El portero que se enamoró del Granada en el barro siendo un "niño" y volvió con un Zamora en la maleta
Raúl Fernández regresa doce años después al equipo con el que sumó el primer gran logro de su carrera profesional
El 11 de enero de 2009 fue una fecha clave en la carrera de Raúl Fernández-Cavada Mateos. Con solo veinte años, el guardameta vivía la primera aventura lejos de su hogar, Bilbao y el Athletic, cedido en el Conquense, que visitaba el ‘Nuevo Los Cármenes’ aquel día para medirse en Segunda B a un Granada al borde del precipicio institucional. Una escandalosa exhibición suya permitió al cuadro castellano manchego llevarse los tres puntos y puso la atención nazarí sobre él.
Ese mismo verano, el Granada logró su cesión desde el Athletic. Pese a su juventud, tardó solo tres jornadas en ganarle la titularidad a un portero ya experimentado como lo era José Juan. Se mantuvo en la portería rojiblanca veinte jornadas consecutivas hasta que la derrota sufrida en Lucena acabó sacrificándole. En dicha temporada, que culminó con el ascenso a Segunda, ya únicamente volvería a jugar unos minutos en Sangonera. Fabri no confió en él, pero se llevó un recuerdo imborrable de la ciudad de la Alhambra, donde aterriza doce años después.
Raúl se curtió en Granada y le valió para pasar a formar parte del primer equipo del Athletic a todos los efectos. Aunque se mantuvo bajo la sombra de Gorka Iraizoz tres temporadas, en Bilbao aún se acuerdan del partidazo que completó, nada más y nada menos que en un derbi frente a la Real Sociedad, en lo que fue su debut en partido oficial en el antiguo San Mamés. Vistiendo de negro, como Iribar, el triunfo ante el eterno rival llevó su nombre. Y, fue finalista tanto de Europa League como de Copa del Rey en 2012.
A partir de 2013 inició un periplo por Segunda División en busca de acomodo. No lo encontró en Numancia, Racing y Valladolid, hasta que en 2015 fichó por el Mirandés. Tras una excelente campaña, el cancerbero eligió el ambicioso proyecto del Levante para encumbrarse en la categoría de plata. Ascenso a Primera y Zamora de Segunda División después de 33 encuentros de liga y 24 tantos recibidos. Ya en LaLiga Santander, también dio que hablar en grandes templos, como el Santiago Bernabéu, pero el cambio de entrenador y una aparatosa lesión interrumpieron su trayectoria como granota.
Volvió a sentirse protagonista en Las Palmas. Aterrizó en las Islas en el verano de 2018 y desde el principio fue indiscutible. Sin embargo, de nuevo sufrió el infierno de las lesiones y un lance en un duelo contra el Cádiz le provocó estar fuera de los terrenos de juego durante más de dos años.
Apostó por la superación en lugar del pesimismo. Lo que podría llamarse “eterna lucha”, tal y como reza el lema del club al que deseaba volver a toda costa. Su sueño se cumplió y ahora, a la espera de conocer quién será su compañero en la portería nazarí, se encuentra más que dispuesto a sentirse futbolista y volver a levantar los aplausos en ‘Los Cármenes’ más de una década después.
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