HISTORIAS: La 'espantá' de Murado, por Jose Luis Ramos Torres
Con El partido ante el CD Málaga se cerraba la pretemporada 1990 en la que el Granada, a pesar de haber jugado con varios equipos de superior categoría, acabó invicto. La hinchada tenía razones para el optimismo. Había podido ver a un cuadro muy bien ensamblado por José Luis Garre, muy serio y trabajador, y con algunas individualidades muy prometedoras. Sobre todo habían gustado Luismi y Pedro Díaz, de los nuevos, y Manolo Agujetas, en su tercera temporada de rojiblanco.
La temporada se inicia con derrota (0-2) en Los Cármenes ante el Badajoz, en un partido en el que el guardameta Fernando canta algo más de lo prudente. Por eso y por estar tocado el recién incorporado, para la primera salida y ante la lesión del otro portero, Antoñito (o Antonio), Garre prefiere echar mano de un jugador en edad juvenil todavía, Notario, quien aún no ha cumplido los dieciocho años. Da así sus primeros pasos en el fútbol profesional y consigue hacerse con la titularidad durante los siguientes once encuentros. Y unos meses después es convocado para una selección sub 21 que en partido amistoso ante Polonia empata a un gol. Del excelente libro de Antonio Lasso, Una vida en rojiblanco, podemos extraer la alineación de los que jugaron aquel partido, entre los que destacan los nombres de Guardiola, Berges, Larrazábal o Urzáiz, germen de la selección olímpica que año y medio después conseguirá el oro en Barcelona 92. Faltando cinco minutos para el final salió Notario en sustitución del futuro granadinista Fernández (el “Pescao”).
Apenas se han jugado ocho jornadas y el equipo anda clasificado en la mitad alta de la tabla cuando salta la bomba: en asamblea extraordinaria de 8 de noviembre de 1990, Murado presenta su dimisión. Poco menos de dos años ha estado al frente del club (menos de un año de forma oficial). En ese tiempo le hemos escuchado decir reiteradas veces que el equipo dentro de poco estará en primera, que se hará un súper equipazo para arrasar, que se convertirá pronto en SAD, que se construirá una ciudad deportiva, que... lo que haga falta. También le hemos visto hacer gala de métodos dictatoriales y se ha enemistado con gran parte de la prensa deportiva local pues es hombre que no admite críticas a su papel de mecenas sobre cuyas únicas espaldas recae todo el peso del club. Rememorando aquellos años y echando una visual a ahora mismo, nunca menos que en estos momentos querríamos asistir a un déjà vu de ésos (o como se diga), aunque a veces no podamos evitar reconocer en nuestras pesadillas algunos fantasmas del pasado. El caso es que como paquidermo en cacharrería llegó Murado y de peor manera aún abandona su responsabilidad cuando nadie lo sospechaba. Y el pobre Graná, de pronto y en mitad de una campaña, se queda nuevamente huérfano.
De la etapa muradiana sólo podemos extraer como positivo el que (con métodos “non sanctos”, que se diga) se eludiera un descenso a tercera cantado, por lo demás, de todo lo prometido nada de nada, y la deuda del club no ha hecho sino aumentar considerablemente. Está claro que a nadie se le puede exigir que arriesgue su patrimonio indefinidamente a cambio de nada, sólo para que otros podamos seguir alimentando nuestra pasión, pero también está claro que ésas no son maneras de abandonar una responsabilidad a la que nadie le había obligado. En años venideros las aficiones de Maracena y Motril tendrán oportunidad de experimentar en carnes propias esas mismas euforias de primera hora en el aterrizaje del que parece que lo va arreglar todo, traducidas al poco tiempo en decepciones y en un gran desierto después de una despedida a la francesa.
Ante la situación de desgobierno y tras un breve periodo en que la dirección recae en el vicepresidente Raúl Ruiz, ya en enero de 1991 se hace cargo del club una junta gestora presidida por Gerardo Cuerva. Mal que bien conseguirá esta junta terminar la temporada entre mil dificultades de todo tipo, fundamentalmente económicas, pero también en lo que respecta a su labor de convocar elecciones y buscar a alguien que en esta tesitura se quiera hacer cargo del club y sus cuitas. Sonó como presidenciable el nombre del atarfeño Manuel García Machado, pero quedó en nada. Finalmente y tras hasta cinco (Lasso dixit) intentos fallidos de abrir el reglamentario proceso electoral, ya a mediados de junio tendremos un nuevo presidente granadinista: José Aragón, pero esto corresponde a la temporada siguiente.
En el interregno el equipo sigue su deambular por las procelosas celadas que tiende el desarrollo del calendario del grupo III de 2ª B. El Granada de Garre, sin brillar especialmente en ningún momento, hace buenos partidos y un papel bastante digno, manteniéndose casi toda la temporada en la mitad alta de la tabla, a pesar de los retrasos en los pagos que sufre reiteradamente la plantilla. Pero al final sólo consigue clasificarse quinto, a dos puntos del Mérida (único club del grupo que conseguiría el ascenso) y sin derecho a nada pues aunque para este año empieza a disputarse la liguilla de ascenso a segunda, igual que ahora sólo la disputan los primeros cuatro clasificados.
En el terreno de lo anecdótico hay que referir los dos partidos que tuvo que jugar el Granada como local en el “exilio”. En la jornada 29 empatan los rojiblancos a cero en La Rosaleda ante el Valdepeñas al estar Los Cármenes clausurado por los incidentes ocurridos dos semanas antes ante el Huelva (0-1). Y en la jornada 34 nueva clausura por incidentes ante el Telde (1-0); el escenario es el minúsculo campo de césped “tropical” de La Herradura, donde los nuestros se imponen 4-2 al Linense.
El choque ante los gallegos arrancará a las 21:30 horas