HISTORIAS: Feliz inauguración, por José Luis Ramos Torres

El capitán Santi junto a Molina levanta la Copa
El capitán Santi junto a Molina levanta la Copa

El martes 22 de agosto de 1995 el Granada (Ignacio (Fernández 45’); Santi, Toño, Guti (Domingo 45’); Julio Soler (Juanma 66’), Oti (Manolín Redondo 78’), Urbieta (Mateos 92’), Molina, Quique Beltrán; Fenoll (Víctor Platero 72’) y Roberto Valverde) y el Betis (Jaro (Diezma 45’); Merino, Vidakovic, Ureña, Josete; Jose Mari, Cañas (Redondo 64’), Stosic, Menéndez (Alfonso 45’); Pier (Kowalczyk 45’) y Sabas) en una gran noche futbolera de las que siempre se recuerdan, inauguraron el nuevo estadio a nivel doméstico. El Betis presentó casi la misma alineación titular que en la temporada anterior tan brillantemente clausurada clasificó a los verdiblancos para la UEFA. Sólo faltaban Aquino, que había causado baja, Cuéllar, traspasado al Barcelona, y Roberto Ríos, que continuaba en el equipo pero no actuó aquella noche. A cambio sí que actuaron algunos de sus grandísimos refuerzos cara a la nueva temporada, sobre todo Alfonso, y también Pier. Además también era un refuerzo de campanillas el lateral izquierdo Robert Jarni, fichado de la Juventus por 600 millones, pero que no viajó a Granada. Con esa plantilla reforzada no pudo repetir la sensacional temporada anterior y quedó clasificado en octava posición, en aquella atípica primera de veintidós clubes, solución de compromiso ante el affaire que acababa de estallar y en el que andaban por medio el Sevilla y el Celta. Era la tercera vez que el Betis concurría a nuestro trofeo pues ya lo había disputado en 1981 y 1987, y en las dos ocasiones lo ganó.

Era la primera vez que los granadinistas podíamos ver a los nuestros en el que a partir de entonces es su escenario habitual. Y el espectáculo que ambos equipos nos ofrecieron aquella noche estuvo a la altura de la pompa que la cosa merecía. Fue un enorme partidazo en el que el Granada superó a todo un Betis internacional y le venció por un justo 4-1. La crónica de Ideal, que firma Antonio Espina, se abre con el titular «El Granada y tres más». Entusiasmado por el gran juego que los rojiblancos desplegaron sobre el recién estrenado césped, el cronista no escatima elogios y destaca la frase que el míster, Crispi, dijera en rueda de prensa: «mis favoritos son para esta temporada el Granada y tres más».

Los grandes alicientes de las varias novedades: situación del club, en breve libre de deudas; nuevas y modernísimas instalaciones; plantilla con varios integrantes fichados de equipos de primera que hacía renovar esperanzas; Candi y su indudable tirón entre gran parte de los aficionados; hicieron que la entrada fuera cercana al lleno, aproximadamente unos doce mil espectadores, los cuales no salieron defraudados.

 

En especial destacó la línea granadinista del centro del campo, donde Urbieta, Oti y Molina (qué grandísimo partido el de este último) llevaron en todo momento el control. A los quince minutos Fenoll, que también fue uno de los destacados, abría el electrónico (otra novedad) con una gran jugada individual y pared con Molina. Y a la media hora el propio Molina, culminando una gran jugada y una gran actuación hacía el 2-0. El tercero granadinista llegaba ya en la segunda parte, obra del defensa Domingo de cabeza a saque de falta de Urbieta. Acortó distancias para el Betis en el 68 Stosic de penalti. Y ya en tiempo de descuento Roberto Valverde driblaba la desesperada salida de Diezma fuera del área y, a puerta vacía, redondeaba un marcador que colmaba de entusiasmo a la hinchada.

Para servidor, que por primera vez pisaba el nuevo campo, fue uno de los mejores partidos de todas las ediciones del Trofeo Granada.

La mini copa de la fuente de los Leones debía haberse convertido en la de doce (algunas de más del doble de tamaño) en las vitrinas granadinistas. Y digo que debía haber pasado a ser la de doce porque, como sabemos, algunos de esos trofeos ganados por el Granada –la mala economía manda- se habían puesto nuevamente en juego en posteriores ediciones, alterados sus romanos ordinales, y habían sido conquistados por otros equipos, por lo que ya no estaban en la sede de Recogidas. Pero el efecto inmediato, después de la mágica noche futbolera disfrutada, fue que al día siguiente las colas de socios llegaban hasta la esquina de Luis Braille, aunque no todos iban a hacerse abonados porque muchos que ya lo eran buscaban el cambio de ubicación por no gustarles la localidad que les había tocado. De los poco más de mil quinientos socios de las últimas temporadas, en ésta se llega casi al doble, pero el número de abonados sigue siendo escaso.

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