HISTORIAS: Adios a un histórico, por José Luis Ramos Torres
Un Málaga en horas muy bajas es el rival del Trofeo Granada 1991. Las dos últimas pretemporadas hemos podido verlo jugar en Los Cármenes, aunque el año pasado lo hizo fuera de cartel, o sea, no participó en el trofeo. Lo habíamos dejado como club de Segunda y tal condición es la que sigue conservando. En la temporada recién concluida ha vuelto a estrellarse contra una fatídica tanda de penaltis que lo ha apartado de la primera división, aunque esta última ha sido para intentar retornar a la categoría que perdió el año anterior por otra cardiaca y fatídica tanda de penaltis.
A las diez de la noche del día 12 de agosto de 1991, sobre un césped por grandes zonas mucho más amarillo que verde (que la gran crisis del club llega también a estos aspectos), Granada: Notario; Padial (Paquito 76’), Leo, José Manuel, Álvarez, José Luis, Peso, Jiménez, Moisés, Víctor (Manolo Herrera 65’) y Píriz (Neeskens 70’); y Málaga: Ignacio; Onofre, Monreal, Zapatera, Adolfo, Jaime (Makanaky 71’), Quino, Villa (Roa 71’), Hurtado (Castillo 46’), Merino (Basti 46’) y José Luis; ante un cuarto del aforo del viejo Los Cármenes ofrecieron un partido bastante malo y aburrido en el que se impusieron los visitantes (1-2) que de esta forma se hacían con su tercer trofeo (ya lo habían ganado en 1979 y 1984). En los prolegómenos, el presidente José Aragón entregó una Granada de oro al míster malaguista y ex jugador y entrenador rojiblanco, Ben Barek. Según la crónica de Ideal que firma Jesús Ortega, el Granada presentó un claro 4-4-2, con líneas muy próximas entre sí, más preocupado de guardar la parcela propia e intentar sorprender al contragolpe; mientras que el Málaga basaba su juego en la presión al contrario para recuperar balones en la zona ancha. Se adelantaron los malacitanos a poco de empezar el segundo periodo por mediación de Quino a pase de Castillo, en jugada de claro fallo de la cobertura local. Empató para los nuestros a diez minutos del final Manolo, en otro fallo defensivo. Y a dos minutos del final, nuevo fallo, esta vez de Notario, y Castillo convierte a puerta vacía para los de la Costa del Sol. Este jugador, granadino de nacimiento pero formado en la cantera malaguista, fue el más destacado del choque.
Como se aprecia en la alineación blanquiazul, en su plantilla se había producido una limpia considerable. Después de estrellarse consecutivamente contra sendas tandas de penaltis que le han apartado de la Primera División, no corren buenos vientos para los vecinos. Se ha confeccionado una plantilla en la que la mayor parte de sus integrantes son muy jóvenes y de su propia cantera, y es que don dinero es el que manda y no hay para más. Y si las dos temporadas anteriores han sido malas por culpa de los malditos penaltis, la que se avecina peor ya no puede ser y siempre estará en la memoria de los aficionados malaguistas porque en ella se produjo la desaparición del club: al concluir esta desastrosa temporada 91-92, ante la perspectiva de un descenso consumado a 2ª B prefirieron los boquerones el harakiri y enterraron al histórico CD Málaga. Así que, sin saberlo, en la calurosa noche de 12 de agosto de 1991 asistimos los granadinos a la última vez que nuestro “enemigo” del alma visitaba nuestra casa. El maldito parné (su falta) acabó con un histórico.
Es de destacar el gesto que la directiva de José Aragón tuvo para con el eterno rival, al que intentó echar una mano cediendo para las últimas ocho jornadas de la liga al ya ídolo de la afición rojiblanca, Antonio Álvarez, que nada pudo hacer para evitar el descenso a 2ª B.
Para servidor en su ya larga trayectoria de hincha rojiblanco el rival por excelencia de los nuestros siempre fue el Málaga, el “odiado boquerón”, pero no crean que me alegré de su desaparición. Con él se iba parte de la historia del propio Granada, que arranca desde prácticamente la fundación de ambos clubes. Hasta ese fatídico 1992 y desde sus respectivas fundaciones Granada y Málaga son equipos con vidas paralelas. Solamente un dato: para ambos son la 71-72 y la 73-74 las mejores temporadas de su historia.
Tras el partido y visto lo visto, nadie da una gorda por los nuestros y este equipo más bien insulso que hemos sufrido, de forma que la venta de carnés está bajo mínimos y apenas se alcanza la cifra de dos mil abonados de los que, recordemos, casi la mitad no pagan por ser de veinte años.
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