Lo de los 300
AMBIENTE | Mallorca vivió el sábado una caravana rojiblanca de emociones, ilusiones, sufrimiento y felicidad. Fue el primer gran éxtasis de granadinismo desde la pandemia
Los 300. En su momento fueron los 300 que no abandonaron en Tercera. Luego, los 300 de la campaña `Yo también me sumo´. Pasaron años y los de Pucela también sumaron 300. Y, la la leyenda continúa con los 300 de Mallorca. Aquellos que representaron a un club y a toda una ciudad el 7 de mayo de 2022 en Son Moix.
Haciendo gala filmográfica, los espartanos vistieron de rojiblanco horizontal en una isla sinónimo de gloria para el Granada. Ya logró el ascenso allí en 2019, consiguió un triunfo clave en su camino hacia Europa un año después y la trilogía se cierra con la inconmensurable goleada por 2-6 al conjunto bermellón, lo cual supone un paso de gigante en el camino por la permanencia, esa que tan lejana parecía antes del encuentro. En este caso, hasta las terceras partes fueron fantásticas.
Todo englobado en un escenario inmejorable. Tenía tonos de terror a comienzos de semana, pero el final de la película fue de los muy felices. Unos cuantos alzaron la voz desde la grada y consiguieron, mediante el respeto, generar recapacitación en la cúpula. Demostraron que la afición sí tenía decisión de voto dentro de un club al que parecía entrarle por un oído y salir por otro las necesidades de su hinchada. Rectificaron con un desplazamiento organizado a Mallorca, en el que pocas esperanzas de rentabilidad vieron días antes, y que acabó completándose en poco más de 48 horas. Además, unos cuantos valientes ya habían planificado el viaje por su cuenta con antelación, por lo que no eran los únicos.
Una semana que ha dado para mucho. Ha pasado de vivir una ruptura casi total entre club y afición, en un momento delicadísimo, a presenciar de nuevo la fantástica comunión entre equipo y afición, la que se echaba en falta desde épocas prepandémicas. Deportivamente hablando, la permanencia está más cerca que nunca y son conscientes de ello.
Fue una jornada mágica en tierras baleares. Algunos ya habían aterrizado el día anterior, y otros, por circunstancias, residían en la isla. Los que pudieron, recibieron a la expedición el viernes en el hotel, como David, que incluso se llevó su camiseta firmada y entregada por manos de Manolo Lucena. Momento de reencuentros también, como el de Pep Boada con sus amigos José Planas y Lluís Torreblanca, antiguos futbolistas, o ver por allí a Fernando, quien no se pierde ningún desplazamiento del equipo desde hace muchos años. Sin embargo, fue en la madrugada del sábado cuando llegó el bloque grueso de la representación visitante. El aeropuerto de Palma recibió a unos 300 seguidores procedentes desde Málaga e torno a las 6:30 horas.

Todo el cansancio acumulado en sus caras se fue tornando en ilusión con el paso de las horas. También ayudaban a ello las bebidas isotónicas de color amarillento con espuma en la parte superior, para qué engañarse. Pero, lo que de verdad se palpaba entre tanto gentío era optimismo. Poco a poco, comenzaron a llegar a las instalaciones del Palma Pádel, próximo a Son Moix, para hidratarse, juntarse todos en familia y crear una pequeña Granada en Mallorca, donde no faltó el himno, los cánticos de “sí se puede” y el hacer nuevos amigos. Hasta un granadinista llegado desde Irlanda había, y seguro que no se marchó sólo con el buen sabor de la victoria, sino también con el inmenso cariño que le procesaron todos los aficionados. Bendecido por el papa Francisco, quien no faltó obviamente a la cita, y con decenas de nuevos amigos tuvo que poner rumbo de vuelta, sin duda.
La hora del partido se iba acercando y una duda sobrevoló a los rojiblancos: “¿dónde recibimos al autobús?”. Tras una serie de decisiones, también tomadas por los cuerpos de seguridad, una de las calles colindantes al Palma Pádel fue el lugar donde los de Karanka iban a recibir el calor de los suyos. Lo notaron, a lo grande, en el momento de pasar por esa vía dirección a Son Moix.
Pero, lo que de verdad se palpó, fue el estruendo rojiblanco que se produjo instantes después. Una imagen que, si no le falla la memoria a un servidor, nunca antes se había presenciado en lo que a la afición del Granada respecta. Escoltados por la policía, formaron una caravana humana dirección al feudo bermellón. La interminable masa rojiblanca que fue camino abajo era un sinfín de ánimos y cánticos, pareciéndose no creer ni ellos mismos lo que estaba sucediendo. Una escena que quedará en las retinas de todos los que la presenciaron.
En cuanto al partido, posiblemente no sea necesario explicar nada. Sufrimiento durante 70 minutos, incluso con el 1-3 por el inmediato tanto del Mallorca, y alegría absoluta a partir del 2-4. Todo lo demás, lo que ocurrió dentro de Son Moix, es historia. Casualidad o no, el Granada marcó cinco de los seis goles en la portería más cercana a los suyos, que vibraron en cada tanto. Al final del choque, los que había en el césped brindaron un enorme triunfo hacia la grada, que correspondió con un “Granada es de Primera”.
Esa comunión que tanto anhelaban. Esa comunión y esa alegría que soñaban con vivir cuanto antes mientras veían al equipo de sus amores haciendo historia por Europa a través de las pantallas de un televisor. Si la afición deseaba con todas sus fuerzas volver a los campos, era por tardes como la del sábado. Fue el primer gran día post pandémico para la parroquia del Granada. No se había vivido nada igual desde el 5 de marzo de 2020, el último partido con público en ‘Los Cármenes’ hasta un año y medio después.
No sucedió en tierras nazaríes, sino a muchos kilómetros de distancia. Pero esos 300 fueron el orgullo de toda una ciudad y de todo un club. Al igual que todos los que se dejaron el alma y la garganta desde Granada. Hasta la entidad los nombró en su alineación. Y es que, como dice el himno, “somos el número doce de tu alineación”. Una alineación formada por 312 jugadores y secundada por una provincia entera. Ah, y el martes serán unos cuantos más.
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