OPINIÓN: De tumbas va la cosa, por Santiago Martos
Nuestro endogámico, localista, manido y retorcido mundillo rojiblanco no iba a privarnos de la fiesta. La veda para terminar de machacar la figura de Paco Sanz y por ende, la de cualquier resto de reputación de sus antiguos directivos, está abierta. Gente dispuesta a ello no les falta.
El poder de la rumorología tornó en falso lo que parecía una retirada definitiva a la capital de España de Sanz. Algo lógico, no sé si cierto, después de un buen montante de dinero invertido.
Sin entrar a concretar las posibilidades reales de que Paco decida presentarse en unas elecciones, el “riesgo” existe. Es hora de “bailar sobre la tumba del forajido” para recuerdo de sus fechorías y público escarnio para los que pudiesen pensar en apoyarlo.
Los errores (algunos de bulto nadie los discute) de la anterior directiva y presidente aumentan de peso y relevancia con el paso de los días. Se empequeñecen los logros, algunos degradados hasta la condición de mera anécdota. Es necesario garantizarse que a Paco no se le ocurra volver y, si lo hace, que tenga las mismas opciones de salir airoso que una lombriz del pico de una gallina. Y esto, tampoco es justo.
Cambiando de tercio, y como viene siendo habitual, entramos de lleno en la “Operación Integración” de cada verano. Como novedad, para este año, existe un inconveniente menos que se llama Paco Sanz (ya se han encargado algunos de recordárnoslo con aires de alivio, puyazos aparte). Así, en principio, parece que el tiempo anticiclónico predominará sobre las tormentas y las posibilidades de que “se una el fútbol de Granada” (lo entrecomillado me produce risa) aumentarán por las consabidas buenas relaciones de los rectores atléticos y rojiblancos.
Al respecto me aventuro a pronosticar que, de producirse esa integración, será el fin del 5001, y lo peor, del resto de los “cincomiles”. No quiero hacer olvidar a los que negocien que Granada no es Almería, en donde vendieron una fusión que no fue tal, ya que los aficionados no suelen entrar en pormenores, o sea, todo lo contrario que en Granada. Fusión es una cosa, integración otra, filialidad otra.
Igualmente veo serias dificultades de que se aúnen fuerzas de dos entidades con déficit, cada una a su manera, escaseando el parné y manteniendo ambas estructuras. Llevo un tiempo manteniendo que el Granada, salvo milagro, es inviable y si ya lo pienso yo, “talibán, acólito, lameculos y limpiasables” donde los haya, imaginen la parte rojiverde o verdigrana o como quieran hacerse llamar. En otra situación económica de la sociedad podría plantearlo pero a día hoy esto es así y es inútil evitarlo. Es más, con una inyección de capital importante de esa integración, oliendo a dinero fresco, lo que nos encontraríamos sería una lluvia de demandas de acreedores, que no son pocos. Es decir, que lo que necesitamos es una importantísima lluvia de millones para aspirar a algo. Y eso, la integración, no la va a traer con la que está cayendo en la calle.
El pasito a pasito impuesto por la actual Gestora, loable y difícil, sería engullido de facto con la integración. Nos echan los números y se acabó lo que se daba. En cuanto los socios den cota de poder, profetizo, fin de la historia, nunca mejor dicho y la tumba. Y lo peor, es que la posibilidad de resucitar a uno de nuestros “cincomiles” y seguir con algo viable y “parido” en rojiblanco se evaporaría igualmente. Jugada redonda, y en dos años, nadie se acuerda de quién es quién... y eso lo sabe hasta el apuntador.
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