Un lugar de encuentro

Todo es cuestión de cuestionar

Francis Lozano  |  20 de marzo de 2023
Francis Lozano (GRJ)
Francis Lozano (GRJ)

La influencia del árbitro en un partido. Cualquier adopte se encuentra cuestionada.

Parece ser que ganar o perder, está supeditado al acierto y/o error del árbitro o sala VAR, como si no hubiese nada más que analizar en un partido.

Decisiones trascendentales que sin duda pueden decantar el partido de un lado u otro, una eliminatoria, una suplencia o una destitución de un técnico.

 

Demasiado se habla en esta últimas fechas de las actuaciones arbitrales, de la parcialidad ante los equipos llamados poderosos y menos poderosos.

Poco ayudan los verdaderos protagonistas del juego, me refiero a los jugadores con escenas teatrales en aumento. Menos ayudan los entrenadores con sus comportamientos en área técnica y con micrófono en mano, sacando en la mayoría de los casos de contexto las indicaciones y apreciaciones respecto del partido.

El juego y los resultados se igualan. Mejor estudio y preparación de partidos, mejora del orden, predominio de lo colectivo sobre lo individual,  motivación, trabajo basado en acumular automatismos y creación de estructuras sólidas en los clubes con continuidad en el tiempo.

El miedo al fracaso, creerse con la potestad de ganar siempre, no respetar al rival y por supuesto a las decisiones del que imparte justicia.

Por supuesto el colectivo arbitral requiere de una mejora, unificar criterios, principalmente en acciones con una mayor incidencia en el desarrollo del partido (penalti, expulsiones..)

Da la sensación que los actores del fútbol profesional, pueden expresar sin tapujos todo aquello que deseen, despreciando los méritos del rival, menospreciando la labor arbitral y dando a entender que un marcador adverso no es demérito propio.

Demasiada agresividad en el lenguaje verbal, demasiadas simulaciones, demasiados saludos post-partido, demasiada demagogia, discursos preparados y formas deshonestas para aceptar la derrota.

"Cada partido es una final", "las finales son para ganarlas", "sólo nos vale ganar". Como si no hubiese un mañana. Este tipo de frases preestablecidas en ruedas rutinarias de prensa, dan lugar al engaño al aficionado.

Cada partido es una ocasión, una oportunidad, se puede ganar o perder y el sol seguirá saliendo, disputar una final te indica el camino hacia el éxito.

Dada la relevancia que ha adquirido el fútbol profesional en la sociedad, con miles de seguidores en los estadios y millones de aficionados detrás de la televisión, alguien debe de poner un poco de sentido común, para darle valor al juego, dejando de lado las pérdidas de tiempo intencionadas, protestas, simulaciones y acciones antideportivas.

Flaco favor se le hace al fútbol base con tanta mentira, donde ganar puede ser de cualquier manera, incluso sin merecerlo, a veces sobrepasando el reglamento y otras veces sin respeto.

El interés por el fútbol profesional puede decaer si el aficionado y seguidor percibe que son más protagonistas los que dirigen y organizan las competiciones que los propios jugadores.

Que ruede la pelota con deportividad en el terreno de juego. El fútbol es acción y emoción.

 
 
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