Ni generan igual, ni se sacrifican igual

Más de 5.000 kilómetros en cuatro días completó a paso de hormiguitas enormes y sin rechistar el Granada Femenino, que no quiso que la odisea fuese algo en vano

Fran Calvo |  |  
19 de octubre de 2022
El Granada Femenino celebra la heroica clasificación copera en el campo del Levante Las Palmas (GCF)
El Granada Femenino celebra la heroica clasificación copera en el campo del Levante Las Palmas (GCF)

Está claro que el fútbol masculino de élite no genera lo mismo que lo considerado élite en el fútbol femenino. Cualquier aficionado o aficionada puede remitirse a los hechos. Público en los estadios, repartos televisivos y teleaudiencias, cobertura mediática, merchandising… Lógicamente, suponen aspectos que afectan a los salarios de unos, astronómicos, y otras, lo tradicionalmente llamado “pan para hoy, hambre para mañana”. También a los porcentajes que los clubes destinen a sus distintos equipos. Mientras que el masculino suele gozar de las mayores comodidades, el femenino es feliz con no verse obligado a cruzar una nación entera a ida y vuelta en autobús.

Pero, como no exigen lo mismo, sino lo mínimamente merecido, hay equipos que trabajan a paso de hormiguitas, sacrificándose día a día para compensar tanto esfuerzo a través de éxitos deportivos. Es el caso del Granada. Un grupo de personas que en cuatro días recorrió más de 5.000 kilómetros con el objetivo de disfrutar de su pasión compitiendo al máximo nivel. Dando una enseñanza, ya no solo futbolística, sino también de esos valores humanos que, de vez en cuando, transmite el deporte en el que veintidós futbolistas dan patadas a un balón. Los mismos, por ejemplo, que aprendieron Lauri, que tuvo que abandonar su Albacete natal para prolongar su entusiasmo por la pelota, Alba Pérez, Nerea Agüero y Lucía Ramos, quienes superaron o se encuentran superando graves lesiones.

El equipo nazarí, sin queja pública alguna, arrancó el sábado una odisea tremenda que no solo afecta a cualquier ser humando en el aspecto físico. Voló desde Málaga hasta Gran Canaria, protagonizó una épica remontada el domingo, y a la medianoche volvió a poner pie en tierras nazaríes procedente de nuevo desde la Costa del Sol. Como no se trata de la élite masculina, los organismos consideraron que era una genial idea fijar su siguiente compromiso, esta vez de Copa y en Barcelona, un día y medio después. De hecho, los más iluminados pudieron pensar que se trataba de un viaje al futuro en el que los habitantes de la tierra son máquinas y robots automatizados para cumplir órdenes y responder siempre de forma automática, sin desgaste alguno.

 

Allí se plantó el Granada, el martes por la mañana, en la Ciudad Condal, con una maleta ligera de equipaje, ya que la estancia sería breve, pero repleta de ilusión. Eso y lucha implantaron las jugadoras de Roger Lamesa en un partido ante un rival de Primera División, el Levante Las Planas. Con el premio de que volverán a verse las caras con otro conjunto de la máxima categoría en la siguiente ronda.

A veces, la excusa fácil en el más alto nivel del fútbol masculino suele ser el cansancio por haber jugado dos partidos en 72 o 96 horas. Hasta los propios jugadores se lo creen. Tan cierto es que no generan lo mismo, como que no se sacrifican lo mismo. Sobre el verde del Municipal de Las Planas se vio correr a Laura Pérez en el minuto 81 con el mismo ímpetu que lo hacía en casa del Juan Grande al primer minuto. A Marta Carrasco dar todo por el escudo con forma de bala en el interminable descuento de Barcelona, al igual que hizo en el primer centro aéreo del cuadro grancanario dos días antes. O a Roger Lamesa defender a sus jugadoras tras el partido en Sant Joan Despí de modo idéntico a la conjura en el vestuario del ‘Castillo del Romeral’.

Existe un libro, No las llames chicas, llámalas futbolistas, que relata distintos testimonios de todo ese sacrificio que derrochan las futbolistas para alcanzar sus sueños. Podría escribirse otro en tinta rojiblanca para inspirar a todo aquel granadinista que lo lea a aportar de la forma más sencilla, acudir a la Ciudad Deportiva cada dos fines de semana y despertarle esa afición por un fútbol que todavía es fútbol. Danae Boronat es la autora de la mencionada obra y fue la primera mujer en narrar, allá por mayo de 2019, un partido de Primera División masculina. Tres años más tarde se encontraba en el Municipal de Las Planas, contando todo lo que sucedía en ese tan reciente aún Levante - Granada. Quién sabe si añadiendo también a su conocimiento sobre el fútbol femenino algunos nombres de las que vestían la elástica rojiblanca horizontal para interesarse por sus historias. No defraudarían, desde luego.

Está claro que el fútbol masculino de élite no genera lo mismo que lo considerado élite en el fútbol femenino. Cualquier aficionado o aficionada puede remitirse a los hechos. Público en los estadios, repartos televisivos y teleaudiencias, cobertura mediática, merchandising… Suena a déjà vu. Se puede añadir a esas frases, como novedad para completar el párrafo, que el sacrificio tampoco es el mismo. Una de esas partes lucha diariamente por compaginar trabajo y/o estudios con su pasión. Con adversidades y pocas facilidades, pero sin alzar la voz. Simplemente, currando como hormiguitas.

Por cierto, estas hormiguitas tienen un nuevo desafío muy cerca. El domingo a las 16:30 horas en la Ciudad Deportiva no sería mala opción para brindarles la recompensa que tanto se han ganado. Encima, con derbi. Ese libro de tinta rojiblanca todavía no está escrito, es una idea abstracta cuyo colofón está aún por llegar para comenzar a ser real. Sin embargo, en esta ocasión, puede no ocurrir lo de la saga de Harry Potter, en la que gustan más las obras escritas que las películas. En esta ocasión, lo visual y lo que se pueda vivir in situ junto a un grupo de personas que son ejemplo de tesón mola mucho más.

 
 
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