HISTORIAS: A Mallorca voy, por José Luis Ramos Torres

Recorte de prensa del diario Ideal del 22 de junio de 1998
Recorte de prensa del diario Ideal del 22 de junio de 1998

En el tercer intento por dar el salto de categoría que fue la liguilla de ascenso 1998, el bombo depara como rivales nuevamente a dos filiales de equipos de primera: Mallorca B y Athletic de Bilbao B, más el Cacereño para completar. Los extremeños son el primer rival. Y la cosa empieza francamente bien, con victoria granadinista en Cáceres gracias a un solitario gol de Pascual. Es la primera vez que el Granada se estrena en una liguilla con una victoria. Y es una victoria importante por conseguirse ante un equipo que brillantemente ha concluido la liga como campeón destacado del grupo I.

Mejor aún se ponen las cosas después de que en la segunda jornada se consigue una nueva victoria, 2-0 (Manolo y Jesús Sierra) frente al filial bilbaíno, que cuenta con jugadores como el portero Lafuente, aunque el titular es Izkoa, granadino de nacimiento e hijo de Javier Izcoa (así escrito por entonces) que fue guardameta del mejor Granada; o como César Caneda y Mario Bermejo, que ya han debutado en primera; u otros como Gaizka Garitano, Ruiz Otxoa, Gartzen, Ibón Begoña y Katxorro.

La tercera jornada supone un frenazo porque los nuestros caen derrotados en San Mamés por un gol que llega de un tonto penalti con el tiempo casi cumplido.

 

Pero todavía las opciones son muy altas. Hasta que en la cuarta jornada en un lamentable partido en Los Cármenes se tira todo por la borda y se puede decir que el Granada se autoderrota (1-2) ante el Cacereño, con penalti fallado por Aguilar y detenido por el ex granadinista Carlos Gomes (o Gómez), que durante su paso por nuestra tierra no se caracterizó precisamente por su buen hacer bajo los palos y que hizo que el posible 2-1 se convirtiera en el 1-2. Dos goles de patio de colegio superaron el conseguido previamente por Pascual. Notario, muy acelerado, no tuvo su tarde y entregó en bandeja el segundo al ex maracenero y hoy cadista Enrique. La clave del no-ascenso estuvo en esta derrota.

Las circunstancias obligan al Granada a tener que ir a vida o muerte en las dos siguientes y definitivas jornadas, en las que sólo le vale la victoria en ambas. Porque resulta que al rival que queda, el Mallorca B, le vale el empate para ascender ya que ha ganado los cuatro partidos y además juega en casa. El filial mallorquinista cuenta con jugadores como Albert Luque, Gibanel, Martí, Maldonado, Ramis, y los futuros granadinistas Josemi, Ramón y Nené (aunque estos dos últimos no jugaron). Con un planteamiento de Enríquez muy abierto, buscando la victoria, el Granada no le perdió la cara al partido en ningún momento y llegó a empatar por dos veces (ambos goles de Manolo) un marcador adverso merced a dos goles en los que un Notario, espiado por observadores de equipos de primera, volvió a no estar fino. Los primeros compases de la segunda parte fueron por completo para los rojiblancos (de azul y blanco) que, volcados sobre la meta mallorquinista, llegaron a fallar hasta tres clarísimas ocasiones. Pero los huecos dejados atrás permitieron que un jovencísimo y veloz Josemi (se lo perdonaremos por lo del Guadalajara) fulminara al Granada con dos goles en sendos rápidos contraataques. Acortó distancias Sergio Cruz y estableció el definitivo 4-3 ya sin tiempo para más.

No pudo el Granada repetir la gesta de casi treinta años justos atrás, cuando en este mismo escenario también salió derrotado, pero con la condición de primerdivisionista bajo el brazo. Lo del Granada y las liguillas de ascenso es para llorar. También es mala suerte tener que ir a tropezarse con este equipo en el mejor momento de toda su historia. Nunca el filial mallorquinista se vio en otra igual ni nunca lo integraron futbolistas de tanta calidad como los que se alinearon precisamente en aquella liguilla.

La derrota en Mallorca convirtió en mero trámite el partido que faltaba. En Los Cármenes ante menos de mil personas se anotó el Granada una inútil tercera victoria por 2-0 (Corona y Manolo) frente al ascendido Mallorca B, ya a finales de junio. Nueva liguilla maldita y nueva decepción. Fracaso rojiblanco casi simultáneo al de España en el Mundial de Francia. Un año más en el pudridero de Segunda B y mientras tanto el déficit engordando y engordando.

Finalizaba así otra temporada crucial en la historia del Granada, la de la ilusión por un ascenso que se intuyó cercano y otra vez las malditas liguillas frustraron. Pero sobre todo la de la SAD que no fue. La transformación de los clubes de fútbol en sociedades por acciones -ya se ha visto después-, salvo contadas excepciones, tampoco han acabado por solucionar los males del fútbol. Pero no cabe duda de que esa modernización de estructuras podía haber cambiado mucho el futuro inmediato y, por ende, lo que vino después.

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