TERCER ANFITEATRO

Incho Cordero  |  11 de agosto de 2012
Ildefonso Cordero (GRJ)
Ildefonso Cordero (GRJ)

Pachangas de verano con cierto glamour

 

 

De partidos como el que jugó el Granada contra el Vitoria de Guimaraes el pasado martes no cabe nunca esperar gran cosa, como así fue, más allá de las conclusiones que pudiera sacar Anquela y de seguir generando automatismos, especialmente entre los recién llegados.

No cabe duda de que hay ganas de fútbol en la afición... Dos meses sin liga es demasiado tiempo; y eso que hemos tenido Eurocopa (los Juegos Olímpicos no cuentan, visto el papelón). Un amistoso, aunque no se espere mucho de él, al menos es fútbol. El mayor aliciente era el de ver a los nuevos fichajes y comprobar si todo lo que se dice de ellos es coherente con lo que demuestran sobre el campo, aunque solo fueran detalles. Se nota en el ambiente de los Cármenes una cierta madurez que contrasta con tiempos pasados, en los que jugar con equipos que habíamos oído alguna vez por televisión era todo un acontecimiento. Quizá estemos perdiendo poco a poco la ilusión de la primera vez y nos estemos acostumbrando a la rutina, pero bendita rutina.

El partido empezó lento, tocando mucho más el equipo portugués, hasta que el Granada pudo hacerse a ratos con la pelota. Orellana la pidió, imprimió algo más de velocidad y por ahí vinieron los mejores momentos de su equipo. Había especial interés en hacer una evaluación intermedia de los nuevos, que ocupan el centro de campo hacia delante.

De Orellana ya sabíamos que era un virtuoso con el balón, al que solo le hace falta que le acompañe la paz interior y el cariño de la afición. Con esos ingredientes, está llamado a ser el jugador desequilibrante que tire de este Granada y que marque las diferencias, intentando que no recordemos mucho al gran Martins, al que será difícil olvidar. Pero tampoco sería justo querer convertir a Orellana en un clon de Martins; ambos jugadores son diferentes, aunque Fabián, en gran medida, debe ser el que dé a sus compañeros ese último pase que partiendo de las botas del portugués tantos puntos nos dio la temporada pasada.

Los otros tres de arriba, Torje, El-Arabi y Flores estuvieron bien... pero sin alardes. Aún deben aprender a utilizar el mismo código para descifrar el fútbol que cada uno por separado lleva en sus botas y que, por lo visto el otro día, apunta bastante calidad. Torje, algo ciclotímico, a veces no llega y otras se pasa; El-Arabi, demostró tener buenos movimientos sin balón y un campo de visión camaleónico para dar pases donde el resto de humanos no llegan a ver. Y de Floro Flores gustó su capacidad para tocar todos los balones en largo que le llegaban, su gran movilidad en la frontal del área y su interés por asociarse con los compañeros en el pase corto, en lo que quizá les faltó demasiada precisión, algo que se irá obteniendo con las horas de vuelo necesarias.

En el centro del campo, Iriney parecía que había estado jugando toda la vida con Mikel Rico. Y esto seguramente es porque Iriney es muy bueno... pero no olvidemos que MIkel Rico también; Ellos a lo suyo, a bregar. Bien asociados en la parcela central, intentando que el Granada, cuando tenía el balón, jugara lo más adelantado posible. Esta pareja va a generar unas excelentes sinergias futbolísticas que permitirá al equipo jugar bastantes metros más arriba cuando tenga la pelota.

Quizá lo que más flojeó fue la defensa, y eso que era la línea que ya estaba hecha. Además de ver a un Siqueira triste, los zagueros estuvieron algo lentos e imprecisos, especialmente por alto, donde el equipo visitante consiguió tocar casi todos los balones. Quizá sea una cuestión de ritmos de pretemporada, nada más. Por lo demás, pocas novedades... Carrusel de cambios, y oportunidades para reivindicarse para todos aquellos que deberán comprometerse con formar parte de un banquillo fuerte, mientras las lesiones y las sanciones no les den más oportunidades.

El partido fue muriendo lentamente en la segunda parte, al ritmo que los jugadores iban perdiendo energía, exigidos por la pretemporada que Anquela ha diseñado para este equipo, que empieza la liga en poco más de una semana. No obstante, me quedo con un detalle del final: Poco antes del gol de Romero, Orellana perdió un balón en el centro del campo y corrió detrás del contrario, como si fuera el primer minuto, hasta recuperarlo.

Esa debe ser la actitud que guíe al equipo para conseguir una permanencia sin tanto sufrimiento esta temporada.

 

 
 
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