OPINIÓN: Ahora, por Alberto Bueno
Ahora, echar cuentas es fácil; aunque no salgan por ningún lado ni de ninguna manera. Criticar, ahora, la gestión de Paco Sanz al frente del Granada Club de Fútbol no es tarea complicada. Ahora. Pero la crítica es fatalmente necesaria. El período Sanz ha ido de más a menos. Cuando desembarcó don Lorenzo Sanz en la entidad, como mecenas, trayendo de la mano a su hijo para intentar enderezar el rumbo de la nave, todo fue algarabía y esperanza; francas esperanzas en que el Granada saliera de ese pozo y, poco a poco, ir ascendiendo hasta llegar a donde, por historia y Afición, le corresponde estar. Y la cosa no comenzó mal… para acabar de la forma conocida por todos. Se cierra un ciclo y se debe abrir otro. Hay que abrir otro.
La crítica es totalmente necesaria, ya digo. El problema sobreviene cuando la crítica se ejerce sólo de manera destructiva, enfermedad ésta enquistada, por desgracia, en nuestra tierra granaína. Aquí hay muchos destructores y pocos zapadores dispuestos a construir puentes. Se dan otros tantos casos que, parece ser –y se muestran constantes en su labor de demostrarlo, se alegran de que la cosa haya acabado como ha acabado; y no sólo del fin del mandato de Paco Sanz, sino, miserables ellos, de que el Granada esté al borde del abismo. Y eso ya fastidia.
Las propuestas, las posibles soluciones para salvar nuestra particular crisis –aunque tan relacionada con la que afecta al país, para qué negarlo-, nuestra enésima crisis, no las sé a ciencia cierta ni están en mi mano; a lo sumo puedo aventurar algunos remedios como los que cualquier otro aficionado pudiera dar. Quizá no conozca las soluciones porque, en verdad, no hay recetas mágicas ni milagrosas si esto lo que necesita es mucho más que un simple repello. Pero hay que ponerse manos a la obra, sin remedio. No obstante, en esta ciudad nuestra, sí que hay algunos que pueden tener en sus manos la solución al asunto, no sé si definitiva o no. Algunos de esos sujetos se verán las caras en la reunión del próximo martes.
Esa cita del martes, convocada por la Confederación de Empresarios, se me antoja por mucho más transcendental de lo que se pregona. Considero que será una de las últimas oportunidades –ojalá no la última- para llevar a buen puerto la nave. Porque no hay que olvidar que los que tienen verdadera solvencia y capacidad económica para liderar y sacar adelante este proyecto son los empresarios granadinos y, con ellos, los organismos públicos. Si bien, no termino de estar conforme con esa idea de que sea el Consistorio capitalino, sea Diputación, sea quien sea, tenga que ir subvencionando al Club; como beneficiario –por efectos colaterales, al menos-, puede ser un gran interesado en que las cosas marchen bien, pero no están las arcas públicas como para ir dando dinero a una entidad que no deja de ser privada, que no deja de ser un equipo de fútbol; mas eso es harina de otro costal.
En los empresarios está la clave y todo dependerá del interés e ilusión que le presten al tema. Si ellos quieren, pueden, no cabe la menor duda. Eso sí, la gestión ha de mostrarse, a la fuerza, mucho más clara de lo que ha sido hasta ahora, con vistas a conformar un proyecto sólido y realista; de nada sirve que me vendan “el tren del ascenso” si ni tan siquiera tenemos los raíles colocados. Me consta que hay gente muy capacitada para asumir esa gran responsabilidad, con la suficiente preparación para arreglar este gran desaguisado. Es el momento de que den la cara; hay que darla, no queda otra. Ahora.
Cualquier iniciativa seria, planteando ideas factibles, consecuentes y, reitero, realistas, a corto plazo –para salvar la temporada- y a medio y largo plazo –para el proyecto en sí; esto no se soluciona de la noche a la mañana-, tendrá el respaldo de la afición rojiblanca, la cual demuestra, con iniciativas, salidas de la humildad pero grandísimas y loables al máximo, que ama a este equipo... y odia los funerales.
Históricamente para los rojiblancos no retornar a la máxima categoría por la vía rápida no es buen augurio