Otro Granada - Getafe en la última jornada muy especial
El 1 de junio de 2013 Manolo Lucena puso fin a su etapa como futbolista rojiblanco ante el Getafe, también en la última fecha de aquel campeonato y sin nada en juego
Un Granada – Getafe correspondiente a la última jornada de liga y en el que ninguno de los dos equipos no se juega nada quizás no suponga el mayor atractivo posible para el aficionado. Más allá que el posible ingreso económico que desembolse el club dependiendo del puesto clasificatorio que consiga al término de la misma y el deseo de cerrar con broche de oro una temporada histórica, poco más hay por decidir.
Este duelo, además rememora la última fecha del campeonato 2012/13, en el que Granada y Getafe se vieron las caras en el ‘Nuevo Los Cármenes’ con los objetivos de ambos conjuntos ya alcanzados. Por aquel entonces, la ciudad se encontraba sumida en la festividad del Corpus. Ello, unido a que no existía nada en juego, descafeinó el ambiente del encuentro, con la mente de la afición puesta más en cerrar su feria por todo lo alto que en el aspecto futbolístico. Sin embargo, para una familia de la provincia, los Lucena Medina, posiblemente fue el partido más especial de sus vidas.
Ese 1 de junio de 2013 formará parte del recuerdo de todo `filipino´ por una sencilla, pero muy importante, razón. Aquel Granada – Getafe fue la última exhibición de Manolo Lucena con la elástica rojiblanca horizontal. Después de dos temporadas en una primera etapa y siete y media en una segunda, el eterno capitán ponía fin a su idilio como jugador con el club de sus amores.
Aunque Lucena, incomprensiblemente y sin ningún motivo deportivo, no gozó del merecido protagonismo en Primera División con el equipo, seguía siendo el miembro más querido para la afición granadinista. Así lo hizo saber durante todo el encuentro, que finalizó 2-0 a favor de los locales, y cuyo culmen alcanzó en el descuento. Tras un cabezazo que se marchó alto, precisamente del protagonista, se levantó la tablilla del cuarto árbitro. En verde se mostró el dorsal de Ighalo, mientras que, en rojo, el número 18.
Era su momento. El momento que muchos de los presentes aquella tarde no querían que nunca llegara. La ovación y el estruendo que en ese instante se produjo en el coliseo del Zaidín, por mucho ímpetu que se pusiera, no era suficiente para todo lo que Lucena había dado al Granada. Las lágrimas que el capitán intentó aguantar sobre el verde, mientras encaminaba su marcha hacia el banquillo, sí se derramaron en la grada. En el sector alto de preferencia, algún niño se vio imposibilitado de aplaudir por llorar automáticamente en el momento de ser consciente que, tras nueve campañas y media defendiendo el escudo de la ciudad, el profeta puso punto… y seguido.
El centrocampista dio por terminada su carrera un año después, en el Mirandés, y mediada la campaña 2014/15 retornó como delegado. Desde la banda ha vivido los momentos más bonitos de la historia del club. Ha estado en Albania, Malmö, Eindhoven, Nicosia, Tesalónica, Nápoles, Budapest y Manchester. Pero, también realizó viajes más cortos con el equipo años atrás, como a Loja, Torredonjimeno, Vera, Fuengirola, Águilas, Cerro de Reyes, Talavera… Un sinfín de destinos a los que se veía obligado a jugar por malas gestiones anteriores. Con la supervivencia como incógnita casi diaria. El Granada sobrevivió. Y Manolo Lucena también. Mañana, en el Granada – Getafe, no se derramarán las lágrimas de adiós a un mito como sí sucediera hace ocho temporadas. Es más, fue un “hasta luego”.
@Francalvo1996
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