HISTORIAS: La peor temporada de la historia, por José Luis Ramos Torres
Lalo no acertó en el verano de 1988 con aquello de que el equipo en el 92 jugaría en primera. Justamente desde ese año el techo rojiblanco no ha pasado de la maldita 2ª B. Pero con no cumplirse ninguna de las optimistas previsiones de Lalo, lo peor es que la temporada que estaba a punto de empezar es, sin lugar a dudas la más infame de la historia del Granada. En 2002 tuvimos que vivir un descenso pero éste no llegó por deméritos deportivos sino por impago de deudas, mientras que en esta 88-89 se vivieron los perores y más angustiosos momentos que uno recuerda en su ya dilatada vida de hincha rojiblanco, y el descenso a Tercera fue algo más que una posibilidad que felizmente se pudo eludir gracias a que en la recta final sí dio el equipo la talla, y también (ustedes disimulen) gracias a alguna cosilla muradiana.
Lalo desde luego no acertó, del mismo modo que no pudo sacar partido de aquella plantilla de dolientes: en la jornada sexta el Granada era colista del grupo IV de segunda B y esto le costaba el cargo. En su lugar Suárez se trae a Pachín y a petición del nuevo técnico refuerza el equipo con el fichaje de un centrocampista que dio buen resultado, Manolo Agujetas. También se puede considerar refuerzo la reincorporación de Merayo, que a pesar de tener contrato en vigor había sido despedido por bajo rendimiento; el leonés litigó en la jurisdicción laboral y hubo de ser readmitido. Pero no lo íbamos a lamentar ya que este delantero es de las poquitas cosas medio salvables de aquel horrible Granada. Por otra parte el buen guardameta Ignacio pasó a mediados de temporada traspasado al Málaga, de primera división.
Mientras Pachín se incorpora o no, el Granada consigue una victoria importante ante el Lorca por 4-0, la primera de los rojiblancos, que se hace esperar hasta la jornada ocho. Lalo Maradona, que no jugaba ni por casualidad con su asturiano tocayo, es utilizado por José Luis Garre y en su primer partido como titular le hace dos goles al Lorca y completa una buena actuación; es esta la única oportunidad (aparte de aquel ya lejano 5-0 al Coruña) que tenemos los granadinistas de pensar que el “hermanísimo” es en realidad futbolista. Pero la victoria ante los murcianos ha sido un espejismo porque el equipo vuelve otra vez a perder hasta a los chinos y a hundirse, y el mediano de los Maradona vuelve también a calentar banquillo.
Como el poeta podría uno decir: «vengo con tres heridas». Así es, tres grandes heridas (son muchas más en realidad) tiene el hincha irredento que uno es grabadas a fuego en su alma de forofo rojiblanco: la primera, el veinticincojota; la segunda el 0-5 ante el Realejos; la tercera es de esta temporada, jornada quince, cuando después de irnos al descanso ganándole 3-1 al Olímpico de Játiva vimos los escasos dos mil que quedábamos cómo en la segunda parte un equipo de zombis vestidos de rojiblanco hacía el más espantoso y descomunal ridículo y perdía 3-5.
Al llegar a la mitad del campeonato el Granada ocupa la penúltima plaza y carga con -7. Es en ese momento cuando empieza a circular con insistencia un nombre en el que los atribulados hinchas rojiblancos atisbamos un rayo de esperanza en medio del gran sufrimiento: Murado, el a la sazón presidente y propietario y “rey Midas” del club Puleva de baloncesto de División de Honor (ignoro si ya se llamaba ACB) ex Oximesa. Su desembarco en Recogidas 35 se produce a partir de la asamblea extraordinaria de 30 de enero de 1989, en la que se le proclama vicepresidente ya que primer mandatario no puede serlo porque para eso es necesario el reglamentario proceso electoral que no se ha llevado a cabo, pero está muy claro que quien a partir de ese momento manda en el club es el empresario del oxígeno. Dos semanas después una nueva asamblea conferirá a Murado plenos poderes para hacer y deshacer, y sucesivas asambleas ratificarán esos plenos poderes. Y una de sus primeras decisiones es deshacerse de los dos futbolistas de la plantilla que más cobran pero que nada aportan, los dos argentinos Lalo Maradona y Escudero, cosa que conseguirá ya en abril. Lo que no consigue es su propósito de que los socios de veinte años renuncien a tal condición a cambio de una insignia de oro del club.
Pero en lo deportivo las cosas siguen de mal en peor. En la jornada 24 cae Pachín y le sustituye Crispi a título de asesor a la presidencia porque como esta misma temporada ha entrenado a otro equipo no puede ser el míster oficial, cargo que ocupará José Luis Garre. Si con Pachín el equipo no carburaba, con Crispi la cosa se pone todavía peor. Sólo cinco jornadas permanece el cordobés al frente del equipo, saldadas con dos empates y tres derrotas. El fantasma de la caída a la cuarta división es ya, tras jugarse la jornada veintinueve (de 38), con el equipo segundo por la cola y con -10, algo que hasta los más optimistas ven que no se va a poder evitar.
Al irse Crispi vuelve al banquillo el técnico que comenzó la temporada, Lalo. Con Eduardo Gómez sí reacciona el equipo y empieza a sumar puntos, pero apenas queda ya margen para enderezar el rumbo. En la penúltima jornada y tras vencer al Cartagena (2-0) en Los Cármenes consigue el equipo abandonar los puestos de descenso directo y acceder al decimosexto. Pero todavía no están los rojiblancos salvados porque el peor 16 de los cuatro grupos de 2ª B desciende también (la diferencia con lo que ocurre ahora es que entonces descendía sin más, sin posibilidad de salvarse en repesca). Sólo queda jugársela a vida o muerte en la última jornada en Marbella, donde una derrota puede volver a meter al equipo en los puestos de descenso e incluso una victoria corta puede no valer, todo dependerá de los otros quintos por la cola. Por eso es necesario ganar y que la victoria sea lo suficientemente amplia, buscando un mejor coeficiente de goles en contra y a favor.
En la “feria del penalti” de Marbella (cuatro se señalaron, de los que tres lanzó y transformó nuestro equipo, récord rojiblanco vigente de penaltis a favor en un partido) el 2-5 final consiguió que se superara el coeficiente del San Sebastián de los Reyes del grupo I y con ello el milagro de la salvación, y por primera vez en aquella horrible temporada tuvimos los granadinistas motivos para sonreír. El Marbella nada se jugaba porque aunque estuvo toda la liga en los primeros puestos ya no podía alcanzar al Levante, que fue el campeón y ascendió pues por entonces no se había instaurado todavía la liguilla de ascenso. Uno es granadinista para bien y para mal, y esto hace que prefiera mirar hacia otro lado cuando de hablar de esta temporada y de este partido se trata. El resultado final estará ya para siempre bajo sospecha y de nada sirve remover lo que pasó o dejó de pasar en la Costa del Sol. Sólo añadir algo que es de dominio público pues se trata de unas manifestaciones del propio Murado realizadas dos años después, en 1991, cuando dijo que en Marbella «hubo que hacer alguna cosita».
La inmensa angustia vivida llegó incluso hasta después de terminada la liga. En los mismos vestuarios de Marbella, una vez finalizado el partido, se vivieron momentos de confusión y ansiedad hasta que estalló la alegría y la celebración, ducha de todos incluida, cuando por fin se pudo confirmar el milagro. La zozobra extrema es lo que más caracteriza esta insufrible temporada, que es para un servidor la peor de la historia del Granada CF.
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