Brindis para la posteridad
El Granada regresó de Budapest con otra heroicidad más en la maleta. Recibimiento a la altura de lo conseguido en la llegada de la expedición a su hotel de Budapest
“Cuartos de final en la primera participación continental del Granada CF en 90 años”. Esa era la frase que Diego Martínez no quería escuchar a falta de 24 horas para que se resolviera la eliminatoria frente al Molde. 24 horas después, ya sí se puede gritar de manera eufórica, porque es la realidad que está viviendo una provincia entera. Su equipo, el que vagabundeaba por los campos de Tercera hace quince años, está entre los ocho mejores de la Europa League. Además, con sufrimiento durante más de 40 minutos, los que duró la ventaja del cuadro noruego por 1-0 en el `Puskas Arena´ hasta que apareció la cabeza de un chaval, de Roberto Soldado, quien parece portar la elástica rojiblanca horizontal desde alevines. Es el ADN granadinista, un guion de suspense total que, afortunadamente, no tuvo el desenlace de aquel fatídico 25-J contra el Murcia o, sin necesidad de marcharnos tan lejos en el tiempo, del gol de Yuri a falta de nueve minutos para plantarse en la final de Copa.
El gran culpable de ello tiene nombre y apellidos: Diego Martínez Penas. Ese gallego que cogió las riendas de un club en una situación preocupante con dos últimas temporadas, hasta ese momento, desastrosas. Fue él quien anoche brindó por la histórica clasificación, otro hito más que se apunta a su Cum laude granadinista. Un brindis en el hotel de concentración la llegada de la expedición tras completar la heroicidad con el himno del Granada como telón de fondo y los trabajadores del propio edificio luciendo las bufandas rojiblancas. Recibimiento a la altura de lo conseguido.
Además, las impresiones del vigués mostradas en una amena charla con los medios de comunicación allí presentes reflejaron el sentir de toda una afición. Por fácil que parezca desde fuera, no podemos saber si la actual situación deportiva, presente desde hace algo más de dos temporadas y media, se volverá a repetir. La conexión ya no abarca sólo al equipo y al propio público nazarí, sino también a un país. España se está quitando el sombrero en cada peldaño que supera el Granada.
Una aventura, la de Budapest, que dio comienzo hace dos días cuando, al bajar del avión, el frío centroeuropeo daba la bienvenida. También el Danubio y las imperiosas construcciones de la capital húngara, dividida entre Buda, a un lado del río, y Pest, al otro. Divisar desde el horizonte la metrópolis acinquense hacía revivir la pena de que la afición no pudiera disfrutar, ya no sólo del partido o de los éxitos de los suyos, sino de ciudades tan emblemáticas como en su día también lo fue Nápoles.
Sin tiempo apenas para respirar el gélido aire que allí soplaba, tocaba poner el GPS rumbo al `Puskas Arena´, que estaba preparado para acoger al Granada en la sesión previa y, posteriormente, en la disputa del choque frente al Molde. Una construcción tan moderna como espectacular, clara muestra del desembolso económico que están aportando muchos países a recintos del deporte rey. Casi 70.000 butacas rojas vacías físicamente, pero buena parte de ellas también teñidas con algo de blanco espiritualmente desde 2.200 kilómetros de distancia.
A pesar de ese triste vacío, el gol de Soldado rugió en la grada. Desde el verde hasta el palco, pasando, lógicamente, por la zona de prensa. Un testarazo que provocaba un placer máximo de disfrute de cara a los 20 minutos siguientes que se jugaron hasta el final del encuentro. El remate hubiera sido no haber caído en los últimos instantes por el penalti transformado por Hestad, pero eso no empañó la magnitud de lo conseguido. Tampoco fue el mejor partido del Granada durante muchas fases del duelo, algo que solucionó Rui Silva. El tan criticado guardameta luso a través de las redes sociales tras confirmar su salida a final de temporada volvió a callar bocas, tal y como sucedió en Nápoles.
El “vamos delincuentes” del bueno de Pepe Macanás sonó de nuevo en la Europa League una vez finalizada otra eliminatoria más que se apuntan los hombres de Diego Martínez. A un Diego que, por cierto, no le falta razón cuando dice que sobre su continuidad hablará a final de temporada. Porque se ha ganado el derecho a decidir con creces. No sería positivo centrar la atención en su futuro. Lo importante es disfrutar de un momento único que varias generaciones no pudieron vivir antes. Si el técnico seguirá o no, posiblemente ni él mismo lo tenga decidido aún. No toca. Seguramente, quien lo tenga que dibujar públicamente encuentre pronto la hora para hacerlo en lugar de centrar sus palabras en valoraciones post partido.
La aventura puso fin con otra conexión austrohúngara, siglos después del Imperio, y un soldado (de profesión, no Roberto) aplaudiendo en la frontera entre Hungría y Austria la hazaña granadinista al comprobar que los ocupantes del vehículo portaban la acreditación UEFA. Dos de esos tres tripulantes unían la euforia futbolística con la sentimental en una fecha tan señalada, 19 de marzo, uno porque “come huevos” desde hace ocho años y otro por llamarse Giuseppe. Sin lamentar, esta vez, pruebas non rilevato ni despistes de bolsitos, volvieron a demostrar su capacidad de adaptación y adopción para llevar todo lo acontecido durante un momento único a todos aquellos miles de fieles que también estuvieron presentes en uno de los anillos del `Puskas Arena´. Y también lo estarán en `Old Trafford´.
@Francalvo1996
francalvo@granadaenjuego.com
Los de Manolo Torres han puesto rumbo este jueves a la localidad manchega
El técnico burgalés está dejando a pesos pesados en el banquillo