HISTORIAS: El Granada de José Enrique Díaz, por José Luis Ramos Torres
El trofeo 1989 acabó yéndose a Uruguay, pero la impresión general de los dos partidos de los rojiblancos era que se había logrado conjuntar a un equipo luchador, sin figuras pero con lo más necesario para la categoría de Segunda B: hombres experimentados y muy trabajadores y disciplinados junto a jóvenes que apuntaban buenas maneras. El lunar lo aportaba la falta de pegada ya que en los dos partidos no se había conseguido ni un solo gol, aunque oportunidades no faltaron. Además, uno de los delanteros incorporados, Miguel Ángel, no estaba claro que pudiera actuar como rojiblanco porque su anterior equipo, el Marbella, lo reclamaba como jugador propio. Casi fichado estuvo un delantero, granadino de Bogarre, que jugaba en el Villarreal (muy lejos estaban por entonces los amarillos de sus últimos éxitos), Adriano, pero no hubo acuerdo económico a última hora. Por eso las esperanzas estaban depositadas en la recuperación de Gilberto Navarro, que no había podido actuar en el trofeo por estar lesionado desde los primeros compases de la pretemporada.
En noviembre dimite Suárez y se abre la correspondiente campaña para la elección de nuevo presidente. Y ya en enero de 1990, dado que no se ha presentado otro candidato, lo que venía sucediendo de facto se convierte en oficial al ser proclamado José Antonio Murado como nuevo presidente del Granada.
En lo deportivo la temporada, si no se puede decir que fuera buena del todo, sí que fue ilusionante, por lo menos en sus dos terceras partes. Lo apuntado en el trofeo veraniego se confirmó en la liga y así pudimos ver a un Granada casi siempre en los puestos altos de la clasificación. En el último tercio del campeonato se estropeó lo que podía haber sido una magnífica temporada, cuando el Albacete de Floro puso tierra por medio.
Es característico de esta temporada la pérdida de puntos en los últimos minutos de muchos partidos y la falta de un delantero goleador. Gilberto, que venía jugando muy bien y haciendo goles con cierta facilidad se lesionó de gravedad en el ecuador de la liga y no se pudo volver a contar con él. El fichaje de Miguel Ángel Colmenarejo (Miguel Ángel II, puesto que ya contábamos con otro del mismo nombre) no pudo solucionar nada porque su incorporación se produjo ya en la jornada veintiocho.
Hasta la jornada veinticinco el sueño de dar el salto a la categoría de plata fue muy posible. La jornada veinticinco marca un antes y un después en aquel campeonato. Muchos aficionados actuales del Granada recordarán aquel graderío del campo del Albacete bastante coloreado por el rojiblanco de los varios cientos de seguidores granadinistas que vieron cómo aquella tarde se desvanecía gran parte del sueño con la derrota (2-1) que nos trajimos de la ciudad manchega. Lamentablemente por entonces no se había inventado todavía la liguilla a disputar por los cuatro primeros de cada grupo de 2ª B y el triunfo del Albacete de Benito Floro, que en dos temporadas se metió en máxima categoría y que era el germen del que pocos años después sería conocido como “el Queso Mecánico” (séptimo clasificado en su debut primerdivisionista), supuso abrir ya una brecha demasiado importante pues por entonces sólo los campeones de cada grupo tenían premio. Lo que quedaba de liga sobró para los rojiblancos. Desde este partido en adelante se puede hablar de una bajada de brazos de los nuestros, que hasta la jornada treinta y cinco no volvieron a anotarse una nueva victoria, acabando la temporada en el quinto puesto del grupo III de 2ª B.
Como mera anécdota hay que reseñar que a la jornada siguiente a la visita a Albacete, después de catorce años volvieron a Los Cármenes las cámaras de televisión. Canal Sur, inaugurado menos de un año antes, televisó en directo el partido Granada-Jaén. Hasta hace poco ha tenido un servidor entre sus reliquias futboleras la cinta de aquel partido en el que se le podía reconocer, cosa nada difícil pues apenas seríamos unos cincuenta hinchas los que en la grada de la General del viejo estadio sufrimos aquel pésimo encuentro saldado con empate a uno gracias a que el trencilla, a poco del final, sacó fuera del área una falta a favor de los visitantes que claramente había sido dentro. El varapalo de la derrota en Albacete unido al poco cartel del visitante (que estuvo toda la liga en puestos de descenso y acabó cayendo a Tercera) y unido a una tarde ventosa y muy desapacible, hicieron que en Los Cármenes se diera la entrada más floja que servidor recuerde en un partido de los rojiblancos.
Murado no era precisamente un hombre paciente, y a pesar de que en marzo José Enrique Díaz declaraba a la prensa que el presidente le había dicho que sería el míster para el año siguiente «aunque se juntara el cielo con la tierra», sólo dos meses después, en mayo, antes incluso de estar finiquitada la temporada, despidió al sevillano y lo sustituyó por el segundo, José Luis Garre. José Enrique Díaz pleiteó contra el club sin resultado. De esta forma acababa la estancia granadina de un buen entrenador que siempre dio muestras de solvencia y de conocer muy bien lo que se traía entre manos. A pesar de que fue a salir de mala manera dejó buen recuerdo de su paso por nuestra tierra. Quién sabe lo que podría haber dado de sí si hubiera habido paciencia con él o si por entonces se hubiera implantado ya el sistema de liguilla para dirimir los ascensos.
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El choque ante los gallegos arrancará a las 21:30 horas