Los renglones torcidos
CONTRACRÓNICA | El Granada demostró, antes de quedarse con diez, que puede ser superior a cualquier rival de la categoría
Antes del partido, actuando a modo de oráculo, Escribá lamentó que los puntos que le faltan al equipo se evaporaron por culpa de errores individuales, un diagnostico que se repitió en El Alcoraz, donde el Granada estaba fraguando los cimientos de una victoria, siendo superior al rival, hasta que a Ricard se le cruzaron los cables, con un ‘harakiri’ deportivo en toda regla, dejando a los suyos con unos menos.
El naufragio parecía inevitable, pero el equipo mostró carácter y, liderados por Boyé, no se resignaron a un desenlace fatal. El argentino, que ya ha abandonado su papel de Robin cuando Uzuni marcaba goles de rojiblanco, se puso la capa de superhéroe para abanderar la reacción nazarí.
Boyé se fajó con cualquiera rival que orbitase a su alrededor, incluso habría retado a Topuria si el luchador hubiese estado sobre el césped defendiendo el escudo del Huesca. El delantero insufló aliento al Granada y emergió cuando todo parecía perdido para marcar un tanto que valía un punto, aparentemente un escaso botín, pero que puede suponer un punto de inflexión para los de Escribá.
Los rojiblancos demostraron once contra once, que jugando a su mejor nivel pocos equipos pueden seguirles el ritmo, resignados, como el Huesca, a sobrevivir entre los embates granadinos. El reto ahora es sostener esa ambición en cada jornada, una versión con la que el Granada dejara escapar pocos puntos de aquí al final de temporada.
Luca Zidane ha vuelto a trabajar junto a sus compañeros