EL GALLINERO

Jesús Albarracín  |  6 de junio de 2019
Jesús Albarracín
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Diego Martínez, el ‘granaíno’ que conquistó a una ciudad
 

“Hacer fácil lo difícil siempre es lo más complejo”. Esta frase resume lo que han sido mis principales lecciones a lo largo de la vida y se puede poner en práctica en cualquier campo que escojan. Háganlo y verán. También es cierto que hay personas con cualidades especiales para llegar a conseguirlo. Diego Martínez es uno de ellos, acogido a un discurso tan honesto como efectivo para liberar de presión a su equipo y conseguir un hito que muy pocos imaginaban hace tan solo un año. Sin hacer demasiado ruido, respaldado por todos los que han compartido vestuario con él e incluso por la gente que le conoce en esto del fútbol. Se enamoró de Granada, vivió como estudiante y también como futbolista, emprendió su camino como entrenador en categorías inferiores y no tardaron mucho en entender que aquel gallego empadronado en la ciudad de la ‘malafollᒠtenía todo lo necesario para sorprender. Y lo hizo.

Diego ha sorprendido con variantes que muchos no esperábamos, quería conseguir que su equipo pudiera alternar distintos esquemas a lo largo de cada partido y logró que el vestuario se convirtiese en una familia cuando aterrizó en Granada. No volvieron a repetirse escenas como las de la pasada campaña, exprimió los recursos de sus jugadores y les hizo sacar lo mejor de cada uno de ellos. Cada jugador es un mundo, una persona distinta a la que hay que saber gestionar y entender. No son simples fichas de un tablero. La humildad que ha recogido durante toda su vida le ha hecho ser querido y su equipo no ha sido ninguna excepción. Los jugadores y el cuerpo técnico cuentan con él y a la inversa. Ese ha sido su único secreto: trabajar y saber transmitir. Y lo hizo.

Un ‘granaíno’ más, una persona de a pie que no evita mantener una conversación cariñosa con cualquier aficionado, un ciudadano capaz de enamorarse de una ciudad que había sufrido demasiado en los últimos dos años. El nexo de unión y el padre de una comunión que ha suscitado todas las emociones requeridas para que el Nuevo Los Cármenes volviese a rugir con más cariño que nunca que querían volver a Primera; soñaban con ello y lo consiguieron. Diego ha hecho de su “pasito a pasito” un lema anclado en la historia de un club al que respaldan 88 años de historia. Propuso vivir el presente sin objetivos a largo plazo para allanar el camino. Y lo hizo.

Se presentó en distintos actos con peñas y aficionados, esbozó su mensaje como una réplica que todos han hecho suya. Revalidó su papel de líder y la grada rojiblanca no dudó en seguirle como lo han hecho sus jugadores. “El mejor grupo que hemos compartido nunca”, decían todos los futbolistas del Granada en la celebración del ascenso. Una verdad sellada con un trabajo en el que cada eslabón del equipo ha sido fundamental. “Somos una familia”, añadían. El futuro no está escrito, nunca se puede vaticinar lo que le puede ocurrir a un club deportivo al inicio de una temporada, pero siempre es más fácil prever un final positivo si las sensaciones diarias lo acompañan. Diego Martínez es el entrenador que necesitaba el vestuario, el que merecía la afición y el que se ha quedado para siempre grabado en las calles de la ciudad. Quiso devolverle la ilusión a ‘su’ Graná, quiso que este equipo conquistase nuevamente el corazón de todos. Y lo hizo.

@JesAlbarracin



 
 
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