OPINIÓN: Paso obligatorio, por Alberto Bueno
Un par de semanas atrás, un compañero de prensa acertadamente me dijo: “Alberto, quien se moja se puede resfriar”. Consejos tan simples y a la vez tan sabios no los da sino la experiencia. Sin embargo, será por querer buscarse uno complicaciones de la forma más tonta (es decir, juntando cuatro letras que queden medio bien en esta página), el que aquí firma se va a mojar… masoquista que es uno.
Dicen los mayores que hace no sé cuantos años el Graná estaba en Primera División, que era puro goce y deleite poder ver al “Madrí” o al “Barsa” jugar en “Los Cármenes”. Años de los cuales sólo tengo vagas referencias por imágenes en blanco y negro. Como tantos otros granadinos.
Granada sufre una “guerra” absurda, estúpida e inútil por ver quién logra escribir su nombre con letras de oro en los anales de la historia como aquel que retornó el fútbol de Primera a la ciudad, y así, todos a una como en Fuenteovejuna, erigiésemos una estatua en su honor o bautizásemos con su nombre una calle, para su mayor gloria y magnificencia. Los actuales mandatarios de los respectivos clubes granadinos no tienen culpa alguna de la decadencia sufrida. Cuando hablamos de decadencia hablamos de ese Graná, porque la historia del balompié granadino es indisociable a la historia del Granada Club de Fútbol, por mucho que a algunos les duela. Sin embargo, sí son culpables de que el fútbol granadino no prospere y se encuentre estancado hoy.
Estancado en una ciénaga que los máximos responsables de los clubes se empeñan en hacer más profunda. No voy a decir que si el culpable de que no avancen las negociaciones es tal o cual directivo de uno u otro equipo. Qué más da si están errando todos. Los que se obcecan en mantenerse solos y sin ninguna otra compañía se equivocan de planteamiento. Los radicalismos, las posturas escoradas hacia una posición muy enconada y sin visos de querer dar el brazo a torcer, no conducen a ningún sitio; a ningún sitio que signifique el avance del fútbol granadino, por supuesto. La integración de ambos proyectos (y todo el mundo sabe a qué proyectos deportivos me refiero), e incluso con un tercero (y todo el mundo sabe a qué tercero apunto), es lo deseable y la única solución viable para poder estar en una categoría más acorde con nuestra historia. La única.
Tengo claro que este “nuevo” equipo se debe construir sobre la base del Granada, del histórico, y que los demás vienen a aportar su grano de arena, en detrimento, si hiciese falta, de algunos de los que ya hay dentro. Nadie es mejor ni peor, nadie es imprescindible, todos son necesarios.
Tengamos claro lo que, para mí, casi constituye un axioma: el Granada Club de Fútbol no llegará muy lejos en solitario; el Granada Atlético ha demostrado que no ha ido a ningún lado. Los empecinamientos actuales conducen a la inviabilidad de todos, entre ellos del Granada CF, que es el que me interesa, como a la inmensa mayoría de la afición futbolera de nuestra tierra. Y por la desaparición del Granada, sí que no paso. La integración pasa por ser obligatoria. Es el paso previo e ineludible para ver a nuestro fútbol en cotas mayores.
Por tanto, menos terquedades y más diálogo, bajando un par de puntos la prepotencia, la vanidad y el amor propio. Así ganaremos todos.
He dicho.
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