ONCE INICIAL
Ilusión, tensión, inoperancia y frustración
Cinco minutos antes de comenzar el Granada-Eibar todos los aficionados rojiblancos teníamos una gran ilusión puesta en el partido. Pensábamos, estábamos seguros que aún con complicaciones y dificultades derrotaríamos al Eibar, y además, antes rivales directos como el Elche, Levante e incluso el Getafe habían perdido sus correspondientes partidos. De ganar, e íbamos a ganar, esto tendría otro color menos oscuro para los nuestros.
Al poco de comenzar el partido nos dimos cuenta que algo se masticaba en el ambiente, y ese algo era la tensión tremenda que había en ambos rivales por los puntos. Se enfrentaban un equipo en descenso, el nuestro, y otro que no lo estaba, pero arrastraba una racha de ocho partidos seguidos perdiendo. La importancia de los puntos era tremenda. Y dicha tensión hacía que aunque los tres puntos fuesen fundamentales, parecía como si los nuestros no se jugasen gran cosa. Y esa tensión hacía que fuésemos incapaces de saber si el portero rival estaba o no estaba ya que ni una sola vez le probamos. Y esa tensión hacía que dar dos pases seguidos fuese una excepción. Y esa tensión hacía que su lateral derecho, rematase en tres ocasiones de cabeza totalmente solo en el área del Granada, sin nadie que le molestase. Tensión y angustia.
En definitiva, ya sea por la tensión del partido, ya sea porque los nuestros desgraciadamente no dan para más, o ya sea por lo que sea, el partido fue una demostración de inoperancia de los locales tremenda. No abríamos el campo, no dábamos dos pases seguidos, no probábamos al portero rival. A la deficiente planificación veraniega de la plantilla, y a la nefasta gestión del anterior equipo técnico se le ha sumado en estos momentos una variante psicológica negativa llamada tensión o falta de mentalidad que ni técnico ni jugadores han sabido desenterrar de sus cabezas. Además, no hay un solo jugador sobre el césped que se eche el equipo a sus espaldas y que diga algo así como seguirme y dejaros de gilipolleces. Y no es Piti como yo pensaba. Quizás sea por las lesiones o quizás porque simplemente nunca ha tenido madera de líder.
Así que entre tensiones, desesperaciones y lamentos se llegó al final del partido con empate a cero, y una frustración en todos tremenda. No pudimos ganar a un modestísimo rival que aparte de honestidad no tiene nada, excepto problemas entre sanciones y lesiones en el centro de su defensa. Con nada tuvieron más ocasiones que nosotros. SI te estás jugando la salvación, dejarte remontar por Levante, y Rayo, y no poder con el Eibar es condenarse. Hay jugadores que tenían que tirar de esto y pareciese que no pudiesen tirar ni de su cuerpo. Los Piti, Rico o Rochina están desaparecidos, y la titularidad de los dos primeros es sorprendente. Otros como Lass, Robert o Rubén han dado un bajón considerable, y a otros como a Colunga, vaya partido él suyo, se les sigue esperando. Que los mejores sean un peleón Nyom que demuestra jornada tras jornada su innegable profesionalidad junto con sus carencias técnicas y tácticas, y un Córdoba que aúna pelea y brega junto a muy poquito gol, dice poco de los nuestros, o quizás mucho, según se mire. A día de hoy, no hay más cera de la que arde, cera parece que escasa para cumplir objetivos.
Dicho todo lo anterior, como la permanencia está solamente a dos puntos, nada está perdido, y además los rivales se empeñan en ayudarnos, perdiendo todos a excepción de nuestro mísero punto y del empate del Depor. Pensar en sacar algo en la próxima jornada frente al Real Madrid en su terreno entra en la más absoluta subjetividad de quien es aficionado granadino. Solo cabe desear que los nuestros den la cara, compitan, y que no haya ni lesionados ni expulsados. Hasta alguno puede encontrarse. Quedan dos semanas para él partido, y además de trabajo físico, técnico y táctico el trabajo psicólogo sería necesario, ya que los nuestros dan la sensación de salir a jugar con una mochila de piedras en la espalda, acartonados y acojonados por la situación. Con tanto paro, a Pina no le costaría encontrar un buen psicólogo, o dos, o tres, o
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