El llanto de un profesional como la copa de un pino

Si el Granada llegó con opciones hasta el final fue en parte gracias a su máximo goleador. Jorge Molina no necesitaba ni pedir perdón a una afición que le ovacionó

Fran Calvo |  |  
25 de mayo de 2022
Jorge Molina, desconsolado tras el descenso del Granada (JOSÉ M. BALDOMERO)
Jorge Molina, desconsolado tras el descenso del Granada (JOSÉ M. BALDOMERO)

“Falla los penaltis quien los tira” es el tópico más utilizado en el mundo del fútbol cada vez que un jugador no acierta a marcar desde los once metros. En el caso de Jorge Molina el pasado domingo, esa expresión acentúa su veracidad. Pero, si lo hizo además lleno de valentía cuando de sus compañeros sólo Uzuni (al no estar Luis Milla en el campo) fue capaz también de agarrar la pelota y en una situación tan crítica, no existe ningún “pero” que achacar al alcoyano, ejemplo de profesionalidad y compromiso desde que llegase a la ciudad de la Alhambra en verano de 2020.

El llanto desconsolado de Molina al término del encuentro fue la consecuencia a lo que ocurrió en ese fatídico minuto 72. A partir de ahí, al delantero se le vio resoplando constantemente, pero no de frustración. La sensación era de querer romperse en ese mismo instante. Aguantó con admirable endereza hasta el pitido final y protagonizó una imagen que no sólo ha calado hondo en los corazones de los granadinistas, sino de todo el fútbol español.

La instantánea de un hombre de 40 años pidiendo perdón desconsoladamente mientras la hinchada coreaba su nombre pasará a la historia en uno de los días más negros de los 91 años de vida del Granada. Tuvo, además, la fortaleza de acercarse a los aficionados que aguardaban en los exteriores del parking del ‘Nuevo Los Cármenes’ para seguir disculpándose. Un perdón que no necesitaba, porque ya estaba escrito.

 

Por su cabeza no pasó que acababa la temporada como máximo goleador del equipo con diez tantos, y que todos ellos sirvieron para puntuar. Un factor que, indudablemente, fue clave para que el Granada llegase a la última jornada con esperanzas de salvación. Dos de ellos se produjeron in extremis ante Getafe y Cádiz, y otros cinco valieron para lograr seis puntos en los dos partidos frente al Mallorca. En el primero, logró el hat trick más longevo de la máxima categoría y, en el segundo, reflejó en su cuenta una verdadera exhibición individual en Son Moix que perdurará en el recuerdo durante mucho tiempo.

Una de las pocas cosas que alivia a la afición del Granada de cara a la nueva etapa en Segunda División es saber que de rojiblanco horizontal continuará vistiendo Jorge Molina. No caben dudas acerca de su objetivo: transformar esas lágrimas de tristeza por las del ascenso dentro de poco más de un año. Y, finalizando con otra frase típica del balompié, no será un “que bueno que viniste”. Lo transformará en un “Molina, que bueno que seguiste”.

 
 
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