OPINIÓN: Ilusiones, por Gabriel Rosario Lázaro
Cuando criticamos a algún directivo, jugador o técnico del Granada CF o de cualquier otra entidad deportiva lo hacemos en función del cargo que ocupan, nunca a la persona. No existe animadversión alguna.
El Granada CF, pese a que no se ha convertido en Sociedad Anónima Deportiva por mucho que lo haya anunciado el presidente no residente y su padre, es un club con una estructura profesional y como tal debe rendir cuentas a sus socios que son sus propietarios, y más cuando se invierten seis millones de euros en tres proyectos deportivos y no se consiguen los objetivos previstos. Son muchas las empresas y organismos públicos que invierten dinero en el Granada CF para que este sea importante a nivel nacional en todos los aspectos, a nivel de sentimiento, deportivo o social.
Lo que si debe quedar muy claro es que, cuando se critica, se opina o se intentan analizar las circunstancias que rodean el proyecto nunca se deja de querer el escudo ni los colores que representan a nuestro club. La crítica es constructiva y se hace con el deseo de mejora, por supuesto.
Son tres años en los que nos han vendido ilusiones de toda índole. La presencia de la familia Sanz, con experiencia a nivel nacional y un supuesto potencial económico, nos hizo pensar que la historia iba a cambiar. Lo único que se ha logrado en lo deportivo ha sido salir de Tercera División y un quinto puesto en Segunda División B. Se vendieron carnet de socios a famosos que nunca vinieron a ‘Los Cármenes’ como Michel Salgado, cuñado del presidente no residente, Roberto Carlos, José María García o incluso Beckam, que no se si sabría ubicar Granada en un mapa. No se me olvida aquella frase que nos tacho de palurdos como que celebraríamos los ascensos en “la plaza del pueblo”, la llegada de Don Lorenzo en avión privado, un Palacio de Congresos a rebosar…
Todo parecía que cambiaba de forma rotunda y más de uno se veía en Primera División. Pero el balance después de tres temporadas en la categoría de bronce del fútbol nacional nos lleva a la cruda realidad. El club esta más endeudado, se ha perdido la sede social y el equipo tiene los mismos puntos que el penúltimo clasificado. Nadie tiene la culpa. Con la destitución de Óscar Cano parece que todo se ha arreglado y nadie de la directiva asume responsabilidades.
Un presidente con su experiencia como jugador de Primera División, y teniendo a su padre junto a él a la hora dar consejo, no debería haber renovado el anterior entrenador hasta ver los logros conseguidos, y menos cesarlo sin tener dinero para pagarle, y poner en evidencia al Granada CF durante varias semana al no poderse sentar el sustituto y dejar al equipo huérfano de dirección en los partidos.
Un director deportivo, sin remuneración por su cargo y sin conocimientos básicos, al frente de un proyecto prometido de ascender de categoría. Contratando y despidiendo a diestro y siniestro a profesionales que después han triunfado fuera, además nos quedamos sin patrimonio deportivo.
¿Qué aspiraciones tenemos con los que actualmente dirigen y administran el Granada CF? No se atienden las nóminas, no se paga a Hacienda y Seguridad Social, no pagan los ceses de entrenadores, se pierde la sede, y para la prometida Ciudad Deportiva, ésa en la que el equipo iba a entrenar hace dos años según su presidente, no tenemos ni señalados los terrenos.
No tengo ningún interés personal con nadie en absoluto, pero me gusta el fútbol y me conformaría con estar en Tercera División con mi escudo y mi camiseta. Compitiendo dignamente en lo deportivo y pagando religiosamente como hacen los demás, teniendo en plantilla a 14 canteranos y con nóminas asumibles y que se correspondan a los puntos que se consiguen en el terreno de juego.