una emotiva conversación salieron a relucir todas las nostalgias de sus buenos años futboleros y, cómo no, de Granada y de los granadinos, teniendo buenas palabras para todos, porque otra de las cualidades que del húngaro resaltan los que le conocieron es que era ante todo un caballero. Por entonces le faltaba poco para cumplir los ochenta y en aquellos momentos vivía modestísimamente en compañía de su esposa y rodeado de gatos. Pese a haber sido una celebridad del balompié mundial sus últimos años fueron de penurias económicas.
Cincuenta años se cumplen de la hazaña del Granada. Momento adecuado como ninguno para rendir homenaje al capitán que los mandaba. Y bien que lo hacía. Joseíto es el míster rojiblanco que mejores números puede presentar. Pero Jeno Kalmar no le va a la zaga y es sin duda el más ilustre de cuantos ocuparon el banquillo rojiblanco.
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