CON TACO LARGO
El partido acaba cuando pita el árbitro
Ni toda la responsabilidad es del entrenador, ni muchísimo menos está exento de ninguna culpa Las angustiosas sensaciones que está viviendo el Granada CF en los tramos finales de sus últimos encuentros, en los que están dejando escapar unos valiosos puntos que seguro se echarán en falta en el rus final del campeonato, son algo habitual cada domingo en muchos partidos de fútbol modesto tanto en categorías inferiores como en las senior de autonómica y provincial. La angustia de los minutos finales cuando vas por delante en el marcador y te ves prácticamente vencedor de la contienda, sobre todo fuera de casa, se traduce casi siempre en un amontonamiento de jugadores de tu equipo lo más cerca posible de la portería propia intentado que el cronometro avance más rápido de lo normal y que no suceda lo que en la mayoría de las ocasiones inexorablemente acaba sucediendo, que recibes un gol no deseado. Tan cerca de tu área, cualquier rebote, rechace, carambola, mínimo fallo de concentración o de marcaje, propiciado por el lógico cansancio de los jugadores a esas alturas del envite, hace que todo el trabajo realizado hasta el mismo momento de esta timorata reculada, se vaya al traste y se dilapide un resultado propicio ya que el partido no concluye cuando nos interesa sino cuando pita el árbitro.
Los aficionados de calle que viven el fútbol como una rutina vital cada semana, en estos meses suelen comentar entre amigos que al FC Barcelona del impar Leo Messi se le están señalando muchos penaltis a favor. La única respuesta posible que me atrevo a darles, sin elucubrar con villaratos y otras invenciones del papel cuché, es que estadísticamente el conjunto que entrena Luis Enrique continúa fiel al modelo de juego que implantó en el club Johan Cruyff, basado en la posesión del balón, y como consecuencia de ello desarrolla su fútbol en las inmediaciones de la meta de su rival en más del 70% de media por partido. Evidentemente, no hay que ser un iluminado para entender que cuanto más tiempo manejando el esférico en el área contraria, más probabilidad de que puedan suceder jugadas en las que el árbitro, acierte o no, pueda decretar dichas penas máximas.
Esta moraleja de fútbol ofensivo viene que ni pintada para extraer otra sobre lo expuesto en las primeras líneas referente a los traspiés defensivos que se sufren al especular con el juego y el cronómetro. El fútbol de la época moderna nos ha enseñado, además de que los once jugadores han de atacar y defender participando en las cuatro fases del juego de forma activa, que una de las mejores y más efectivas formas de defensa se ejecuta curiosamente con el balón. Utilizar la posesión del cuero para evitar que el contrario te pueda atacar, poseerlo lejos del área propia, donde existe la posibilidad de que sucedan los diversos accidentes ya citados, y hacer, así sí, que el cronómetro avance hasta el final deseado, debe ser algo entrenado, preestablecido e implantado actualmente en cualquier equipo de Primera División, y más si se juega en superioridad numérica como le ocurrió al Granada CF el pasado sábado en Cornellá-El Prat.
Para mí, el máximo responsable de implantar esas soluciones en el modelo ante las diversas situaciones del juego es, sin duda, el míster Sandoval. Pero, del mismo modo, tampoco se puede eximir de culpa a los jugadores que ejercen y se les remunera como lo que son, jugadores con calidad, personalidad y estatus de Primera División y no de categorías regionales.
@CapillaJavi
El equipo del poniente hizo buena su ventaja en la ida tras empatar en el Medina Lauxa ante el Santa Fe