Diez años del día que Paquillo se colgó la única plata de un granadino en unos Juegos Olímpicos

Ramón Ubric/ Guadix  |  21 de agosto de 2014
Paquillo luce la medalla de plata
Paquillo luce la medalla de plata
En el día de ayer se cumplieron 10 años de una de las grandes gestas del atletismo granadino: la plata olímpica conseguida por el accitano Paquillo Fernández en Atenas 2004, que dedicó a su entrenador fallecido, Manuel Alcalde
 

Ya se van a cumplir diez años y parece que fuera ayer. Entre medias, han pasado muchas cosas de por medio y nada buenas para Paquillo, tras la operación Grial contra el dopaje en noviembre de 2009. Lo que no se pone en duda es que el miércoles 20 de agosto se cumplen diez años del mayor éxito deportivo de un atleta granadino en la historia y de una de las grandes gestas del atletismo. El marchador accitano, Francisco Javier Fernández Peláez “Paquillo” consiguió la plata olímpica en Atenas 2004 y esa medalla la guarda para siempre en su casa de Guadix. Es el atleta español con mayor número de medallas en campeonatos internacionales, pero esa mañana en Grecia casi toca el cielo con las manos, ya que rozó la medalla de oro, que le arrebató, en los últimos metros, por sólo cinco segundos, el italiano Brugnetti.

Ese día era muy especial para Paquillo, ya que en abril de ese mismo año había fallecido su entrenador de siempre, Manuel Alcalde. Su imagen se le vino a la mente durante toda la carrera y con un crespón negro en el hombro izquierdo de la camiseta de la Selección Española entró a la meta casi entre lágrimas, dedicándole la medalla.

Las 9:28 de la mañana del 20 de agosto del 2004 pasarán a la historia como el momento en que el único granadino, ganador de una medalla en unos Juegos Olímpicos, cruzó la meta de la prueba de los 20 kilómetros marcha en Atenas 2004 colgándose la medalla de plata. Ese hito, del que nunca se olvidará, lo consiguió el marchador accitano Francisco Javier Fernández Peláez “Paquillo” (Guadix, 6 de marzo 1977) que, además, tiene dos diplomas olímpicos con su séptimo puesto tanto en Sidney 2000, como en Pekín 2008. Es una auténtica leyenda olímpica granadina. Nada más entrar en la tienda Run 04 en la calle Lepanto de Guadix, uno se lleva la sorpresa de poder contemplar la medalla de plata olímpica en Atenas 2004 y  múltiples recuerdos de aquella efeméride como su dorsal 1578 o una gran fotografía con el instante de rabia en el que Paquillo celebraba la plata, solo superado en los últimos metros por el italiano Brugnetti. La tiene bien guardada en su “cajoncito” como un auténtico tesoro y la tienda está repleta de recuerdos de aquel día en que su mentor Manuel Alcalde, fallecido ese mismo año, le hizo que sus piernas marcharan más rápido y consiguiera una medalla que guardará siempre y para la historia.

Paquillo ha vivido toda su vida en el barrio de Santa Ana hasta que un año después de la Olimpiada de Sidney 2000 se trasladó a vivir, ya independiente, a un piso situado en la Avenida Buenos Aires de Guadix. Tiene tres hermanos más: dos mujeres y un varón, siendo él el más pequeño de la familia.

Hablamos con Paquillo acerca de sus recuerdos de la plata olímpica

-  Una pasada poder participar en tres Olimpiadas, ¿qué se siente al haberlo conseguido y más en estas fechas?

Participar en unos Juegos Olímpicos es el sueño de cualquier deportista. Cuando yo empecé en la marcha era mi sueño y cuando empiezas a hacer deporte lo que te dicen los maestros y los entrenadores es si te gustaría participar en unas Olimpiadas. Evidentemente, es el sueño de cualquier deportista, yo lo conseguí con tan solo 23 años en Sidney 2000, para mí fue alucinante, una enorme satisfacción de saber que podía ir. Conseguir una medalla ya se complica demasiado, pero cuando lo consigues eres el deportista más feliz del mundo. Si no tuviese medalla olímpica, yo cambiaría todas mis medallas europeas y de mundiales, por una medalla olímpica. El conseguir algo grande en los Juegos Olímpicos es muy difícil, porque tienes que mantener un nivel muy alto durante cuatro años y llegar al cien por cien a unos Juegos y sacar una medalla es difícil, porque la próxima posibilidad la tienes cuatro años después y eso se hace el colmo de la complicación.

