El GALLINERO

Jesús Albarracín  |  29 de octubre de 2018
Jesús Albarracín (GRJ)
Jesús Albarracín (GRJ)

El nuevo 'niño de la bola'

 

La reminiscencia nos lleva a ahondar en aquellos recuerdos imprecisos, aquellos que sobreviven al inexorable paso del tiempo. Batacazos con narración de goles mal avenidos incluidos. Nuestros mayores todavía recuerdan el descenso del Granada de Miguel Muñoz, la derrota del Granada en el 59 en la final de Copa o, más recientemente, el gol de Aguilar con el Murcia. Muchos también guardan consigo mismo los años de agonía en Segunda B y Tercera División. Todo eso quedó atrás, llegaron años de bonanza, pero todavía había cierto miedo a la hora de entender lo injusto y doloroso que pueden ser los acontecimientos en el mundo del balompié. Eso mismo recordaba Diego Martínez en un encuentro que mantuvo con la peña You’ll Never Drink Alone a la que se sumaron también emisarios de la Sur Granaíno y la Rock’N Gol. “Si miras los últimos 20 años entiendes que el Granada ahora está muy bien”, explicaba Martínez en ese encuentro. Tenía razón, y así lo hicieron saber también los más de 70 aficionados presentes.

Las dos últimas campañas han servido para que viejas heridas se abriesen, volvía el escepticismo y la cicatrices dolían de nuevo. ‘Los Filipinos’, apodados así por su capacidad de resistencia al frente del barco rojiblanco, tuvieron que dar un nuevo paso en una campaña con menos abonados inscritos que años atrás. 11 jornadas después las sensaciones son otras: el equipo disfruta, gana y se coloca líder -con permiso del Málaga-. Llegan 23 puntos y todos los jugadores responden como lo han de hacer profesionales que están en la élite del fútbol profesional. La jugada que mejor escenifica ese compromiso es la del gol de Alejandro Pozo. Del maldito minuto 88 al bendito, esa palabra tan divinizada como bien repetida por el delantero Ramos. La misma que también murmuraban algunos aficionados a la salida del estadio, periodistas inclusive. “El Granada está bendecido”.

Alejandro Pozo, ‘El niño de la bola‘

Pedro Antonio de Alarcón decía en su novela ‘El niño de la bola’:  «Nadie es profeta en su tierra, pero la tierra identifica al hombre hasta su muerte». En este libro, el escritor accitano hacía referencia a la exaltación del individuo, mezclando sentimientos religiosos encontrados y antagónicos hasta el relato más próximo sobre el costumbrismo que también reflejó su obra. Alejandro Pozo no ha nacido en Granada, es sevillano, pero sólo ha necesitado cuatro meses para estar enamorado de su nueva ciudad. Ya conoce a la gente, también la historia del club. Aterrizó en la ciudad de la Alhambra con el compromiso de sumar y ayudar para la causa. Alarcón también tuvo que salir bien temprano de su pueblo, era inquieto, con ganas de conquistar y destacar en su vocación y profesión. El folclore, lo tradicional y la reinvidación de cada individuo son también esas singulares marcas que destacan al protagonista de ‘El niño de la bola’.

Pozo no fue titular ante el equipo que da nombre a una tierra de la que también se enamoró Alarcón, Almería. Le tocaba esperar al menos hasta la segunda parte. Segundos después de que el entrenador Diego Martínez optase por darle entrada al terreno de juego ya se notaba la presencia de un futbolista hambriento, con ganas de ayudar al equipo y despuntar. Pozo metió la quinta marcha, presionó arriba como el partido lo demandaba. No se arrugó. Y en una jugada en la que el jugador más completo durante los 90 minutos, el mismo que había sentado al joven sevillano en el banquillo, Fede Vico, un centro suyo con la bota izquierda sirvió para que el balón entrase con todo. No fue el mejor remate, pero sí el más importante en todo lo que va de curso para el Granada. Ese gol le daba tres puntos de oro al equipo de Diego Martínez. Alejandro Pozo se besaba eufórico el escudo y dejaba patente su compromiso con el equipo, con la afición. “La tierra identifica a los hombres” y Pozo ya es un granaíno más para esta empresa.

@JesAlbarracin


 
 
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