Del éxtasis a la frustración en segundos
La afición del Granada regresó a su templo partido oficial, pero las sonrisas de felicidad se achicaron tras unos polémicos últimos minutos ante el Valencia

El 29 de febrero de 2021, hace justamente un año y medio, el Granada disputó su último encuentro de liga con público en el ‘Nuevo Los Cármenes’. Ni fue un duelo maravilloso, ni tan siquiera se resolvió con victoria local. Un 0-0 frente al Celta que fue el preámbulo de la vuelta de la semifinal copera ese tan recordado 5 de marzo. Aquella sí que sería la última vez (afortunadamente, ya penúltima), que en partido oficial el coliseo del Zaidín abría sus puertas a los aficionados. Ayer, el templo granadinista se volvió a vestir de gala para recibir a sus fieles, que se pudieron dar cita en un número que merodeó los 6.300 espectadores. Una cifra mayor que la que asistió al “ensayo” en el trofeo contra el Málaga.
Los bares exteriores al estadio se tiñeron, otra vez, de rojiblanco. Desde más de dos horas y media anteriores al encuentro, los aficionados ocuparon las terrazas de la Calle Pintor Maldonado y Salvador Allende para hacer la “previa” y, por qué no en algunos casos, entrar más contentos a presenciar el partido, aunque era complicada una mayor excitación. Los afortunados en el sorteo de las entradas no borraron durante toda la tarde las sonrisas de sus caras. Aunque muchos ya habían vuelto a sentir el ambiente por el duelo frente al Málaga, en esta ocasión comenzaba la hora de la verdad, la liga.
No hubo, esta vez, recibimiento al autobús del equipo. Los fieles nazaríes tuvieron que conformarse con ver a los jugadores acceder al parking del estadio en sus vehículos particulares, una dinámica que parece ser la habitual a partir de ahora para Robert Moreno, y así evitar las horas muertas en concentraciones. Por lo tanto, la instantánea del júbilo al desembarco del plantel fue cambiada por el recibimiento a la expedición del Valencia, con rivalidad, pero siempre dentro de la deportividad.
Afortunadamente, no se produjeron las extensas colas al acceder al estadio como las que hubo el día del trofeo ante el Málaga. Cada aficionado pudo ocupar su butaca (algunos las de siempre, otros distintas) y estar a tiempo para vivir desde dentro todos los momentos previos al choque. Había menos personas, pero los aplausos a los jugadores rojiblancos al saltar al calentamiento se escucharon más que nunca. Casi tanto como los que se llevó Robert Moreno al sonar su nombre por la megafonía. Sí, también una sonora pitada al Valencia.

En los prolegómenos al duelo había un acto marcado y bien mereció el reconocimiento que se llevaron cuatro trabajadores esenciales que, durante la época dura de pandemia, se mantuvieron al pie del cañón para que todo transcurriera lo mejor posible. Uno de los homenajeados fue José Valcárcel, presidente del G19, quien ha explicado a nuestro medio que “la emoción fue indescriptible en el momento de pisar el césped. Estaba tranquilo, pero justo cuando salimos por el túnel de vestuarios se me saltaron las lágrimas” y reconoció que “cuando abandonamos el campo, tanto mis compañeros como yo, lloramos como críos”. “Fue una experiencia inolvidable y una de las mejores emociones que he sentido nunca” aseguró Valcárcel.
Seguidamente, llegó uno de los momentos más esperados de la tarde: el himno. El ‘Nuevo Los Cármenes’, literalmente, rugió. Parecía que el alto volumen de la megafonía no dejaría escucharse a los 6.300 aficionados que poblaron las gradas, pero, alcanzado el estribillo, ese sonido artificial cesó. En el coliseo granadinista y kilómetros a la redonda únicamente se escuchó a miles de gargantas entonar ese “Ay Granada, tu eres mi alegría” que pone los vellos de punta a cualquiera.
Con el partido comenzado, la hinchada no tardó mucho en volver a levantarse de sus asientos para aumentar, todavía más, su sonrisa. Esta vez, con un toque sensitivo más especial si cabe. Luis Suárez marcó y la afición nazarí pudo volver a gritar en partido oficial, 534 días después, la palabra “gol” en distintos tonos. Unos más largos, otros más cortos. Unos más sonoros, otros menos. Pero, con la misma emoción.
Para Marina, que volvió a su estadio un año y medio después, fue lo mejor de una jornada, independientemente del resultado, inolvidable: “Pese al penalti, al tanto anulado de Montoro… Me quedo con cantar, por fin, de nuevo un gol en ‘Los Cármenes’. Eso sí que fue emoción”. Retornar al feudo rojiblanco “Fue volver a sentir al Granada y la eterna lucha al cien por cien”.
Estaba claro que el guion deparaba algo de infarto para los granadinistas. Un penalti, cuanto menos, discutible y casi inexistente comenzó un carrusel de emociones totalmente contrapuestas. En el minuto 87 todo fueron lamentaciones con el tanto de Carlos Soler. En el 89, el ‘Nuevo Los Cármenes’ se vino abajo. Incluso Aarón se recorrió todo el campo para celebrar junto a sus compañeros el gol de Montoro. Pero, sin esperarlo, Del Cerro Grande colocó su mano en el pinganillo porque algo le decían desde Las Rozas. A los pocos segundos, levantó su brazo, anuló el tanto cuando ya todo estaba preparado para el saque de centro, y dejó al estadio enmudecido e incrédulo.
La pitada sobre el colegiado madrileño al abandonar el terreno de juego fue monumental. Las sonrisas que se habían visto durante toda la jornada ya no eran tan grandes. Pero, las muecas de felicidad por regresar a cada seguidor a “su casa” aún se mantenían intactas. Porque, se volvió, que era lo más importante. Y, la afición del Granada amenaza con quedarse y dar mucho ruido.
@Francalvo1996
francalvo@granadaenjuego.com
Las localidades en la zona visitante tienen un precio de 25 euros
El jugador del Granada CF, autor del gol en Burgos, señaló que "el equipo compitió bien"