En Atenas 2004 consigues el mayor éxito de tu carrera deportiva con la medalla de plata, ¿qué recuerdas de la preparación porque hubo un hecho que a ti te marcó profundamente?

El año 2004 fue un año desastroso por donde lo mires. Mi entrenador Manuel Alcalde tenía una enfermedad que llevaba tres años con ella y las cosas se estaban poniendo feas. Después yo me lesioné en el cuarto metatarsiano y estuve parado desde febrero hasta el 1 de mayo, solo haciendo gimnasia, piscina y poco más. El 24 de abril fallece mi entrenador, que era casi mi padre, mi amigo y mi confidente en todos los momentos de mi carrera deportiva. A partir de ahí, no tenía muchas ganas, pero, al final, con la ayuda de todos mis amigos, decidí preparar los Juegos Olímpicos, me curé bastante bien la lesión, empecé a entrenar y llegué a los Juegos falto de forma, pero con muchas ganas de competir y de demostrar que podía ser campeón olímpico. Yo creo que esa chispa que me faltaba la tenía en la cabeza y como el 50% es la cabeza y el 50% lo físico, pues estaba muy bien compensado. No estaba al cien por cien físicamente, porque no había tenido tiempo y llegué con mucha confianza y, al final, pude conseguir una medalla de plata que estuvo a punto de ser de oro y fue el mayor éxito de mi carrera deportiva y algo importantísimo en un año muy difícil, lo que hizo que la medalla no fuera solo mía, sino también de mi entrenador Manuel Alcalde.

-   20 de agosto de 2004 en Atenas, ¿qué recuerdas de ese día, cómo te levantas, con quién compartes habitación,…?

Comparto habitación con Juan Manuel Molina y David Domínguez. Los compañeros que he tenido en la Selección Española siempre nos hemos llevado muy bien. Ellos sabían que yo había pasado un año difícil, que venía con muchas ganas y quería conseguir un éxito importante y que esa era mi Olimpiada, porque, o cogía ese tren, o no sabes ya si vas a volver a competir. Nos levantamos y nos decimos lo típico “hoy es el gran día y tenemos que hacerlo lo mejor posible porque son unos Juegos Olímpicos”. Nos miramos y ya sabemos lo que tenemos que hacer cada uno porque ya estamos curtidos en este tipo de competiciones. Nos vamos a desayunar y siempre estás concentrado pensando en la competición, intentas pasar una noche lo más digna posible, por la mañana tomas tu café, tu tostada,… Es una situación que lo pasas un poco mal, pero que es bonita, con unos nervios diferentes a los de la primera Olimpiada. Son una sensación de saber que vas a salir a una pista de atletismo y vas a intentar sacar una medalla para ti, para los tuyos, sabiendo que España entera te va a estar mirando. Son sentimientos bonitos y que son únicos.

- ¿Tenías alguna superstición antes de la carrera ese día o dentro de la misma, porque eras de los que te gustaba tomar la cabeza de la prueba desde el primer kilómetro?

Siempre que he competido me ha gustado llevar el timón de la carrera, llevar la cabeza y sentirme el jefe, el que mandaba, el que llevaba el ritmo, el que te respetaran los rivales,… De todas maneras, he intentado cambiar en algunas ocasiones y tampoco se me ha dado mal, pero si me gustaba estar adelante en el grupo, no el primero, pero sí desahogado, mandando en la carrera, era un tío que siempre me ha gustado llevar las riendas de la carrera, porque creía que era una buena decisión. Las mejores carreras que he hecho ha sido desde el principio salir y ganar. Los Juegos de Atenas fueron diferentes, estuvimos en grupo, no me podía arriesgar a irme tan adelante, porque, al final, las competiciones son diferentes y los Juegos Olímpicos son otra historia.

- En Atenas, estuviste a un pasito del oro, porque no se esperaba que el italiano Ivano Brugnetti iba a marchar también y ese día estuvo colosal.

Habíamos competido muchísimo juntos. Yo lo conocía, pero tampoco tenía mucha información de cómo había estado entrenando. Nunca me había ganado ni en un 20, ni en un 10 y fue una sorpresa impresionante. Brugnetti hizo una carrera muy buena, en la que aguantó muy bien y en los Juegos Olímpicos hay favoritos, pero siempre hay una sorpresa en las medallas que, en este caso, fue Brugnetti. Jefferson Pérez estaba ahí y, al final, se quedó cuarto y fue una sorpresa para lo malo. Brugnetti no era el favorito, sino que era Jefferson Pérez.

