BALÓN AL SUELO

Juan Prieto  |  28 de marzo de 2014
Juan Prieto (GRJ)
Juan Prieto (GRJ)
Dani Benítez
 

Una vez agotadas, espero, las crueles, manidas y poco acertadas chanzas sobre el positivo por cocaína de Dani Benítez, bromas fáciles y estúpidas, que en ocasiones me han parecido hasta inhumanas, quizás sea el momento de reflexionar de forma más pausada, olvidar el fútbol y centrarse más en el ser humano, en la persona. Nadie se merece el vapuleo, el acoso y la lapidación pública que han sufrido el balear en las últimas horas en las redes sociales.

El Granada CF tiene puesta en marcha una campaña contra la exclusión social y el rechazo de un sector de la población. La campaña se denomina 'Hijos del Fútbol'.

Dani Benítez ha desaprovechado el don innato con el que nació, el talento con el que estaba dotado para el fútbol, y su debilidad psicológica, su escasa fuerza anímica le han abocado a un presumible final deportivo que, desgraciadamente, a pocos ha sorprendido.

Pero Dani Benítez también es un hijo del fútbol, como esos a los que el Granada CF apoya a través de su campaña en las camisetas de juego. Y es el momento de olvidar todo el aspecto futbolístico del caso y centrarse en la persona.
Ofrecerle toda la ayuda posible, lo que necesite. Lejos de las sanciones deportivas o disciplinarias, recuperarlo para la vida y olvidarse, por el momento, del fútbol.

La dura crítica hacia Dani está justificada por su malas decisiones y su desordenada vida, impropia de un deportista profesional al que muchos niños tienen como espejo. Pero el escarnio público, la vejación, la humillación y hasta la injuria no tienen cabida.

No hay excusa para justificar lo que ha hecho. Otra vez, se ha equivocado. Y va a pagar su error. Ya lo está pagando. De la manera más contundente y justa posible. Despedido por el club, dos años de inhabilitación, expulsado del fútbol…
Pero Dani lo ha pasado mal y no todo el mundo asimila igual los reveses y los obstáculos que la vida va poniendo. Perdió a su madre y esa circunstancia le afectó muchísimo. Se refugió en el fútbol y ofreció dos grandes temporadas, siempre dedicadas a ella. Pero tuvo problemas en sus relaciones sentimentales, se equivocó de entorno e, insisto, no todo el mundo afronta igual sus problemas.

Me quedo con el Dani que, en el fondo es un buen tipo, como un niño chico, el de la nariz de payaso, el de los paseos por el cementerio buscando el refugio del silencio, y el que ponía en pie Los Cármenes con sus galopadas, sus centros envenenados, sus certeros disparos. El de los pases de gol a Ighalo para lograr dos ascensos. El ídolo de los chavales que ahora lloran al ver el juguete roto. El Dani bromista, el sentimental y el frágil.

Y ése es el que hay que recuperar. Ofrecerle toda la ayuda necesaria desde el club, de sus compañeros y de sus verdaderos amigos para que pueda asimilar tal golpe y reiniciar su vida. Es un chaval de 27 años, padre de dos hijos. Quizás no logre recuperarse para el fútbol porque su carrera puede estar acabada. Pero sí para disfrutar de toda una vida que tiene por delante. La persona, eso es lo único importante ahora mismo.

redaccion@granadaenjuego.com

 
 
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