Pase al Hueco

Involución

Santiago Martos  |  13 de septiembre de 2022  |  @Martosms
Santiago Martos (GRJ)
Santiago Martos (GRJ)

Póker de goles del Éibar a un Granada que mostró su peor cara, así dicho en corto, o si lo prefieren más edulcorado, un equipo hecho contra otro que se está haciendo.

Al aficionado de poco le sirve para consolarse que la derrota estaba profetizada desde hace semanas en base a que Ipurúa es feudo maldito, de esos que están hechizados para no ganar nunca. En contexto global los armeros nos pasaron por encima en casi todos los aspectos del juego, en marcar los ritmos y en que se hiciera siempre lo que a ellos les interesaba así que poco o nada concluyente para el que les escribe, es que Ipurúa se nos dé mejor o peor, el Granada hizo el peor partido de la era Karanka y el sabor de boca que deja resulta de un amargo de esos que dura hasta la víspera del siguiente duelo.

En los tres primeros envites no es que hiciéramos fútbol, entiéndase elaborado o vistoso, pero la solvencia defensiva era irreductible y la pegada letal, dos ingredientes indispensables en segunda división que suele dar puntos. Pero al final sólo son dos bazas, y si te fallan las dos, es cuando a un equipo, con el mayor presupuesto de segunda y con diferencia, se le espera juego de cintura, fondo de banquillo y soluciones cuando te encuentras a equipos que doman la pelota o, como el último, que son doctores en aspectos del juego estratégicos.

 

En cualquier caso, la visita al País Vasco tras el paso por los Pirineos, deja como resultado un claro paso atrás respecto a las tres primeras jornadas. Nos deja, como digo, ante la realidad, que no es otra que este Granada está aún en construcción y que le queda tela marinera por cortar para llegar a ser un bloque compacto que toque al unísono la misma melodía. Además, hay que reseñar que Karanka estuvo impertubable ante lo que todos veíamos y que la reacción llegó tarde, muy tarde, cuando el encuentro pedía a gritos tocar posiciones y dibujo apenas diez o quince minutos del segundo tiempo. Añadamos las carencias técnicas que dejó el choque; malísimos controles de balón, pelotazos continuos, malos pases, presión de balón desacompasada, centros que iban al infinito, etcétera, que facilitó bastante el trabajo al Éibar que tiró del guión previsto sin demasiada resistencia.

Y, si además de cuajar una comparecencia para olvidar por la vía rápida, resulta que tras el segundo gol bajas los brazos, no sólo es que puedan llegarte, como llegaron, más goles, sino que a tu afición terminas de darle la puntilla, como así ha sido, poniendo la guinda de la indolencia e indiferencia a tan paupérrima actuación.

Mucho queda por arreglar y muchas jornadas por delante; nos lameremos las heridas y las trataremos con este ungüento para aguantar la semana. Veremos qué pasa la jornada siguiente y si este Granada de Karanka ayuda a que nos cicatricen cuanto antes.

Por último no quiero dejar de reconocer el granadinismo a los desplazados a Éibar donde estuvieron con su equipo, y en especial a un tal Aidan, escocés él, que acudió a Ipurúa desde Kilmarnock en Escocia. Y es que los filipinos nacen donde quieren oiga.

 
 
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