HISTORIAS: Play 'uff', por José Luis Ramos Torres
La temporada 92-93, que parecía que iba a ser de sufrimiento y de juego ramplón se convierte desde la jornada diez en todo lo contrario. En Los Cármenes el Granada golea al Écija (4-1) y a partir de este momento inicia una racha de diecinueve jornadas seguidas (de las cuales catorce son victorias) sin conocer la derrota, toda una vuelta de calendario pues ya no perderán los nuestros hasta precisamente el partido de vuelta en Écija. Lo que parecía un conjunto endeble y perdedor en la jornada diez, se ha convertido en la veintinueve en un Granada colocado entre los cuatro primeros puestos que llevan a la liguilla de ascenso y con once positivos en su casillero. Sólo perderán los rojiblancos tres encuentros más hasta completar el calendario.
Aquel Granada de Yosu era realmente un magnífico equipo para la categoría. Destacaba la solidez defensiva que aportaba el trío Santi-Álvarez-José Manuel, más Notario, que con veinte años se había convertido ya en un gran portero, y que consiguió mantener su puerta a cero durante nueve jornadas consecutivas. La toma de confianza de la retaguardia granadinista fue fundamental para la buena temporada que vivimos: valga el dato de que de los treinta y cuatro goles que se encajaron en toda la liga, dieciocho, o sea, más de la mitad, se recibieron en las primeras nueve jornadas. Si la cobertura granadinista era sobresaliente, no menos lo era el mediocampo, con el gallego José Luis y la mejor versión que hemos visto de Molina (Chori), ambos surtiendo de buenos balones con los que sacar partido a la rapidez y verticalidad de ese buen futbolista que fue Ángel; y todo completado con el poder rematador de Andrés González en punta. Un gran Granada para la categoría que para nuestra alegría acabó tercero y se clasificó para disputar la primera de las liguillas de ascenso con las que hasta el momento se ha intentado -sin resultado- el salto a la categoría de plata.
En el desarrollo del calendario de la buena temporada que fue la 92-93 asistimos a determinados momentos que son dignos de recordar. Como en la jornada dieciséis, con la victoria en Los Cármenes sobre el hasta ese momento invicto líder, el Jerez. Especial recuerdo tiene un servidor de aquel evento: cuando ya en tiempo añadido y entre las improvisadas hogueras de papeles de periódicos abandonados pudimos ver cómo Lucas acertaba a meter la oreja (o la nariz, o el flequillo, o...) a aquel centro de Hernández, casi a la desesperada, y lograba darle al balón justo el impulso que necesitaba para burlar al meta jerecista y convertirse en el gol de la victoria, un orgasmo colectivo y superlativo de los aproximadamente cinco mil que allí estábamos recorrió los escalones de cemento del viejo estadio; fue uno de esos goles que, no desde luego por su valor estético sino más bien por el momento en que ocurrió y lo que suponía, llenó de inmensa satisfacción a la parroquia. Con esa sola acción consiguió Lucas Cazorla meterse en el bolsillo a una afición que a partir de entonces iba a rendirle pleitesía e incluso iba a corear su nombre en no pocas ocasiones, reclamando su presencia sobre el verde. Amor casi a primera vista se llama eso.
Como el equipo iba de bien en mejor (si así se dice) el efecto inmediato es que la parroquia volvía a acudir a Los Cármenes, y de las asistencias paupérrimas características de las primeras jornadas habíamos pasado a unas gradas cada vez más pobladas, incluso tenía uno la posibilidad de volver a saludar a viejos amigos hacía bastante tiempo ya desenganchados de este veneno que es el hinchismo. Y en ese sentido, qué decir del partido de la jornada veintiocho, justo la última de la racha de diecinueve partidos sin perder, cuando Los Cármenes volvió a registrar una entrada casi de los tiempos de primera división; aquella tarde lluviosa, con la visita de otro histórico venido a menos, el Las Palmas, volvió el Granada CF a ser noticia nacional y a la vez supuso para las maltrechas arcas rojiblancas una buena inyección. Aunque el partido no fue gran cosa desde el punto de vista futbolístico y acabó en empate sin goles, para esas alturas de la liga no importó demasiado porque ya estaba nuestro equipo afianzado entre los cuatro primeros y caminaba firme hacia la liguilla de ascenso.
La temporada acabó con goleada en la jornada treinta y ocho al Linense por 5-1 y el Granada clasificado en tercer lugar, con 51+13, que se quedaron en 48+12 al ser anulados todos los resultados del Portuense, que se retiró de la competición cuando faltaban sólo dos partidos para el final. Pero antes de llegar a la última jornada y con vistas a la disputa de la liguilla, la directiva de José Aragón había reforzado el equipo con nuevas incorporaciones: Quique Medina, defensa central canario que venía de ser titular en el Tenerife, de Primera; Granero, centrocampista valenciano que jugó sólo algunos partidos incompletos y que fue baja antes de disputar la liguilla de ascenso; Joaquín, extremo derecho que venía del Oviedo; y Aragón, delantero cedido del Cádiz, de Primera.
La liguilla de ascenso emparejó al Granada con los equipos Baracaldo, Murcia y Getafe. En la primera jornada arrancaron los nuestros un esperanzador empate a cero en el baracaldés Lasesarre. Pero en la segunda jornada, en un mal partido fuimos a perder en Los Cármenes ante el Murcia (0-1) de esa forma tan frustrante que se ha repetido ya unas cuantas veces, con lanzamiento de penalti a las nubes por parte de Andrés González en el tiempo añadido que nos alejó de un empate que hubiera supuesto seguir vivos. Al siguiente envite, en La Condomina, en la primera parte parecía que no todo estaba perdido, después de que el Granada se adelantara con gol de Padial; pero en la segunda mitad los pimentoneros le dieron la vuelta al resultado y encajamos una nueva derrota (2-1). Ya casi no quedaba nada que hacer como no fuera ganar los tres partidos que quedaban y esperar que los otros fallaran. Pero nada de eso, al contrario, en la jornada cuarta, en un Los Cármenes inexplicablemente inundado (al parecer la persona encargada de su riego olvidó cerrar la manguera) el Granada hizo un gran ridículo y fue clarísimamente superado por el Baracaldo que le endosó un contundente 1-4. Ahora sí que no había ya nada que hacer. Sólo quedaba el trámite del doble enfrentamiento con el Getafe, muy lejos entonces de sus último triunfos; en la ida en campo madrileño nuevo empate a cero; y en la vuelta, y ante una escasísima concurrencia, consiguió el Granada la única victoria de los seis partidos de liguilla, 2-0, con goles de Ángel y Padial, que no sirvió para impedir que los nuestros quedaran últimos clasificados de los cuatro equipos que lucharon por el ascenso, el cual fue para el Murcia.
Así finalizaba una temporada que, si no fue redonda puesto que faltó la guinda del ascenso, se puede decir de ella que en líneas generales fue buena, incluso bastante buena porque se terminó con la dinámica de los últimos años, caracterizados por el cada vez más claro divorcio de la afición con su equipo. Lo que empezó francamente mal después cambió radicalmente de decoración y nos permitió volver a ilusionarnos con los rojiblancos. El resultado final fue frustrante (que ya por entonces, como ahora, se daba la sinrazón de que sea más fácil subir a Primera que a Segunda), pero es mejor quedarse con las varias cosas positivas que nos dejó la 92-93.
Visita también www.5000yunramos.blogspot.com
Rayo Vallecano y Alavés también habrían preguntado por el argentino
El arquero gallego firma hasta 2027 con el conjunto manchego