OPINIÓN: Herido de muerte, por Alberto Bueno

Alberto Bueno (GRJ)
Alberto Bueno (GRJ)

Ni a la tercera va la vencida, ni león-peluche amuleto, ni nada de nada. El Granada Atlético se vuelve a quedar en la Tercera División; otro año más. El problema es que a estas alturas quizás ese “más” sobre.

La derrota de los rojiverdes ante el Navalcarnero (si alguien de verdad no se mereció lo que pasó en Madrid, ese fue Thierry; el “capi”, el corazón y cerebro del equipo, no merecía tal castigo) pone en entredicho la viabilidad del proyecto empresarial. Ese proyecto que vio la luz para convertirse en la referencia del fútbol granadino y que se ve, tres años después, abocado al pozo del anonimato y de la indiferencia para la inmensa mayoría de los granadinos. Y eso, habiendo tal cantidad de dinero de por medio, no es bueno. Gravemente perjudicial, sí. Por mucha inversión que se haga, el fútbol lo pagan los aficionados y, sin éstos, no hay espectáculo. ¿Montar el circo para que nadie quiera ir a verlo? Tanto que dicen que el fútbol es un negocio, parece que algunos no han querido aplicar la Ley de la Oferta y la Demanda. ¿Y ahora qué? Ya, con cierta distancia en el tiempo, se empiezan a ver incomprensibles determinadas acciones. Uno, que es muy de refranes, no entiende por qué tampoco se aplicó aquel dicho tan repetido de “la unión hace la fuerza”.

En tres años el fútbol granadino ha cambiado muchísimo, la verdad. Bueno, ha cambiado y no, porque la Primera División nos sigue pareciendo el jardín del Edén (donde la entrada está vetada al común de los mortales, más si dicen proceder de estas tierras). Digo lo del cambio porque en un trienio el Granada C. F. ha pasado de estar más solo que la una y sin que nadie se acordase de él, a estar rodeado de lobos hambrientos deseosos de darle un zarpazo mortal y siendo comidilla más o menos habitual en los mentideros (véase bares) de la ciudad. Los lobos son dos y ambos con nombres, apellidos y hasta padrinos: Granada Atlético (con José Julián y Roberto García Arrabal como valedores) y Granada 74 (con Carlos Marsá haciendo lo propio). Sin embargo, las cosas no siempre salen como uno se piensa o planifica, pues el fútbol, aunque algunos se obstinen en demostrar lo contrario, todavía tiene cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás… ya se sabe. El Granada 74 C. F., por referirme al segundo canis lupus en cuestión, no es que tenga precisamente un futuro muy halagüeño; salvo intercesión divina, ya nadie lo salva de la Segunda División B. A buenas horas le han puesto a la Segunda, “Liga Adelante”.

 

El Granada Atlético, por el otro lado, que es del equipo que yo venía a hablar, ha fracasado en sus aspiraciones de convertirse en la alternativa al fútbol. Y en verdad que es una pena. Dejando a un lado los sentimientos, las rivalidades puramente futbolísticas, nadie se puede alegrar de que el proyecto empresarial se vaya a pique. El verano da para mucho, cierto es, pero el que aquí firma ve con pocas posibilidades que el equipo salga a competición la campaña que viene. Y es una pena por los muchos millones invertidos, por la entidad creada, por la buena cantera formada, por los aficionados que un día apostaron por los colores rojiverdes, etc, etc, etc. Ahora, el macho viejo, el cual parecía estar llegando a su fin, se muestra más dominante que nunca, mientras que el joven está herido de muerte. Paradojas de la naturaleza. El reino animal aplicado al fútbol.

www.cuadernobueno.blogspot.com

 
 
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