- Ante una de las fotografías de la celebración de la plata olímpica que posee en su tienda Run 04 en tamaño gigante, Paquillo define su gesto de rabia y de mirada al cielo así:

Es un gesto de rabia, estaba muy contento por conseguir la medalla y en otras fotos se me ve mirando al cielo brindándole la medalla a Manolo, porque ahí sentía mucha rabia por lo que había pasado durante todo el año y había logrado un éxito deportivo que nunca lo había soñado. Sabía que era muy difícil y estaba pasándolo mal entre comillas, es una rabia emocionante. Mi primer abrazo fue con Ivano Brugnetti y en cuanto llegué al aeropuerto me recibió mi familia. Cuando ya llegas aquí ha pasado un par de días y todo se ve diferente, todo cambia y luego me recibieron en el Ayuntamiento y mis amigos. Es muy bonito un éxito en la vida y en el deporte más aún, porque te lo reconocen públicamente medios de comunicación, familia, amigos, gente que ves por la calle y eso se multiplica por mucho.

-  Paquillo aún guarda el dorsal 1578 de Atenas 2004, las gafas y la equipación de la Selección Española de aquel mágico día.

La equipación, el dorsal y las gafas las guardo en casa, además del crespón negro por Manuel Alcalde. También tengo las zapatillas porque al sacar una medalla olímpica lo guardas todo, fue realmente alucinante y sacar una medalla para mí fue impresionante.

- Con la medalla de plata entre las manos ocho años después, Paquillo recuerda lo que se pasaba por la cabeza durante la ceremonia de entrega de la misma.

Eso es un poco más parecido a lo que sientes por ganar otras medallas. Llegar y conseguir una medalla en cualquier campeonato, te acuerdas de todo lo que has entrenado, de lo que han sufrido todos tus amigos, tus familiares, tu entrenador,… de los malos momentos que has pasado, pero sientes una satisfacción muy grande porque dices que, con todo lo que has pasado, consigues un premio que es tuyo, pero también de mucha gente que ha sido partícipe de este éxito. Yo tenía un fisio, un médico, una psicóloga, un entrenador, tenía gente que cuidaba de mi salud, de mis piernas, de mi cabeza y todo eso solo no se puede conseguir. Te acuerdas de que hay mucha gente detrás de ti y que a toda esa gente le debes un trocito de esta medalla.

- ¿Cuántas veces te has levantado y has observado la medalla de Atenas diciendo, de verdad lo he conseguido yo?

Las medallas tengo una pequeña oficina en mi casa y las tengo guardadas en una estantería. Yo siempre decía lo mismo, cuando ganaba una medalla la guardaba y, si quería ganar más, no las miraba, porque mirar una medalla si quieres ganar otra es cosa de conformismo. Hacía como si no tuviera ninguna para intentar ganar otra. Hoy cuando me la ha traído mi sobrina ha sido el primer día que la he mirado desde hacía muchísimo tiempo, aunque es muy bonito. Espero que con 50 años lo haga y se la enseñe a mis hijos y a mis nietos, pero nunca me ha gustado vivir de recuerdos, por lo que siempre las guardaba y las miraba cuando iba a hacer algún reportaje.

- A los Juegos Olímpicos siempre te han acompañado muchos amigos y supongo que con ellos habrás pasado multitud de anécdotas.

Lo hemos pasado fenomenal y el hecho de que fuese alguien de Guadix a verme a las Olimpiadas, gente como Paco Garzón, Jacinto o Juan Luis Balboa es algo muy importante para mí, el acabar la competición y tener alguien cercano allí. A lo mejor en la de Pekín quedar séptimo sí fue una decepción para mí y tener gente de tu alrededor que te apoye es algo único y se lo agradezco muchísimo porque ellos siempre han estado apoyándome.

- Guadix ha sido conocido por Paquillo y tú siempre en la primera entrevista dedicabas el triunfo a tus paisanos.

Yo he sido y soy muy accitano. Cuando obtenía triunfos decía que soy de Guadix porque me siento muy de Guadix. Nací en Guadix, mi familia es de aquí y tengo mi casa, además de que quiero mucho a Guadix. Para mí no era un esfuerzo, sino que me salía espontáneamente porque lo sentía así igual que cuando te acuerdas de tu familia. Siempre me acordaba de Guadix, porque me ha apoyado mucha gente de mi ciudad y tengo que estar contento de su gente.

ubric@granadaenjuego.com

 

 
 
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