En ese rato tan divino
CONTRACRÓNICA | El Granada volvió a sestear y regresó de vacío de Cádiz
Olvidado lo ocurrido en Córdoba, un grupo de valientes no dudó en echarse la carretera y poner rumbo a Cádiz, con la ilusión renovada, como cualquier niño en la mañana de Reyes, pero el desenlace se repitió y volvió a doler igual, más por las formas que por el resultado, con un equipo que parece coquetear con la indolencia de forma preocupante.
Como en otras ocasiones, el Granada se presentó en el partido con actitud, haciendo creer que la victoria era posible, pero al primer revés el castillo de naipes se desmoronó, dando paso a un equipo sin alma, que parecía deambular sobre el césped sin rumbo fijo, actuando como autómatas sin propósito.
Tras el paso por los vestuarios, el equipo debió saltar al terreno de juego con los ojos inyectados en sangre y el colmillo afilado, en busca de tres puntos que se antojaban vitales para sus aspiraciones, pero la realidad fue diametralmente opuesta, con una oda a la sacra institución de la siesta, ese 'rato tan divino' en el que los rojiblancos rozaron la indolencia, como si la victoria careciese de importancia para ellos.
El funcionamiento colectivo fue nulo, pero la actuación individual de varios futbolistas lindó con el esperpento, actuando como meros espectadores de privilegio de un partido que transcurría a su alrededor, algo imperdonable para profesionales bien remunerados.
Las matemáticas siguen amparando al Granada y todo podría cambiar con una victoria ante el Oviedo, pero lo preocupante es desidia en la que parece caer el equipo con más frecuencia de lo deseable, una especie de despreocupación que puede sepultar de forma definitiva las opciones de ascenso.
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