Anticlímax
CONTRACRÓNICA | El Granada no supo esquivar un desenlace que parecía inevitable
Desde la pandemia, cuando se introdujeron los cinco cambios, los entrenadores tienen en su mano una notable capacidad para intervenir en los partidos desde el banquillo, pudiendo modificar el plan inicial dando entrada al terreno de juego a nuevas piezas que cambien el decorado, un cambio de guion que en Almería no se produjo.
Tras una primera mitad sobria, aunque sin apenas mordiente, el Granada pasó a ser un juguete en manos del rival durante el segundo acto, donde, como en las películas de terror, el malo siempre termina alcanzando a su victima por mucho que ésta corra sin parar.
Escribá trató de cambiar un desenlace que parecía inevitable, poniendo sobre el césped a Sergio Ruiz y Pablo Sáenz, dos cambios que sobre el papel parecían acertados. El centrocampista cántabro debía dar equilibrio y posesión en la medular, tratando de recuperar el balón, mientras que el extremo salió con la misión de buscar la profundidad que Jozwiak era incapaz de proporcionarle al equipo.
El Almería siguió dominando, incrementando su asedio sobre la portería de Mariño, un control que el entrenador rojiblanco intentó contrarrestar con Trigueros y Rubén Sánchez, pero el ritmo del partido atropelló a los cambios, que fueron incapaces de cambiar el decorado.
Los de Rubi asestaron los golpes fatales sin tiempo para la reacción de los nazaríes, que parecían haber asumido su destino fatal mucho antes. Cuando Weissman entró al terreno de juego ya era demasiado tarde y el Granada hincó la rodilla.
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